Nuestro afán común por un sentimiento de pertenencia

¿Te ha pasado alguna vez que, al entrar en un lugar, has sentido que todas las miradas se posaban sobre ti? O, lo que es peor, ¿sentir que nadie te ve? Yo lo he sentido. Esas situaciones pueden resultar dolorosas porque, dentro de todos nosotros, hay un anhelo de pertenencia.

El evangelio de Jesucristo nos une; pero, a veces, nuestras diferentes circunstancias tal vez hagan que sea difícil sentir que somos parte del grupo. Entre las muchas personas que forman la Iglesia hay conversos nuevos que tal vez estén tratando de encontrar su lugar en ella. En la página 44, explico cómo cambió mi perspectiva en cuanto a tener un sentimiento de pertenencia y de cumplir con las expectativas que el Señor tiene de nosotros.

Además, hay muchas personas como Jodi y su esposo, cuyas dificultades con la infertilidad y otras pruebas pueden hacerles sentir que no se les acepta. Lee su historia en la página 46.

En los artículos digitales, Rachelle relata cómo la cariñosa bienvenida de los miembros marcó una gran diferencia para ella cuando regresó a la Iglesia. Eric enseña que a todos se nos necesita en el cuerpo de Cristo; y Aspen explica cómo sentir que uno es parte de la Iglesia y progresar en ella cuando se es una persona más introvertida.

La Iglesia está llena de personas que no se sienten aceptadas; quizás tú seas una de ellas. Sin embargo, todos podemos hacer nuestra parte para que cada miembro se sienta aceptado, porque el sentimiento de pertenencia no tiene que ver con las circunstancias, sino con quién eres verdaderamente y quién estás esforzándote por llegar a ser. Como hijos de Dios, todos tenemos un lugar en la Iglesia de Cristo.

Atentamente,

Brian S. King

Consejos…

de jóvenes adultos sobre el sentimiento de pertenencia

“Es comprensible que no te sientas parte del grupo, pero recuerda que todos somos seres únicos y esa es la razón por la que encajamos”.

—Estefany Sofía Correa Unas, Alberta, Canadá

“Tienes que estar allí por los motivos correctos; si estás para seguir a Cristo, entonces nada más importa”.

—Paula Sáenz, Buenos Aires, Argentina

“Por haberme criado con hermanos que son el ejemplo perfecto de lo que es ser ‘diferente’ (ambos son autistas no verbales), puedo entender a los que decididamente son únicos y ser amiga de aquellos a quienes tal vez otros ignoren. Todos podemos aprender algo de los demás, independientemente de quién seas o de la etapa de la vida en la que te encuentres. Tú tienes algo que contribuir, y Dios te ama tanto como a cualquier otra persona, lo cual es muchísimo”.

—Stephanie E. Jensen, Washington, EE. UU.

“El haberme convertido a la Iglesia me ha hecho apreciar cosas aparentemente insignificantes en los amigos. Eso me ha llevado a ser esa clase de amigo para un investigador, que lo invita, lo apoya y disfruta de la compañía de alguien nuevo. Puede que tú seas exactamente el apoyo que necesiten. A mí me ayudaron motivándome a elegir la senda correcta.

“Por lo tanto, ¡sé ese amigo! Y, ¡quién sabe!, tal vez ellos sean los amigos que tú necesitabas”.

—Hikairoa Mohi, Waikato, Nueva Zelanda

De los líderes de la Iglesia

“Nunca conocí a alguien que no quisiera pertenecer a algo que lo haga sentirse merecedor, que lo haga sentir que vale.

“Cuando las personas se preguntan: ‘¿Hay un lugar para mí?’, puede ser por muchas razones. Se preguntan: ‘¿Encajo? ¿Pertenezco aquí? ¿Me necesitan realmente?’. Enfáticamente digo: ‘¡Sí!’.

“Pienso en la metáfora de Pablo, que me encanta, en la que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Nos dice que fuimos bautizados como parte de ese cuerpo y que es un solo cuerpo. Muchos miembros, pero un cuerpo…

“Cuando alguien se siente aislado, no niego la realidad del sentimiento ni por qué es tan natural sentirse así. Pero, cuando tengamos ese sentimiento, todos debemos detenernos y pensar: ‘Jesucristo murió por mí, pensó que yo era digno de Su sangre y me ama; tiene esperanzas para mí y puede marcar una diferencia en mi vida. Su gracia me puede transformar. Quizás esta persona sentada a mi lado, que me ignora o que incluso quiera cambiarse de lugar, probablemente no me ame. Pero eso no cambia la realidad de lo que Cristo siente por mí y las posibilidades que tengo en Cristo’”.

Élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, “Is There a Place for Me?” [¿Hay un lugar para mí?] (serie de videos “Unity in Diversity” [Unidad en la diversidad]), ChurchofJesusChrist.org.