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Seis ideas para hablar sobre la resiliencia emocional con los hijos
Haga que la práctica de la resiliencia emocional sea una actividad normal en su hogar.
La resiliencia emocional es “la capacidad de adaptarse a los desafíos emocionales con valor y con la fe centrada en Jesucristo”.
La resiliencia emocional surge de nuestras fortalezas interiores que nos fueron dadas divinamente, las cuales aumentan con la experiencia y en relación con el Señor. Al hablar sobre la resiliencia emocional, la Primera Presidencia nos invitó a “estudiar y aplicar esos principios con diligencia y a enseñarlos a los miembros de [nuestra] familia”, y prometió que “el aceptar y vivir [los] principios [de la resiliencia emocional nos] permitirá recibir la fortaleza prometida por el Señor”.
Cómo iniciar conversaciones
A medida que nos esforzamos por actuar de acuerdo con esa invitación de enseñar sobre la resiliencia emocional a los miembros de nuestra familia, puede ser difícil saber por dónde empezar. Estas son algunas maneras en las que puede hacer que estas conversaciones ocurran de forma natural:
1. Guíe mediante el ejemplo.
Se nos enseña a “implora[r] a Dios todo [nuestro] sostén” (Alma 37:36). Podemos ser un ejemplo para nuestros hijos de cómo llevar nuestras preocupaciones o inquietudes a nuestro Padre Celestial y cómo hallar resiliencia y fortaleza por medio de Su amor y guía. Podemos orar para pedir fortaleza y la paz que se reciben por medio del poder habilitador de Jesucristo gracias a Su Expiación. Cuando los hijos escuchan que nos comunicamos con el Padre Celestial de una manera positiva y resiliente, ellos también pueden sentirse confiados y seguros al acudir a Él.
Así como acudimos al Padre Celestial para expresar nuestros pensamientos y sentimientos y para buscar Su ayuda y guía, también podemos esforzarnos por ser extensiones de Su amor y ser refugios seguros a los que nuestros hijos puedan recurrir y en los que puedan confiar para contener sus emociones. Demuéstreles que pueden manejar esas emociones en una relación amorosa con usted y, cuando sea apropiado, ore con sus hijos para recibir guía y fortaleza del Padre Celestial en cuanto a las necesidades emocionales.
2. Preste atención y escuche lo que dicen sus hijos.
“El momento de escucharles es precisamente cuando ellos sientan la necesidad de hablar”, dijo el presidente Russell M. Nelson. Y agregó:
“Los niños, por naturaleza, anhelan contar sus experiencias, las que varían entre la felicidad y las tristezas […]. ¿Tenemos interés en escucharles? Si tratan de expresar su angustia, ¿podemos escuchar algo sorprendente sin entrar en un estado de shock? ¿Podemos escucharles sin interrumpir y sin hacer juicios repentinos que cierren la puerta al diálogo? Podemos mantener abierta esa puerta si les hacemos saber que confiamos en ellos y comprendemos lo que sienten. Los adultos no deben hacer de cuenta que algo no ha sucedido solo porque no quisieran que hubiese sucedido […].
“Es importante escuchar a nuestros hijos adolescentes en el preciso momento en que ellos lo necesitan, por ejemplo, cuando se sientan solos o perturbados, aun cuando ese momento no sea el más oportuno para los padres; y cuando parece que menos necesitan nuestra atención, quizás sea cuando más la necesitan”.
La hermana Joy D. Jones, quien fue Presidenta General de la Primaria, también nos aconsejó evitar que los dispositivos electrónicos se interpongan entre nosotros y nuestros hijos: “No permitamos que la conveniencia de los dispositivos electrónicos nos impida enseñar y escuchar a nuestros hijos y mirarlos a los ojos”.
3. Exprese confianza en sus hijos.
“Nuestros hijos tienen la capacidad de progresar a pesar de los desafíos actuales”, enseñó el élder Lynn G. Robbins cuando era miembro de los Setenta.
Podemos mostrarles a nuestros hijos que creemos en ellos diciéndoles: “Esto es difícil. Lo estás haciendo bien. Con la práctica, lo harás aún mejor”.
4. Lleve a cabo consejos familiares y escuche las perspectivas de sus hijos.
Al enseñar acerca de los consejos familiares, el presidente M. Russell Ballard (1928–2023) dijo: “Los hijos necesitan desesperadamente padres que estén dispuestos a escucharlos”. También enseñó: “Cuando los padres están preparados y los hijos escuchan y participan en el intercambio de ideas, ¡el consejo familiar realmente está funcionando!”.
Trate de pedir consejos a los hijos sobre cómo manejar situaciones difíciles. Es posible que les entusiasme saber que valora sus opiniones.
5. Testifique del amor y la fortaleza que recibe del Padre Celestial y de Jesucristo.
El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, enseñó que “nuestros hijos también deben escucharnos expresar nuestro testimonio con frecuencia”, lo cual los “fortalecer[á] al instarles a que se definan a sí mismos de acuerdo con su creciente testimonio”.
6. Anime a los hijos a estar tranquilos y cómodos al procesar sus emociones.
Podemos mostrarles a nuestros hijos que tener emociones es normal. En ocasiones, podría decir: “Me siento X porque Y”. Cuando sus hijos están sensibles o luchan con sentimientos fuertes y angustiosos, usted podría sentir que sus propias emociones se intensifican, e incluso podría sentirse un poco abrumado con sus propias emociones. En lugar de reaccionar a las emociones que siente, mantenga la calma y demuestre que los sentimientos son normales y que pueden expresarse de maneras más saludables.
De vez en cuando, reconozca su propia debilidad. Como padre o madre, podría decir: “Alguna vez tuve diez años y me metí en problemas en la escuela debido al enojo, al igual que tú. Esto es lo que hice para controlar mi enojo”. Podemos ayudar a nuestros hijos a saber que comprendemos sus experiencias. Al responder con amor y calma, ellos pueden sentir que no están solos.
Podría ser importante ayudar a nuestros hijos a reconocer la importancia de calmar las emociones fuertes y comprender cómo ciertas emociones afectan nuestra salud espiritual. El élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, lo describió de esta manera: “El Espíritu tiene una función trascendental para comunicar el amor que Dios siente por nosotros [véase Gálatas 5:22]. Sin embargo, Su influencia puede quedar escondida ‘debido a emociones fuertes, tales como el enojo […] [o] el miedo […]; es como tratar de paladear el delicado sabor de una uva mientras se come un chile jalapeño […]. [Un sabor] se superpone al otro’”.
Al trabajar con nuestras propias emociones y las de nuestros hijos, puede resultar útil recordar que las emociones a menudo son estimaciones de cuán beneficioso o amenazante es algo. Podemos evaluar con calma qué tan adecuadas son las emociones y practicar cómo responder a ellas con un nivel de intensidad más adecuado.
Como ejemplo de esto, un adulto apartó a un niño enojado y le dijo: “Está bien. No estoy enojado. Me preocupa que tu agresión lastime a alguien o aleje a las personas. ¿Qué sientes? Tus sentimientos son importantes. ¿Cómo podemos manejarlos?”. Cuando un niño esté molesto, usted podría preguntarle: “¿Estás bien? ¿Qué sucede?”.
El élder Robert D. Hales (1932–2017) nos aconsejó que “prest[emos] amorosa atención y evit[emos] las interrupciones”. Ayude a sus hijos a sentirse seguros al hablar de sus emociones y no olvide deleitarse también con sus experiencias y emociones positivas. Por ejemplo, cuando un niño ha recibido una buena calificación en la escuela, su padre o madre puede decir: “¡Eso es maravilloso! Me alegro de que te sientas positivo cuando te va bien en la escuela. ¿Por qué crees que te hace sentir bien cuando te va bien en la escuela? ¿Qué te ayudó a que te vaya tan bien?”.
Cuándo iniciar conversaciones
Si bien es fundamental enseñar habilidades para regular las emociones cuando sus hijos tienen dificultades, no es el único momento en que deben tener lugar esas conversaciones. Usted puede enseñar a sus hijos habilidades de resiliencia emocional en momentos normales y cotidianos; las palabras y habilidades que se analicen los fortalecerán para circunstancias más difíciles de la vida.
Algunos momentos sugeridos para tener conversaciones sobre la resiliencia emocional son:
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Noches de hogar semanales.
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Entrevistas individuales mensuales con cada hijo.
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Cenas familiares. Relate historias de familiares que superaron adversidades. Analicen qué fortalezas los ayudaron a superar las pruebas, o bien, pida a cada miembro de la familia que relate un triunfo y un desafío de ese día y lo que hizo. A fin de estimular el trabajo en equipo y la resolución creativa de problemas, intercambien ideas como familia sobre otras maneras útiles de hacer frente a situaciones difíciles.
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Estudio de las Escrituras o análisis de Ven, sígueme en familia. Busquen maneras en que las Escrituras y los relatos enseñan conceptos de resiliencia emocional.
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Tiempo de lectura. Los libros pueden ser una excelente manera de hablar sobre las emociones. Para los niños más pequeños, puede optar por leer libros que describan emociones y hablar sobre las formas en que los personajes demuestran resiliencia. En el caso de los niños mayores, puede optar por organizar un club de lectura familiar en el que todos lean el mismo libro y luego tengan una reunión semanal para analizar los conceptos de resiliencia que están aprendiendo del libro.
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Reuniones familiares. Lleven a cabo reuniones durante varias semanas y realicen juntos el curso Hallar fortaleza en el Señor: Resiliencia emocional. Adapte los materiales para que sean apropiados para la edad de los niños. Considere tomar el curso usted primero.
Comience poco a poco
Haga que la práctica de la resiliencia emocional sea una actividad normal en su hogar. Comiencen con pequeños análisis y busque maneras de alentar a sus hijos a aprender qué habilidades los ayudan a sentirse más tranquilos y en control de sus comportamientos. Esta es una práctica que debemos hacer de manera constante a lo largo de la vida.
Como dijo la hermana Jones acerca de enseñar resiliencia espiritual a los hijos, lo cual también se puede aplicar a la resiliencia emocional: “No tiene por qué ser complicado ni llevar mucho tiempo […]. Las conversaciones afectuosas, que ocurren en forma natural y constante, pueden conducir a mejorar la comprensión y las respuestas”.
El Señor bendecirá nuestros esfuerzos a medida que nos esforcemos por desarrollar la resiliencia emocional en nuestra familia.