Cómo llegué a saberlo
Aunque Sofía no lo notaba del todo, la semilla del Evangelio continuaba creciendo en su corazón: La historia de conversión de Sofía Madrigal
Entendió que en realidad no estaba sola, que Dios se mantendría a su lado en la medida en que ella lo buscara con diligencia. Sabía en su corazón que no debía temer.
Sofía notó desde pequeña un edificio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que quedaba cerca de su casa. Con frecuencia veía caminar por la calle a los misioneros. Creció en una familia religiosa, aprendiendo en casa algo sobre la Biblia.
No fue sino hasta el 2016 que tuvo su primer contacto con la Iglesia. Ese año, Raquel Scott se mudó de los Estados Unidos a Costa Rica junto con su familia. Raquel asistía al mismo colegio que Sofía, y pronto se volvieron amigas. Raquel le explicó un poco acerca del Libro de Mormón y de la Iglesia. Este conocimiento nuevo era un poco confuso para Sofía, y no quiso aprender más sino hasta después de tres años.
Raquel recibió su llamamiento misional. Sería apartada como misionera de tiempo completo en febrero de 2019, e invitó a Sofía a la reunión de apartamiento. Sofía se sintió gratamente bienvenida por los miembros y aceptó la visita de los misioneros. Los élderes le obsequiaron una copia del Libro de Mormón y avanzaron con las lecciones; pero Sofía no aceptaba aún la invitación a bautizarse.
Sofía era la única en casa que escuchaba a los misioneros, y por esto pensó que quizás era mejor no tener más contacto con la Iglesia. A pesar de eso, se cruzaba con los misioneros frecuentemente, y trataba de evadir el encuentro. Aunque ella no lo notaba del todo, la semilla del Evangelio continuaba creciendo en su corazón.
El Libro de Mormón provee respuestas a nuestras preguntas
Un día, Sofía sintió la impresión de leer el Libro de Mormón y poner a prueba las palabras de Moroni: “Y cuando recibáis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntéis a Dios el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si no son verdaderas estas cosas” (Moroni 10:4).
Continuaba leyendo y oraba preguntando sobre su veracidad. Mientras pasaba las páginas, un sentimiento de paz y gozo iba creciendo dentro de ella. Sabía en su corazón que el libro era verdadero.
Era el mes de agosto cuando terminó de leer todo el libro. Ese día decidió arrodillarse y preguntar. Recuerda haber dicho: “Padre Celestial, por favor necesito que me digas si este libro es verdadero y de ser así, ayúdame a tomar la decisión de unirme a la Iglesia”.
Sofía sabía que era el momento de unirse a la Iglesia; había tomado su decisión. Siguió las impresiones que tuvo al terminar de orar.
“Cuando tomé la decisión de bautizarme, le empecé a enviar mensajes a todos los contactos de miembros que tenía en ese momento”, relata. “Ese día en la tarde, luego de haber mandado todos los mensajes, le pregunté a Dios si yo estaba tomando la decisión correcta y si yo debía bautizarme. No habían pasado ni cinco minutos luego de mi pregunta, cuando recibí una llamada, ¡eran las misioneras! En ese momento comprendí que yo estaba tomando la decisión correcta y que Dios estaba respondiendo a mi pregunta”.
La fortaleza que viene por asistir al templo
Sofía seguía sin contar con el apoyo de su familia. Empezó a escuchar las lecciones fuera de casa. Se bautizó un mes después, el 7 de septiembre de 2019. Su decisión trajo bendiciones a su vida, pero también rechazo y burla de algunos miembros de su familia. El apoyo que recibía de sus líderes y hermanos de la Iglesia la fortalecían.
En una ocasión, al visitar como barrio el Templo de San José, Costa Rica, se dio cuenta de que la mayoría que asistía lo hacía al lado de familiares. Al salir se tomaban fotos en familia, y ella no tenía a ninguno de los suyos a su lado. Volvió a casa sintiéndose triste. Sabía que no era un sentimiento que venía del Señor. Buscando en la web encontró un mensaje del presidente Thomas S. Monson, titulado “Atrévete a lo correcto aunque solo estés”.
Este mensaje era la respuesta que Sofía necesitaba. Así como en alguna ocasión el presidente Monson había estado solo, pero permaneció firme, ella debía mantenerse inquebrantable. Entendió que en realidad no estaba sola, que Dios se mantendría a su lado en la medida en que ella lo buscara con diligencia. Sabía en su corazón que no debía temer.
Cierto día, estando en el templo, derramó su alma al Señor en oración, en favor de su familia. A partir de entonces, su relación con su familia mejoró considerablemente.
La importancia del estudio del Evangelio
“Mi primera experiencia en Instituto ha sido el curso ‘Jesucristo y el Evangelio sempiterno’”, comenta Sofía. “Este curso no solamente me ha enseñado sobre la Iglesia y el Evangelio, también me ha ayudado a acercarme a mi Padre Celestial y a Jesucristo, a tener una relación estrecha con Ellos”. La experiencia de Sofía en este curso la ha ayudado también a hacerse preguntas. “Una de estas es cómo me estoy preparando para la Segunda Venida”, expresa.
“También he pensado que si en aquella mañana José Smith no hubiera orado, nosotros no estaríamos gozando del Evangelio pleno. No tendríamos el sacerdocio, ni conoceríamos por completo el milagro de la expiación de Cristo”, comparte Sofía.
“Gracias a este curso, también he podido sentir cómo Cristo es luz, justicia, misericordia, estabilidad, amor, esperanza, amistad y confianza. Esto me ha motivado cada día a ser más como Él”.
Al orar recibimos respuestas a nuestras preguntas
Una de las bendiciones que Sofía más atesora es ser digna de la compañía del Espíritu Santo. “Cuando deseo hablar con Dios me arrodillo para orar, y cuando quiero saber Su respuesta, leo las Escrituras”, relata. Estos hábitos le dan fortaleza. Además, se esfuerza por afinar su oído espiritual, a manera de entender lo que Dios espera de ella. No hay ninguna decisión que tome, o proyecto que inicie, sin antes preguntar al Señor.
Su Escritura favorita dice: “Lo que es de Dios es luz; y el que recibe luz y persevera en Dios, recibe más luz, y esa luz se hace más y más resplandeciente hasta el día perfecto” (D. y C. 50:24).
Sofía es misionera de barrio y mantiene la esperanza de que su fe ayudará a otros a venir a Cristo. Siempre busca oportunidades de ministrar a otros al compartir sus creencias. Para aquellos que investigan la Iglesia, Sofía tiene un testimonio poderoso de la verdad.
Con sencillez expresa: “Sé que esta Iglesia es verdadera. Yo he recibido de Dios la confirmación de que el Libro de Mormón es Su palabra y que el camino en el que me encuentro es Suyo. Sé que soy Su hija y que Él tiene un plan para mí. Prestaría mi testimonio una y otra vez a todo el que tenga dudas, porque deseo que otros gocen de las bendiciones que yo tengo.
“Yo sé que Jesucristo vive. No sabemos qué día vendrá, pero solamente abriendo nuestros corazones escucharemos esa dulce voz que dice: ‘Ten confianza en mí. Ven, y sígueme’”.