Liahona
Mi mensaje de Dios
Julio de 2024


“Mi mensaje de Dios”, Liahona, julio de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Mi mensaje de Dios

No tuve un testimonio del Libro de Mormón hasta que el Señor me habló por medio del libro de Helamán.

Imagen
hombre sonriente con los brazos cruzados

Fotografía por cortesía del autor

Cuando un amigo me invitó a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en 2020, acepté a regañadientes. Al principio no me pareció un lugar adecuado para mí, pero seguí asistiendo a la reunión sacramental. Finalmente, fui bautizado.

Sin embargo, no entendía el concepto de tener un testimonio tal como lo decían otros miembros de la Iglesia. Las misioneras y yo habíamos leído juntos algunos versículos de las Escrituras, pero nunca había abierto el Libro de Mormón por mi cuenta. A pesar de los grandes esfuerzos de los miembros de la Iglesia por hacerme sentir bienvenido y mantenerme activo, pronto empecé a llegar tarde a la capilla, a faltar a las reuniones y a volver a un estado mundano.

Entonces llegó un día en que sentí un altibajo emocional y el corazón atribulado. Sentía que había sido demasiado inestable, mundano y antagónico hacia las cosas de Dios. Reconocí que no iba por buen camino. Mientras me hallaba en ese estado de ánimo, observé las Escrituras sobre la cama.

Le pedí a Dios que me dijera algo. Oré un poco y esperé a oír algo. Necesitaba consuelo y claridad.

Entonces lo oí. No sé si el sonido procedía de mi mente o de mis oídos, pero oí las palabras “Helamán 3:27”. Sabía que el libro de Helamán estaba en el Libro de Mormón, así que tomé las Escrituras y fui al índice para buscarlo.

Lo que leí a continuación fue un mensaje de Dios para mí, específicamente para aquel momento de mi vida: “Así vemos que el Señor es misericordioso para con todos aquellos que, con la sinceridad de su corazón, quieran invocar su santo nombre”.

Este pasaje cambió mi percepción sobre mis acciones y sobre el Libro de Mormón. Me di cuenta de que mis hechos y mi falta de sinceridad hacia Dios habían sido equivocadas y que necesitaba implorarle y arrepentirme. Sé que Dios no me negará Sus misericordias y bendiciones mientras sea sincero al implorarle y seguirlo.

Así fue como obtuve mi testimonio del Libro de Mormón, un libro por el que no había mostrado ningún interés en leer. Sé que Dios vive, que nos habla hoy y que el Libro de Mormón es verdadero.

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