2020
La ayuda necesaria
Octubre de 2020


Voces de los Santos de los Últimos Días

La ayuda necesaria

Pude ver de nuevo las bendiciones del Señor ese día, y cómo Su mano continúa obrando milagrosamente en mi vida.

Hubo una etapa de mi vida en que estuve muy mal laboral y económicamente. Fueron tiempos difíciles en los que mi fe se debilitó y dudaba si mis oraciones eran escuchadas. En mis noches de insomnio, con fuertes súplicas, pedía ayuda a mi Padre Celestial.

Venía a mi memoria Santiago 1:6: “Pero pida con fe, no dudando nada…” Yo sabía con toda certeza que jamás sería abandonado por mi Padre Celestial. Sin embargo, con el pasar de los días, semanas y meses, la respuesta no llegaba a mi vida.

Mi temor se incrementaba. Tenía deudas pendientes y pensaba que no podría proveer alimento y mantener mi hogar. Por ser hijo único, yo cuidaba a mi madre viuda, sin ingresos y de edad avanzada.

El mismo versículo de Santiago me mostraba en lo que me estaba convirtiendo: “porque el que duda es semejante a la ola de mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra”1. Las palabras de mi madre me animaban y me hacían mantener la calma para seguir adelante.

Encontré consuelo en las palabras del élder Jeffrey R. Holland cuando dijo: “‘No te des por vencido. Sigue caminando. Sigue tratando. Habrá ayuda y felicidad más adelante’. Algunas bendiciones llegan pronto, otras tardan más, y otras sólo llegan en el cielo. Pero para los que aceptan el Evangelio de Jesucristo, llegarán. Al final, todo estará bien. Confíen en Dios y crean en las cosas buenas que vendrán”2.

Una mañana desperté con un sentimiento muy fuerte de ir al templo. Pensé en ir y sentarme en las bancas que están afuera. Al llegar tuve una necesidad muy grande de entrar, pero no llevaba la ropa del templo ni dinero para pagar el alquiler. Pensé en pedir prestado lo que me hacía falta, pero algo me detenía.

Entonces oré y supliqué ayuda al Padre. Me puse de pie y entré con la certeza de que podría realizar lo que mi corazón me pedía y que tanto necesitaba.

Mostré mi recomendación y me dirigí al mostrador para pedir la ropa. Volví a revisar mis bolsillos vacíos, pero esta vez, milagrosamente encontré justamente la cantidad que necesitaba.

Mi corazón se llenó de emoción. Me aguanté las ganas de llorar y continué caminando por los pasillos de la Casa del Señor, con un sentimiento de gratitud, con alegría y con mi fe fortalecida.

El Señor ha dicho que “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”3. En ese momento entendí mucho mejor estas palabras.

Aun se llenan de lágrimas mis ojos al recordar esta experiencia maravillosa, cuando fui obediente a los susurros del Espíritu Santo. Pude ver de nuevo las bendiciones del Señor ese día, y cómo Su mano continúa obrando milagrosamente en mi vida.

En el libro de Job leemos: “He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

“Porque él lastima, pero él venda; él hiere, pero sus manos curan”4.

Ese día mi Padre Celestial curó mi alma herida y preocupada. Nunca nos faltó alimento; no nos desamparó, ni la salud de mi madre se vio afectada en ningún momento.

El poder de Dios se vio reflejado en manos de ángeles que nunca nos abandonaron. Lo he visto en mi vida. Él está en cada rayo del sol, en cada gota de lluvia. El Salvador está allí para consolarnos cuando derramamos lágrimas en algún momento de dificultad.

Tengo la certeza de que la ayuda necesaria llegará a nuestra vida, en el debido momento del Señor.

Notas

  1. Santiago 1:6.

  2. Jeffrey R. Holland, “Cosas buenas que vendrán”, www.churchofjesuschrist.org/pages/good-things-to-come?lang=spa.

  3. Mateo 4:4.

  4. Job 5:17–18.