Retratos de fe
Ulisses y Emilia Maio
Oporto, Portugal
Custodia, la hermana de Emilia Maio, nació con varias discapacidades importantes. Hace quince años, Custodia se fue a vivir con Emilia y su esposo, Ulisses. Como familia, han aprendido que el servicio desinteresado a los familiares es una gran fuente de gozo.
Leslie Nilsson, fotógrafo
Emilia:
Cuando nació mi hermana Custodia, de inmediato me di cuenta de que era una bendición del cielo; lo pude percibir en sus ojos. Custodia y yo tuvimos una relación muy estrecha al crecer. A causa de sus limitaciones, a menudo la cargaba porque no podía caminar; a veces tenía varios ataques de epilepsia al día, lo que hacía que en ocasiones resultara difícil cuidar de ella, pero yo siempre estuve cerca para ayudar a mi madre. Cuando mi mamá enfermó, las cuidé a las dos.
En esa época, mi mamá estaba envejeciendo y le resultaba difícil cuidar a Custodia, por lo que decidió trasladarse a una residencia de ancianos. Custodia se trasladó a un centro que atiende a personas con discapacidades y fue entonces cuando empezamos a recogerla para que se quedara con nosotros los fines de semana, lo cual hicimos durante unos cuatro años.
Justo antes de que mi madre muriera, mi esposo y yo fuimos a visitarla. Nos tomó de las manos y nos dijo que confiaba en que cuidaríamos de Custodia, y le dijimos que lo haríamos. En los últimos quince años, mi hermana ha vivido con nosotros y la hemos cuidado.
Claro que al principio fue difícil; tuve que dejar mi trabajo para atenderla, pero ha sido una bendición. Cuando Ulisses y yo estábamos recién casados, descubrimos que no podíamos tener hijos. Custodia es como una hija enviada por Dios para que la cuidáramos; en muchas formas ayuda a llenar el vacío que sentimos por no tener hijos. Es muy amorosa y atenta; le encanta reír e ir a la Iglesia. Ella nos trae mucha alegría.
Ulisses:
Cuando fui llamado para prestar servicio como obispo, tuve que considerar si podría cumplir con los deberes de la casa y del llamamiento. Emilia y yo hablamos al respecto y nos dimos cuenta de que podríamos lograrlo juntos si depositábamos nuestra confianza en Dios.
El prestar servicio a mi familia siempre me ha edificado espiritualmente; aun cuando no tenemos tanto tiempo para estar solos en pareja, tenemos una relación estrecha en lo espiritual y también como familia. Hemos podido percibir la mano del Señor ayudándonos todo el tiempo; nos ha mostrado milagro tras milagro. Somos realmente bendecidos.