Tiernos acentos
“Alegran al triste que llora; valor y consuelo le dan, y donde tinieblas ya reinan, la luz y el amor entrarán” (“Oh, hablemos con tiernos acentos”, Himno nro. 151)
Ningún cónyuge es perfecto. Existen diferencias en el matrimonio y, a veces, si nos descuidamos, las diferencias podrían permitir que entren tinieblas al corazón y al hogar.
Sin embargo, los convenios que hemos hecho, el amor de nuestro Padre Celestial y de Jesucristo, Su Expiación y el Evangelio sí son perfectos.
A medida que nos esforzamos por llegar a ser uno en Cristo y uno como pareja, todos estos elementos perfectos ayudarán a nuestras imperfecciones.
Los finales felices sí existen, se logran a través de los convenios que hacemos con nuestro Padre Celestial y Jesucristo. Logramos ese “felices para siempre” cuando nos apoyamos mutuamente por vivir esos convenios y nuestra perspectiva se centra y se mantiene con las bendiciones del templo.
La parte central del plan de felicidad es la familia. No puede existir una familia sin un esposo y una esposa fieles, porque el matrimonio es una parte esencial del plan de salvación y exaltación.
Con la ayuda de Ana Lorena de Alemán