Voces de los Santos
Cómo apoyamos a nuestra hermana ministrada a entrar al templo
Uno de los objetivos de la ministración es lograr que nuestras hermanas hagan convenios con el Señor para tener una conversión más profunda en este Evangelio.
Ser hermana ministrante es un llamamiento que me encanta. Al ministrar podemos disfrutar de la bendición de servir a otras personas y así acercarnos más a Jesucristo.
Junto con Liliana Núñez fui asignada a ministrar a Heidi, una joven madre de tres niños. Su casa nos quedaba como a cuatro kilómetros de distancia y, pese a las dificultades para caminar de mi compañera, la fuimos a visitar. Hicimos una conexión inmediata, sentimos que nos conocíamos desde hacía mucho tiempo.
Una tarde que la ministrábamos, hablamos sobre el propósito de los templos y de la importancia de hacer convenios con el Señor. Le explicamos que, para poder entrar en la Casa del Señor, ella tenía que prepararse. Aprovechamos la oportunidad para ofrecerle nuestra ayuda y apoyo para hacerlo. Felizmente aceptó nuestra ayuda e inició su preparación. Durante ese tiempo surgieron desafíos, pero siguió adelante.
El 19 de noviembre de 2019 las tres asistimos al templo de Tegucigalpa, Honduras, para que ella pudiera hacer convenios con el Señor. Al estar en el salón celestial las tres juntas, no tuve duda que, si pedimos la guía del Salvador para ministrar, podemos ayudar a Sus hijos a recibir Sus bendiciones.
Nuestro profeta nos extendió la invitación de cuidar de nuestras hermanas de una manera más santa y elevada. Al ministrar en el nombre de Jesucristo con bondad, compasión y poder, veremos milagros.