Liahona
Lo que una hogaza de pan me enseñó acerca de ministrar
Junio de 2024


“Lo que una hogaza de pan me enseñó acerca de ministrar”, Liahona, junio de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Lo que una hogaza de pan me enseñó acerca de ministrar

¿Qué podría darle de comer a mi hija esa noche que funcionara para su dieta?

Fotografía para acompañar el artículo sobre ministrar

Mi amiga Wendy es una cocinera fantástica. Desde el día en que se mudó a la calle de nuestra familia, ha estado compartiendo comida con nosotros. Siempre tiene una excusa: “Esto no cabe en mi refrigerador” o “¡Hice demasiado!”. No importa lo que diga cuando trae lo que ofrece, lo que siempre escucho es: “Te quiero”.

Sentí su amor por nuestra familia sobre todo después de un día muy difícil. A una de mis hijas se le había diagnosticado recientemente un trastorno alimentario y todo lo relacionado con la comida empezó a ser difícil y estresante en nuestro hogar.

Una noche, mi hija y yo nos reunimos con su equipo de terapia. En esa reunión, se le dio un plan de comidas y a mí me dieron la tarea de preparar y planificar tres comidas y tres refrigerios para ella cada día. Esas comidas y refrigerios tenían que cumplir ciertas pautas alimentarias que la ayudarían a recuperar su peso.

Para mí, esa tarea era abrumadora. No soy una gran cocinera, así que recibir pautas tan específicas e intentar lograr que mi reacia hija comiera tanta comida casi me hizo llorar. Mientras regresábamos a casa, mi mente se fijó abatida en un pensamiento: “Esta noche no tengo nada que sea adecuado para su refrigerio nocturno”.

Al llegar a casa, entré por la puerta y de inmediato olí algo delicioso. Allí, en la mesa de la cocina, había una hogaza de pan de banana que Wendy nos había dejado mientras no estábamos. Contenía cereal, fruta y grasa, ¡perfecto para el refrigerio nocturno que necesitábamos! Y lo que es mejor, mi hija se lo comió de buena gana.

Cuando llamé a Wendy más tarde para darle las gracias por el pan, no le conté lo que había sucedido. Probablemente se preguntó por qué estaba tan emocionada por su regalo. Wendy no sabía que estábamos teniendo dificultades. Simplemente había hecho “demasiado” pan de banana y no quería que se echara a perder.

Unos meses después, mientras escuchaba un pódcast acerca de ser personas que guardan los convenios, me pregunté lo que realmente significaba guardar los convenios. Entonces me vino a la mente el regalo del pan de banana de Wendy.

Cuando Wendy siguió su corazón y nos trajo pan ese día, lloró con los que lloraban y consoló a los que necesitaban de consuelo (véase Mosíah 18:9), incluso sin conocer toda la historia y eso en verdad marcó la diferencia.