Liahona
Conectarse con el Espíritu en un lugar poco espiritual
Junio de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Conectarse con el Espíritu en un lugar poco espiritual

Durante mi servicio militar en Corea del Sur, fui separado de la Iglesia, pero algunas cosas mantuvieron mi fe fuerte.

Un joven leyendo las Escrituras y meditando

Al crecer en Corea del Sur, a menudo era el único miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días entre mis amigos y compañeros de clase. A veces era difícil explicar por qué no hacía las mismas cosas que mis amigos, pero defender mis creencias siempre parecía fortalecer mi fe.

Sin embargo, cuando llegué a ser un joven adulto, afronté más tentaciones y me encontré en un ambiente espiritualmente más contaminado del que jamás había estado.

Un lugar espiritualmente contaminado

En Corea del Sur, los hombres jóvenes adultos están obligados a prestar servicio en las fuerzas armadas por unos años. Cuando estaba en medio de mi servicio militar después de servir en mi misión, me sentía más solo en mi fe que nunca, por muchas razones.

Por un lado, era difícil estar separado de otros miembros de la Iglesia y de mi familia, pero otra dificultad era estar rodeado de cosas que van en contra de nuestras normas. Por ejemplo, el alcohol está en todas partes en Corea del Sur, especialmente en las fuerzas armadas. Después de los entrenamientos, era común que todos se reunieran para beber juntos. Cuando se enteraron de que yo no bebía alcohol, hicieron lo que pudieron para obligarme a hacerlo. A sus ojos, no solo me estaba aferrando a mis valores, sino que iba en contra de la cultura.

Lamentablemente, también era común que mis compañeros soldados hablaran de las mujeres de una manera mundana y sexualizada que me hacía sentir incómodo. Era un desafío escuchar sus malas palabras todos los días. Además, no podía asistir a la iglesia, participar de la Santa Cena, asistir al templo ni hacer muchas cosas relacionadas con el Evangelio durante ese período.

Por un tiempo, me sentí muy solo y me preguntaba qué podía hacer para sentir el Espíritu y mantener mi fe fuerte. ¿Cómo podía permanecer en lugares santos cuando no tenía la opción de hacerlo?

Las pequeñas cosas

Después de atravesar un período de dificultades, decidí que debía asumir la responsabilidad de sentir el Espíritu, incluso en un ambiente mundano. Una cosa que me ayudó fue llevar conmigo las Escrituras que utilicé en la misión durante mi servicio. En verdad son los pequeños hábitos que hacemos cada día —leer las Escrituras, orar y buscar oportunidades para prestar servicio y ser más semejantes al Salvador— lo que nos mantiene conectados con el Espíritu.

Un día me encontré con 1 Corintios 10:13, que dice: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

Mientras leía ese pasaje de las Escrituras, me di cuenta de que, aunque me sentía solo, el Padre Celestial estaba conmigo. Si continuaba acercándome a Él y a mi Salvador, Ellos me ayudarían a encontrar una manera de soportar fielmente mi servicio militar y regresar a casa con un testimonio más fuerte que antes.

Recordar quién soy

Las Escrituras se convirtieron en un salvavidas para mí durante esa época en la que estuve separado de la capilla y de otros miembros. Hablar con el Padre Celestial todos los días y leer las Escrituras me mantuvo conectado con Él y me recordó mi identidad divina, que fue otra clave para sobrevivir espiritualmente.

Recordar que soy un hijo amado de padres celestiales mantuvo fuerte mi fundamento de fe, especialmente cuando hice frente a la tentación.

El élder Alan T. Phillips, de los Setenta, recientemente enseñó: “Jesucristo desea que conozcan a su Padre Celestial y entablen una relación con Él […].

“Ustedes son hijos Suyos. Si se sienten perdidos, si tienen preguntas o falta de sabiduría, si sufren por sus circunstancias o lidian con la disonancia espiritual, acudan a Él. Oren a Él para que les dé consuelo, amor, respuestas y dirección. Lo que sea que necesiten, y estén donde estén, derramen su corazón a su Padre Celestial”.

Aunque no puedas asistir al templo, ir a la Iglesia o participar de la Santa Cena por cualquier razón, recordar tu identidad divina siempre puede proporcionarte una manera de volver a conectarte con el Espíritu y profundizar tu relación con el Padre Celestial y Jesucristo.

Siempre tenemos acceso a la santidad

Cuando terminé mi servicio militar, di prioridad a los hábitos espirituales más que nunca. El poder asistir al templo, participar de la Santa Cena y estar totalmente comprometido con el Evangelio fue un contraste con el ambiente en el que había estado durante los dos años anteriores. Ahora siento la plenitud de las bendiciones, el consuelo y el gozo que el Evangelio de Jesucristo nos ofrece. Me alegro de haber permanecido fiel hasta que esto fuera posible.

Si alguna vez te encuentras en circunstancias que te obliguen a estar en lugares que no son tan santos, aférrate a tu fe. He aprendido mucho acerca de cómo plantar nuestras semillas de fe en tierra firme y permitir que esas raíces se aferren para que podamos resistir las tentaciones y los desafíos del mundo.

No importa cuán oscuros tu entorno o tus desafíos a veces puedan parecerte, no olvides que tienes acceso constante al cielo por medio de la oración, las Escrituras y el don del Espíritu Santo.

Como enseñó recientemente el élder Joaquín E. Costa, de los Setenta: “¿Qué es lo que les otorga este poder para atravesar situaciones tan difíciles? ¿Qué es lo que les da una capa extra de fortaleza para seguir adelante cuando todo parece perdido?

“He aprendido que la fuente de esa fortaleza es la fe en Jesucristo, cuando intencionalmente venimos a Él todos los días”.

Dondequiera que estés, si te esfuerzas por seguir a Jesucristo y te aferras a tu fe, cualquier lugar puede llegar a ser un lugar santo donde puedas recibir y compartir Su luz.