Liahona
Verdades que me ayudaron a confiar en el poder del Salvador para cambiarme
Julio de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Verdades que me ayudaron a confiar en el poder del Salvador para cambiarme

La autora vive en Samoa.

Aceptar Su poder sanador puede ayudarnos a crecer y cambiar.

dos mujeres se abrazan

¿Alguna vez has sentido que te has equivocado demasiadas veces? ¿Como si no tuviera sentido empezar de nuevo y volver a intentarlo, porque seguirías cometiendo los mismos errores?

Recuerdo un día en que me sentía desesperada y estancada. Estaba llorando frente a mi mejor amiga por una debilidad que tengo. Una debilidad que siento que siempre he tenido.

Me había derrumbado y, sinceramente, ni siquiera quería tratar de volver a levantarme. Me había estado esforzando para recibir mi investidura y servir en una misión durante un par de años, pero mis dificultades me estaban frenando. Ni siquiera sentía que fuera digna de seguir tratando de ser miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Esa noche, solo quería darme por vencida. Sin embargo, el amor y el apoyo de mi amiga me recordaron algunas experiencias que mantienen fuerte mi testimonio y me ayudan a confiar en el poder del Salvador para cambiarme.

Tal vez te ayuden a ti también.

El arrepentimiento: La clave del progreso

Tengo que ser sincera: no siempre he creído en la promesa de Jesucristo de que Él puede “ha[cer] que las cosas débiles sean fuertes” (Éter 12:27). He sentido que me he equivocado demasiadas veces y que Su promesa de perdón no está a mi alcance.

Sin embargo, aprender más sobre el don del arrepentimiento ha cambiado mi enfoque para superar la debilidad. El presidente Russell M. Nelson enseñó que “el arrepentimiento es la clave del progreso”. El arrepentimiento no es algo que hacemos una vez que hayamos solucionado los problemas y estamos listos para dejar atrás nuestras luchas; es la forma en que invitamos el poder del Señor a nuestra vida.

A menudo he sentido que Satanás sabe exactamente cómo desanimarme. Pero como también enseñó el presidente Nelson: “Por favor, no teman ni demoren el arrepentimiento. Satanás se deleita en la desdicha de ustedes. Acaben con eso […]. El Salvador nos ama siempre, pero especialmente cuando nos arrepentimos”.

Me ha llevado mucho tiempo, pero finalmente estoy aprendiendo a confiar en que el Salvador desea que me arrepienta. Él desea que yo vuelva a vivir con Él y el Padre Celestial.

Entender el amor puro de Cristo

Las interminables invitaciones del Salvador a arrepentirme me ayudaron a ver otros principios del Evangelio bajo una nueva luz, como la caridad. En la Iglesia, definimos la caridad como “el amor puro de Cristo […], el amor más fuerte, más noble y más elevado, y no tan solo un sentimiento de afecto”. Siempre he creído en la importancia de la caridad, pero creo que no sabía cómo empezar a desarrollar la caridad hasta que comencé a entender que la propuesta del Salvador de perdonar mis pecados tanto como me arrepienta es una expresión de Su amor perfecto por mí.

Y cuando comencé a creer que el Salvador realmente me ofrecería infinitas oportunidades de arrepentirme y venir a Él, empecé a ver a las personas que me rodeaban de manera diferente. Me di cuenta de que podía seguir Su ejemplo al tener caridad hacia quienes me hacían daño. Podía ofrecer perdón y comprensión a quienes juzgaban injustamente mis imperfecciones.

El cimiento del cambio

Estos dos principios —el arrepentimiento y la caridad— han sido el cimiento de mis esfuerzos por permitir que Jesucristo me cambie. He comenzado a verlos como principios complementarios y entrelazados.

El presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, enseñó que “la gratitud por la remisión de los pecados es la semilla de la caridad”. Esto ha sido cierto para mí a medida que he ido cambiando por medio del arrepentimiento y he sentido gratitud por el amor y el perdón de Dios. Y ahora quiero que otras personas sientan el amor de Dios como yo lo he sentido.

De modo que, en los días en que pierdo la motivación y me siento tentada a faltar a la Iglesia o a dejar de lado las cosas importantes, recuerdo que tal vez pueda apoyar a otra persona. Tal vez pueda ser un ejemplo para aquellos a mi alrededor que también están teniendo dificultades.

El amor que siento por mi Salvador y la caridad que siento por los que me rodean me mantienen fuerte. Me recuerda la caridad que Él tiene por mí. Todavía me estoy esforzando por superar mis debilidades, pero sé que confiar en Su poder sanador me ayudará a seguir creciendo y a llegar a ser más semejante a Él.