Liahona
Superar el agotamiento espiritual
Agosto de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Superar el agotamiento espiritual

La autora vive en los Emiratos Árabes Unidos.

Cuando regresé de la misión sentí mucha presión con respecto a qué debía hacer a continuación.

Imagen
Ilustración de una mujer triste con una imagen de una batería agotada sobre la cabeza

Me encantó la misión, pero cuando regresé a mi casa en las Filipinas, experimenté mucha ansiedad debido a algo que yo llamo “agotamiento espiritual”.

Para mí, el agotamiento espiritual significa sentirte completamente exhausto después de dar todo lo que podías dar. Esto afectó mi vida hasta el punto de que me quedaba en mi habitación todo el día porque estaba agotada.

Como exmisionera, sentía presión por parte de mi familia, de mis amigos y de mi comunidad con respecto a las decisiones de mi vida. Sentía que las personas que me rodeaban tenían muchas cosas que decir acerca de las decisiones que yo estaba tomando y lo que debía estar haciendo; era abrumador. Ocultaba a todos cómo me sentía porque no quería decepcionarlos.

Finalmente, la presión se volvió demasiado difícil de soportar.

Me sentía de la manera que describió el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles:

“A veces, los colapsos espirituales ocurren tan gradualmente que apenas podemos darnos cuenta de lo que está sucediendo. Tal como las capas de roca sedimentaria, el dolor y la aflicción espirituales se van acumulando con el tiempo, pesando sobre nuestro espíritu hasta que es casi imposible de soportar. Por ejemplo, esto puede suceder cuando nuestras responsabilidades en el trabajo, en casa y en la Iglesia se vuelven tan abrumadoras que perdemos de vista el gozo del Evangelio. Podríamos sentir que ya no tenemos nada más que dar o que ya no tenemos fuerzas para vivir los mandamientos de Dios”.

Aunque me sentía así, pude hallar paz al acudir al Padre Celestial en busca de guía. Estas son tres maneras en que pude hacerlo:

1. Dejar de lado las expectativas de los demás

Las expectativas de los demás hicieron que me resultara difícil encontrar la paz que necesitaba para hacer la transición de regreso a la vida en casa como exmisionera.

Así que oré para saber qué dirección debía tomar para mi futuro y le hablé al Padre Celestial acerca de la presión que sentía. Mientras me esforzaba por invitar al Espíritu a mi vida, me sentí inspirada a dar un salto de fe y mudarme a los Emiratos Árabes Unidos para trabajar. Esta inspiración fue totalmente inesperada y mucha gente de mi comunidad se sorprendió cuando seguí ese impulso.

¡De repente sentí muchísima esperanza! Sentí que, por medio del Espíritu, Dios me estaba guiando en una dirección que me brindaría la sanación que necesitaba.

Aprender a dejar de lado las expectativas que otras personas tenían de mí y centrarme en la guía del Padre Celestial me permitieron seguir adelante con esperanza y fe.

El élder Uchtdorf también enseñó: “Hallaremos sanación espiritual conforme nos alejemos de las sombras del mundo y nos acerquemos a la eterna Luz de Cristo”.

2. Liberarme de las comparaciones

Cuando regresé a casa de la misión, también tuve dificultades al compararme con los demás.

El élder Uchtdorf habló sobre los peligros de las comparaciones y dijo: “Gastamos tanto tiempo y energía comparándonos con los demás […]. Esto nos lleva a crear expectativas para nosotros que son imposibles de alcanzar. Como resultado, nunca celebramos nuestra buena labor porque parece ser menos de lo que hacen los demás”.

Estaba tan centrada en lo que estaban haciendo los otros exmisioneros, que sentía que yo no estaba progresando demasiado, pero el pedir ayuda al Padre Celestial para cambiar mi enfoque, y esforzarme activamente por hacerlo, me permitió preocuparme menos por lo que hacían los demás. En cambio, me centré en mi propio camino y en los pasos que podía dar cada día hacia mis metas espirituales y temporales.

3. Ser espiritualmente proactiva

Mudarme a Dubái me enseñó la importancia de ser proactiva. Cualesquiera que sean nuestras circunstancias, podemos ser proactivos en cuanto a hacer cambios y buscar a Cristo donde sea que estemos.

Aunque el Evangelio parecía tedioso cuando regresé a casa de la misión, practicarlo activamente fue en realidad la respuesta a mis sentimientos de agotamiento. Hallé más paz y sanación al esforzarme por formar parte de mi barrio y dedicar tiempo al Señor cada día.

El presidente Russell M. Nelson testificó de este concepto al decir: “Necesitamos experiencias cotidianas de adoración al Señor y estudio de Su Evangelio. Les ruego que dejen que Dios prevalezca en su vida. Dedíquenle una buena parte de su tiempo y, conforme lo hagan, fíjense en lo que sucede con su ímpetu espiritual positivo”.

Ahora sé que, cuando me enfrento al agotamiento espiritual, la manera de hallar paz es manteniendo el ímpetu espiritual. Una manera de hacerlo consiste en tornar nuestra atención al Salvador y dejar de lado las expectativas de los demás.

Cuando lo hago, encuentro la paz que necesito para seguir adelante en la senda de los convenios, un paso a la vez.

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