Liahona
Cuando las experiencias espirituales son diferentes de lo que esperabas
Agosto de 2024


“Cuando las experiencias espirituales son diferentes de lo que esperabas”, Liahona, agosto de 2024.

Jóvenes adultos

Cuando las experiencias espirituales son diferentes de lo que esperabas

El consejo de mis maestros de preparación para el templo cambió mi forma de pensar sobre cómo se siente el Espíritu.

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Templo de Gilbert, Arizona

Fotografía del Templo de Gilbert, Arizona, por Ronald Lee Enloe

Mi hermana menor y yo recibimos nuestra investidura juntas unos días antes de que ella partiera a la misión. Yo estaba entusiasmada por asistir al templo con ella y estaba lista para dar el siguiente paso en la senda de los convenios.

Sin embargo, ese día me embargaban muchas emociones diferentes. Era el final del verano. Un semestre escolar abrumador se cernía ante mí. Ante la expectativa de regresar a la universidad, dejar a mi familia y despedirme de mi hermana, de repente me sentí desconsolada.

Y aunque la ceremonia de investidura fue hermosa, había mucho que asimilar. Había entendido muy poco y estaba dispuesta a marcharme en cuanto terminara la sesión.

Mi hermana tuvo una experiencia diferente. En el salón celestial, ella, con calma y curiosidad, les hizo preguntas a mis padres sobre la investidura y parecía haber comprendido mucho más que yo. Mientras tanto, me quedé sentada en un estupor de silencio. Recuerdo que contenía las lágrimas de frustración y vergüenza por el hecho de que mi experiencia fuera tan diferente a la de ella.

Por un momento tuve la tentación de sentirme amargada por no haber tenido la experiencia que había esperado, pero entonces recordé dos cosas específicas que mis maestros de preparación para el templo me habían dicho:

  1. Probablemente no entendería todo lo que sucediera durante mi primera sesión de investidura. Me dijeron que, en vez de intentar entender todo en el momento, debía tratar de centrarme en el sentimiento de paz que hay dentro del templo.

  2. Era posible que saliera del templo sintiéndome espiritualmente cansada y abrumada y eso estaba bien.

Sus sabias palabras frenaron mis pensamientos vertiginosos y las he recordado a lo largo de los años. Creo que el mismo consejo puede ayudarnos a reconsiderar las expectativas que tenemos acerca de otras experiencias espirituales, tanto dentro como fuera del templo.

Adapta tus expectativas

Me complace decir que ahora disfruto de asistir al templo y que mi comprensión de la investidura ha aumentado en los años que pasaron, pero también me identifico con el deseo de tener expectativas específicas para los acontecimientos espirituales, como recibir la investidura o ir a una misión. Incluso me he encontrado esperando una “experiencia espiritual” significativa cada vez que visito el templo o leo las Escrituras.

Sin embargo, he aprendido que tener siempre experiencias espirituales extraordinarias sencillamente no es realista. Por ejemplo, algunas de mis visitas al templo han sido esclarecedoras y edificantes, pero en otras he tenido dificultades para concentrarme o mantenerme despierta.

Como testificó recientemente el élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Los asuntos espirituales no se pueden forzar. Ustedes pueden cultivar una actitud y un ambiente que inviten al Espíritu, y pueden prepararse, pero no pueden dictar cómo ni cuándo llega la inspiración”.

Si te sientes frustrado con respecto a recibir revelación o sentir el Espíritu por cualquier razón, estos son algunos recordatorios que me han ayudado a sentirme conectada con el Padre Celestial y Jesucristo y a seguir adelante con fe.

Recuerda que el Espíritu se comunica de muchas maneras

Aunque puede ser inspirador escuchar sobre las experiencias espirituales de otras personas, a veces es fácil sentirnos decepcionados cuando nuestras experiencias no son como las de los demás.

Comparar mi experiencia en el templo con la de mi hermana fue desalentador para mí. Como no quería que esa primera experiencia se interpusiera en mi camino para disfrutar de las bendiciones de la adoración en el templo, tuve que decidir conscientemente dejar atrás las diferencias de lo que mi hermana y yo sentimos y entendimos ese día.

Tal vez desearías llorar cuando sentiste el Espíritu. ¡Tal vez desearías no haberlo hecho! Quizás sientes una punzada de envidia cuando escuchas historias de personas que tienen sueños y visiones reveladoras. Tal vez nunca has experimentado un ardor en el pecho (véase Doctrina y Convenios 9:8). O tal vez alguien dijo que sintió el Espíritu en una situación en la que tú simplemente no lo sentiste.

La buena noticia es que el Espíritu nos habla de muchas maneras. Si tus maneras son diferentes a las de los demás, eso no significa que estén equivocadas o que el Espíritu no se comunique contigo.

Al acudir al Padre Celestial en busca de ayuda, podemos aprender a reconocer cómo el Espíritu se comunica con nosotros y disfrutar más plenamente de nuestras experiencias espirituales personales. El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Tenemos la responsabilidad sagrada de aprender a reconocer [la] influencia [del Espíritu Santo] en nuestra vida y responder”.

Registra las experiencias espirituales

Una manera de reconocer la influencia del Espíritu es registrar las experiencias espirituales. Ya sea en un diario físico, en una nota electrónica o como una nota de voz, registrar tus experiencias positivas es una manera poderosa no solo de recordar las cosas buenas que has sentido, sino también de reconocer mejor cómo te habla el Espíritu.

Si no sabes por dónde comenzar, trata de ser consciente de los momentos en los que sientes paz, gratitud, inspiración o gozo. El élder Craig C. Christensen, de los Setenta, dijo: “Llenarse del Espíritu Santo significa llenarse de gozo, y llenarse de gozo significa llenarse del Espíritu Santo [véanse Hechos 13:52; Mosíah 4:3]”.

Al hacer esto, tal vez te des cuenta de que estás sintiendo el Espíritu más de lo que pensabas al principio.

Prioriza la comunicación sincera con Dios

Debido a que se nos ha dicho que busquemos y esperemos tanto los milagros como la revelación personal (véase Mateo 7:7–8), puede ser especialmente desalentador sentir que no estamos recibiendo ninguna de las dos cosas. A veces me he preguntado por qué debo seguir haciéndole preguntas a Dios cuando no me parece que Él las esté contestando. Con esa mentalidad, me siento ansiosa y exigente en mi actitud hacia Él.

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Un discípulo toca las manos del Salvador resucitado

No obstante, las Escrituras nos enseñan: “No procuréis aconsejar al Señor, antes bien aceptad el consejo de su mano” (Jacob 4:10). Noto un cambio cuando dejo de considerar la revelación como mi única motivación para orar y, en cambio, priorizo la comunicación sincera con el Padre Celestial. Le explico mis sentimientos, describo mis preocupaciones, expreso mi gratitud y luego pido con mansedumbre las cosas que me faltan. Siento una conexión real con Dios cuando dejo de verlo como una “máquina expendedora cósmica”, como explicó el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles.

Aunque no siempre recibo una respuesta inmediata o clara, sé que Él siempre me escucha y eso me basta para seguir adelante.

Sigue los principios rectores

Al procurar el Espíritu y la revelación personal, es importante hacerlo dentro del marco correcto. El élder Stevenson dijo, citando Predicad Mi Evangelio: “‘Tener la guía del Espíritu Santo en su vida requiere trabajo espiritual; esto incluye la oración ferviente y el estudio constante de las Escrituras. También incluye guardar sus convenios y los mandamientos de Dios […]. Incluye participar dignamente de la Santa Cena cada semana’ [Predicad Mi Evangelio, pág. 101]”.

Luego proporcionó cuatro principios rectores adicionales para “invitar y reconocer las impresiones del Espíritu”:

  1. Permanecer en lugares santos: “Nuestros templos y hogares son los más sagrados de esos espacios dedicados”.

  2. Permanecer con personas santas: “Si desean sentir el Espíritu, estén con personas con quienes el Espíritu pueda morar fácilmente”.

  3. Testificar de verdades santas: “El Consolador siempre presta Su voz cuando testificamos con la nuestra”.

  4. Escuchar al Espíritu Santo: “[Él] nos habla con una voz baja y sutil […]. Procuren un espacio tranquilo y santo en el que puedan buscar recibir dirección del Espíritu”.

Aunque puede que la experiencia no sea espectacular ni suceda de la manera que esperas, el Espíritu te acompañará y guiará mientras haces estas cosas.

Una nueva perspectiva

Como me recordaron mis maestros de preparación para el templo, está bien no entender perfectamente el Evangelio o, en mi caso, el templo. Y a veces nuestra búsqueda espiritual podría dejarnos un poco agotados. Son momentos como estos los que pueden ayudarnos a aprender a tener paciencia y a reevaluar nuestra relación con el Padre Celestial y el Espíritu Santo.

He notado que cuando utilizo esos sentimientos para motivarme a aminorar la marcha, actuar con fe y acudir al Padre Celestial en busca de ayuda, mis expectativas en cuanto a las experiencias espirituales rebosan de fe en lugar de ansiedad, y de tranquilidad en lugar de frustración. En esos momentos, siento el amor del Padre Celestial por mí. Y mientras espero respuestas, ese amor siempre es suficiente.

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