2021
El consuelo que el Evangelio me ha dado durante las pruebas más difíciles de mi vida
Febrero de 2021


Cómo llegué a saberlo

El consuelo que el Evangelio me ha dado durante las pruebas más difíciles de mi vida

Hay que recordar que una palabra generosa, un abrazo o una sonrisa pueden cambiar el día o incluso la vida de una persona.

Conocí La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 1958. Mi mamá, mis hermanos y yo asistíamos juntos, pero no fue sino hasta 1960 que decidí bautizarme. Saber que soy una hija especial de nuestro Padre Celestial me ha ayudado para poder enfrentar las pruebas con valentía.

Hace 16 años mi hija Melissa murió súbitamente, cuando su hijo, Roberto, era apenas un bebé. En ese momento tan devastador pude sentir el amor del Salvador consolándome y dándome la fortaleza que tanto necesitaba. Al perder a mi hija, me convertí en la madre de mi nieto y debía ser fuerte para él.

Tener el Evangelio restaurado en mi vida y saber que la vida no termina con la muerte me dieron paz y tranquilidad. Pude hacer la obra por mi hija en el templo. Siento una enorme gratitud al saber que el Evangelio restaurado le da la oportunidad a todos los hijos de Dios, de este y del otro lado del velo, de hacer convenios de salvación. También nos da la posibilidad de estar juntos para siempre.

He llegado a saber que el Padre Celestial contesta nuestras oraciones, y que tanto Él como Jesucristo están pendientes de cada uno de nosotros. He tenido la bendición de sentir Su amor a través de los demás miembros de la Iglesia, quienes me han apoyado durante las pruebas que me ha tocado enfrentar.

Realmente somos instrumentos en las manos del Señor y debemos estar prestos a escuchar los susurros del Espíritu Santo para ayudar a nuestro prójimo. Hay que recordar que una palabra generosa, un abrazo o una sonrisa pueden cambiar el día o incluso la vida de una persona. Y estos regalos pueden alegrar el corazón, no solo del que recibe sino también de quien los da.

He tenido la bendición de servir como maestra en la Primaria, presidenta de la Mutual en aquel entonces, y también como consejera en la Sociedad de Socorro. Siento que todos esos llamamientos han contribuido en mi conversión y en el fortalecimiento de mi fe y mi testimonio de la veracidad de este Evangelio.

Ver crecer a mi nieto y ayudarlo en su aprendizaje de las Escrituras ha llenado mi corazón. Recientemente compartió conmigo estos sentimientos: “De niño pensaba que las madres eran maravillosas porque nunca se cansaban, no sufrían, y nunca lloraban. Pero a medida que fui creciendo me di cuenta de que lo que las hace maravillosas es que ellas soportan el cansancio, el sufrimiento y toda aflicción porque nos aman.

“Es cierto que hay muchos tipos de madres, pero siempre la nuestra será la más maravillosa. Yo estoy sumamente agradecido porque te tengo a ti. Tú has cambiado tu vida, tu tiempo, y tu forma de pensar por mí; y, porque si hay algún amor al que se le pueda llamar verdadero es al tuyo”.

Amo este Evangelio, amo a mi Padre Celestial y a Su Hijo Jesucristo. Una de mis Escrituras favoritas está en Doctrina y Convenios 101:38: “Y buscad siempre la faz del Señor, para que con paciencia retengáis vuestras almas, y tendréis vida eterna”.

La decisión de bautizarme, que tomé hace 62 años, ha sido la mejor de mi vida.

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