Voces de los Santos
Cuidar y velar como lo haría el Salvador
“La ministración hace que ayudemos y hermanemos al hermano que nos necesita, pero sin duda primero nos cambia el corazón y nos da el deseo de querer servir más como el Salvador”.
Recuerdo el momento en que se cambió el nombre de maestros orientadores a hermanos ministrantes. Las cosas que debíamos hacer eran las que un buen cristiano debería hacer.
Mi servicio como hermano ministrante ha estado lleno de desafíos, como el de todos, pero en su gran mayoría lleno de muchas bendiciones y luz. Ministrar para mí significa cuidar y velar como lo haría el Salvador, de forma personal con el prójimo, con amor y dedicación, conscientes de que a veces no será fácil, pero siempre será gratificante.
Ministrar nos cambia el corazón
Siendo hombre joven, visité a un hermano no vidente. Como su hermano ministrante, pasaba por su casa y compartía un mensaje. Nos hicimos muy amigos. Casi a diario lo visitaba e íbamos juntos a la Iglesia cada domingo. El hermano Luis me incentivó a asistir al templo. Pude asistir cuando ya cumplí 18 años, pero fue el amor que él me dio lo que realmente me conmovió a hacer los planes para viajar a Honduras por primera vez. La ministración hace que ayudemos y hermanemos al hermano que nos necesita, pero sin duda, primero nos cambia el corazón y nos da el deseo de querer servir más como el Salvador.
Agradezco a mi Padre Celestial la oportunidad que me ha dado de tener a hermanos cerca, personas que han demostrado, a través de su humildad, que al igual que todos necesitan al Señor. Doy gracias por mostrarnos a través de Su ejemplo la manera en cómo debemos cuidar a nuestros hermanos y gozar de la bendición de ser ministrados.