Liahona
¿Tienes dificultades con el estudio de las Escrituras? Céntrate en cómo estás leyendo
Agosto de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

¿Tienes dificultades con el estudio de las Escrituras? Céntrate en cómo estás leyendo

El autor vive en Kisumu, Kenia.

Una vez que logré estudiar las Escrituras de manera deliberada, pude volver a sentir paz.

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Ilustración de una persona leyendo un libro

Sabía que regresar a mi ciudad natal después de la misión sería un desafío para mí, que pondría a prueba mi determinación y deseo de seguir viviendo el Evangelio. Sin embargo, debido a las experiencias que tuve en la misión, también sabía que sería bendecido si daba prioridad al poder y a la protección que el estudio diario de las Escrituras puede brindar.

Así que, antes de regresar a casa, decidí fijarme la meta de estudiar las Escrituras a diario.

Durante la misión, pude estudiar las Escrituras todos los días. Ese tiempo especial con el Padre Celestial bendijo mi vida y profundizó mi amor por las Escrituras.

Sin embargo, al regresar a casa y con el pasar del tiempo, la vida se tornó ocupada. Comencé las clases en BYU–Pathway Worldwide, hacía horas extras en el trabajo y me volví una persona constantemente distraída.

Mi teléfono y mi ajetreada vida se interpusieron entre las Escrituras y yo. Sentí que se levantaba un muro entre el Padre Celestial y yo. No fue sino hasta que, de manera deliberada, volví al estudio de las Escrituras y pude derribar ese muro y encontrar el camino de regreso a mi Salvador.

Un estudio diligente o una lectura descuidada

Durante un tiempo, leía las Escrituras por la noche y cuando tenía tiempo libre por la mañana, pero incluso cuando leía en esos momentos, mi teléfono siempre me distraía. Al final de mi estudio, no podía recordar lo que había leído.

En uno de mis cursos de BYU–Pathway, estudiamos administración del tiempo. Se nos pidió que analizáramos nuestras metas para el año y que buscáramos una manera de ser constantes en esas metas. Durante ese ejercicio, me encontré cara a cara con el muro que había construido con mis propios hábitos. Me di cuenta de que estaba fallando en mi meta de estudiar las Escrituras todos los días.

Así que oré persistentemente sobre cómo podía realinearme con mi meta original y convertirme en un discípulo más diligente de Jesucristo.

Entonces me di cuenta de que mi problema era cómo estaba estudiando las Escrituras.

Cuando era miembro de los Setenta, el élder Merrill J. Bateman enseñó: “Con el objeto de venir a Cristo y perfeccionarse en Él, toda persona necesita recibir un testimonio de las palabras del Señor. Hay algunos cuya fe se debilita porque ni siquiera abren los libros; hay otros que las leen como al descuido, sin prestarles atención. Como es de suponer, hay una gran diferencia entre estudiar diligentemente, o ‘escudriñar las Escrituras’, y hacer una lectura descuidada”.

Cuando abro las Escrituras con el deseo de escudriñar y estudiar las verdades que contienen, renuevo mi nivel de comprensión del Evangelio y me siento más cerca de mi Salvador Jesucristo. Siento el amor de Dios con más fuerza y, al sentirme así, puedo ayudar más fácilmente a otras personas que lo necesitan.

Uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras es Filipenses 4:13, el cual me recuerda que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Me doy cuenta de que la presencia del Espíritu es mucho más fuerte en mi vida cuando hago de los hábitos espirituales una prioridad y recuerdo que en verdad todo lo puedo en Cristo.

Dedicar tiempo a Él

Cuando tengo dudas en la vida, recuerdo que Jesucristo es mi Redentor y mi mentor. Como nuestro mentor, Él ve nuestro progreso y puede ayudarnos a superar cualquier cosa. Sé que el Salvador ha hecho esto y mucho más por mí. Con Su ayuda, puedo llegar a ser más semejante a Él.

¡Todos los días encuentro verdades como estas en las palabras de las Escrituras! Y cuando encuentro estas verdades, encuentro a Jesucristo.

El presidente Russell M. Nelson aconsejó: “El Señor los conoce y los ama. Él es su Salvador y su Redentor. Él dirige y guía Su Iglesia. Él los dirigirá y guiará a ustedes en su vida personal si le dedican tiempo a Él en su vida, todos y cada uno de los días”.

Desde que renové mi meta de estudiar las Escrituras cada día (y de escudriñarlas de verdad), he podido apreciar el poder y la protección que me brindan. Cuando reconocemos que el Salvador siempre está dispuesto a fortalecernos, especialmente por medio de las Escrituras, podemos tener paz verdadera. La verdadera paz no proviene de mirar a los demás, aunque ellos parezcan tener todo lo que uno podría desear.

Porque Jesucristo es la respuesta.

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