2022
En la obra misional debemos dar el primer paso, y Dios se encargará de abrir el camino
Abril de 2022


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En la obra misional debemos dar el primer paso, y Dios se encargará de abrir el camino

Frederick Schosinsky Chaves es el único miembro de su familia, se bautizó en el 2018 y un año después fue apartado como misionero. Luego de dos años de servir como misionero, asiste a la Estaca San José, Los Yoses, Costa Rica. Para Frederick la obra misional ha cambiado su vida, y dentro del plan de Dios todas las cosas pasan en el momento correcto.

Los bisabuelos y el abuelo de Frederick son alemanes y llegaron a Costa Rica provenientes de ese país. Sus demás familiares, incluyendo a su papá, nacieron en tierras ticas. Cuando Frederick estudiaba séptimo grado pensó que por sus raíces debía aprender alemán; sus padres estaban separados, pero su mamá logró matricularlo en un colegio que enseñaba el idioma.

En su último año de colegio conoció a una amiga miembro de la Iglesia; ella junto a su familia le invitaron a conocer la Iglesia. Frederick aceptó asistir un domingo junto a la familia Brenes. Ese día dos cosas le impactaron: la Santa Cena y la clase en que participó. Durante la Santa Cena pensó en el simbolismo del pan y el agua, al participar de la clase recuerda que hablaron sobre “la fe sin obras es muerta”; para Frederick este concepto era nuevo, él pensaba que la fe era esperar pasivamente, pero ese domingo aprendió que Dios espera que actuemos y entonces Él responderá.

La familia Brenes fueron sus misioneros, las charlas misionales las impartían ellos; también aprendía participando de noches de hogar, oraciones y otras actividades de la Iglesia.

Un día Frederick decidió orar y preguntar acerca de la veracidad de la Iglesia de Jesucristo. Él recuerda que afuera de su habitación había ruido y no tenía mucha experiencia orando, así que de forma sencilla elevó a Dios sus sentimientos. La respuesta de Frederick fue sencilla, el ruido de afuera había desaparecido, en su corazón solo podía sentir paz y tranquilidad.

Días después Frederick conoció a los misioneros en la casa de los Brenes. Al compartir sus sentimientos, los misioneros le enseñaron que esa era una respuesta de Dios, Frederick se sintió incluido al pensar que podría participar de la Santa Cena; no sabía qué pasos seguían, pero estaba seguro de que deseaba avanzar. Frederick recibió una invitación a ser bautizado y días después, el 10 de febrero de 2018, lo hizo.

La familia Brenes no se limitó a compartir una referencia con los élderes, ellos le guiaron durante todo su proceso de enseñanza, abrieron su hogar y miraban a Frederick como lo que podía llegar a ser. Frederick sintió que no estuvo solo, así que cuando tenía dudas sabía quién podía ayudarle, desde el inicio sintió que la Iglesia era como una familia.

Durante el 2018 Frederick participó activamente de los programas y reuniones de la Iglesia; un día su obispo se acercó y le preguntó acerca de la misión. Frederick es un joven que se compromete con las decisiones que toma; él pensaba que no sabía mucho, pero sentía que era algo que debía hacer.

Con la determinación de un misionero, fue a visitar a su mamá y le comunicó su decisión, él tenía solo 17 años en ese momento. Esa noche hubo un debate en casa y parecía que Frederick tendría que avanzar solo; no había temor en él, sabía lo que el Espíritu Santo le había hecho sentir y estaba dispuesto a actuar con fe. Al día siguiente la mamá de Frederick le preguntó qué cosas necesitaba para servir una misión, ella decidió apoyarlo. Para Frederick era una confirmación más que Dios no nos deja solos; Frederick tiene un testimonio que en la obra misional uno debe dar el primer paso y entonces Dios se encarga de abrir el camino.

El llamamiento misional de Frederick llegó. Junto a sus amigos de la Iglesia leyó su carta misional. Frederick había sido llamado para servir por 24 meses en la Misión Alemania, Berlín. Una vez más un sentimiento que Dios se encarga de los detalles vino al corazón de él. Hacía cinco años de aquella decisión de aprender el idioma; hacía un poco más de un año de la invitación de su amiga para conocer la Iglesia y solo meses de la decisión de servir; en el plan de Dios todo estaba pasando en el momento adecuado.

Frederick entró a la misión en el 2019, a pesar del Covid-19 no regresó a su país, sino que pudo servir los dos años en Alemania. Una experiencia que le hace reforzar su testimonio de la obra misional pasó meses después de un cambio de área. Había conocido a algunos investigadores, pero no progresaron como se esperaba, meses después recibió un mensaje de uno de ellos diciendo que se había bautizado, el mensaje decía que el ejemplo de él había influido en esa decisión.

Frederick piensa que en la obra misional cada instante cuenta; siempre habrá un vecino, amigo o compañero que ve lo que hacemos por lo que debemos ser un ejemplo en todo momento; nunca se sabe cuándo nuestra influencia puede ayudar a otros. Para Frederick podemos tener mucho éxito al vivir como discípulos de Jesucristo, ya que otros pueden interesarse en la vida que tenemos. La vida está llena de pequeños milagros, y cada día es una nueva oportunidad de enseñar sobre el evangelio de Jesucristo, nunca se sabe cómo las pequeñas invitaciones influirán en otros, a veces sin esperarlo.

Frederick tiene un testimonio de que el Señor se preocupa de todos los detalles, Él está en todo. La mejor manera de predicar es con el ejemplo; no podemos medir todo el impacto que tendremos en otras personas, pero ahí radica lo hermoso de servir. Una invitación sencilla en la obra misional cambió la vida de Frederick.