Liahona
“Por favor, ayúdala”
Julio de 2024


“Por favor, ayúdala”, Liahona, julio de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

“Por favor, ayúdala”

La historia familiar y la obra vicaria del templo me ayudaron a superar los sentimientos de fracaso y soledad.

Templo de Manila, Filipinas

Fotografía del Templo de Manila, Filipinas, por Russell Sun De la Cruz

Un día, en el trabajo, me sentí desconsolada y sola. Creía que le había fallado a mis antepasados debido a los muchos errores que había cometido. Le supliqué al Padre Celestial que me diera fuerzas.

Una o dos semanas después, una hermana se me acercó luego de las reuniones dominicales y me preguntó si yo era Jenny Casama. Se presentó como Michelle (Mich) Bautista, una de las consultoras de templo e historia familiar del barrio. Me explicó que había tenido un sueño en el que tres mujeres vestidas de blanco y de apellido Casama habían acudido a ella en busca de ayuda y le habían suplicado: “Por favor, ayúdala”.

La hermana Mich comprendió que aquellas mujeres le pedían que ayudara a su pariente, a mí, a aprender más sobre la obra del templo y la historia familiar.

La hermana Mich me dijo: “Veamos si podemos encontrar a esas mujeres en su árbol familiar”.

En el sitio web de FamilySearch descubrimos los registros de mi abuela Damasa Casama, su hermana Emiliana Casama y mi bisabuela Eugenia Casama. Sin ninguna duda, sabíamos que eran las mujeres del sueño. Me invadió una dulce sensación de paz y sentí que el amor de mis antepasados se desbordaba en ese mismo instante. Lloramos por la felicidad que sentíamos en nuestros corazones. Sentí que se preocupaban mucho por mí y, a cambio, tuve un profundo sentimiento de amor por ellas.

Entonces me di cuenta de mi responsabilidad de ayudarlas a ellas y a mis otros antepasados a recibir las ordenanzas del templo. Nuestros antepasados han estado esperando, algunos desde hace mucho tiempo, a que nosotros en la tierra efectuemos esas ordenanzas sagradas por ellos.

Más tarde, ese mismo año, fui bautizada en el templo por ellas tres. Testifico de la belleza de la obra de historia familiar y del poder que trae a mi vida.

Como dijo el presidente Russell M. Nelson: “Aunque la obra del templo y de historia familiar tiene el poder para bendecir a los que están más allá del velo, tiene el mismo poder para bendecir a las personas que están vivas. Tiene una influencia refinadora en aquellos que participan de ella. Estos literalmente están ayudando a exaltar a su familia”.

Sé que la Iglesia es verdadera y que no podemos perfeccionarnos sin nuestros antepasados.