“¿A qué renunciaría para conocer a Dios?”, Liahona, julio de 2024.
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¿A qué renunciaría para conocer a Dios?
Vivir el Evangelio a menudo requiere sacrificio. El Padre Celestial nos pide que renunciemos a nuestras tendencias naturales para recibir algo mucho más grande: el conocimiento de Dios y las incomparables bendiciones que Él nos ofrece.
El padre del rey Lamoni demostró esta disposición al sacrificio cuando oró: “Si hay un Dios, y si tú eres Dios, ¿te darías a conocer a mí?, y abandonaré todos mis pecados para conocerte, y para que sea levantado de entre los muertos y sea salvo en el postrer día” (Alma 22:18; cursiva agregada).
El presidente Russell M. Nelson enseñó que vencer al mundo y acercarse más al Padre Celestial y a Jesucristo incluye “optar por abstenerse de todo lo que aleje al Espíritu” y “estar dispuestos a abandonar incluso nuestros pecados favoritos”.
Bendiciones
Además de las bendiciones que buscaba el padre del rey Lamoni, a saber, la resurrección y la salvación, el presidente Nelson ha mencionado otras más que provienen de nuestros esfuerzos por parecernos más a Jesucristo y permanecer en la senda de los convenios. Entre ellas se encuentran las siguientes:
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Cambio de corazón y naturaleza
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Caridad
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Humildad
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Generosidad
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Bondad
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Disciplina personal
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Paz
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Confianza
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Gozo
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Descanso
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Fortaleza espiritual
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Revelación personal
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Aumento de la fe
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Ministración de ángeles
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Milagros
Si le cuesta sacrificar ciertos pecados, no se dé por vencido. El presidente Nelson nos recuerda que “vencer al mundo ciertamente no significa llegar a ser perfectos en esta vida, ni significa que sus problemas se esfumarán como por arte de magia, porque no lo harán. Y no significa que no seguirán cometiendo errores. Sin embargo, vencer al mundo sí significa que la resistencia de ustedes al pecado aumentará”.
A medida que nos esforcemos por renunciar a nuestros pecados como el padre del rey Lamoni, descubriremos que conocer a Dios siempre vale la pena el sacrificio. Al hacerlo, cada vida llegará a ser algo más grande de lo que podríamos haberlo hecho por nosotros mismos.