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“El momento de dejar de sentirse ofendido es ahora”
“El sentirnos ofendidos es un sentimiento que escogemos experimentar y no un estado inferido a nosotros ni impuesto sobre nosotros por otra persona o cosa”.
¿Con cuántas personas interactuamos en el día a día? ¿Cuántos mensajes o comentarios leemos? Ya sea en persona, por teléfono o a través de las redes sociales, esas cifras pueden ser sorprendentemente altas. En un momento u otro, nos encontraremos con alguien que dirá o hará algo que se considera ofensivo, ya sea de manera intencionada o no.
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Habiendo sido dotados del albedrío, ustedes y yo venimos a ser agentes, y ante todo hemos de actuar y no permitir tan solo que se actúe sobre nosotros. El creer que alguien o algo podrá hacernos sentir ofendidos, irritados, lastimados emocionalmente o amargados disminuye nuestro albedrío moral y nos transforma en objetos sobre los cuales se actúa. Sin embargo, en calidad de agentes, ustedes y yo tenemos el poder de actuar y de escoger la forma en la que reaccionaremos ante una situación agraviadora o hiriente”.
Piense en cómo podría actuar en las siguientes situaciones en las que las personas, por lo general, se ofenden, y reflexione sobre cómo puede elegir no hacerlo:
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Gentilmente, usted preparó una comida para otras personas y, mientras están comiendo, alguien dice que la comida tiene un sabor rancio.
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Alguien dice a un grupo de personas que el cabello de usted se ve descuidado, y otras personas se ríen.
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Durante un análisis en la Escuela Dominical, después de que usted comparta una experiencia espiritual sincera, alguien critica sus palabras.
Elegir cómo actuar y responder ante situaciones hirientes no es fácil. Sin embargo, el presidente Russell M. Nelson nos recuerda dónde podemos centrarnos: “Cuando tomen decisiones, los invito a adoptar una perspectiva a largo plazo: una perspectiva eterna. Pongan a Jesucristo en primer lugar, porque su vida eterna depende de la fe en Él y en Su Expiación”.
Un fundamento doctrinal en Cristo
Jesucristo es el ejemplo perfecto de no permitir que las palabras y acciones de los demás influyeran en Su deber (véase 1 Nefi 19:9). En el Sermón del Monte, Jesús nos enseña a amar a nuestros enemigos y nos manda a ser perfectos, lo cual es posible mediante Su Expiación (véase Mateo 5).
A medida que nos esforzamos por acercarnos más a nuestro Padre Celestial, podemos recibir poder habilitador y fortalecedor por medio de Jesucristo para ayudarnos a superar nuestras heridas y ofensas.
El élder Bednar enseña que “mediante el fortalecedor poder de la Expiación de Jesucristo, ustedes y yo seremos bendecidos para evitar sentirnos ofendidos y triunfar sobre la ofensa”.
Sea detective
Después de un comentario o acción grosera, podríamos sentir la necesidad de reaccionar rápidamente, tal vez con enojo, o reprimir nuestras emociones hasta desmoronarnos. ¿Cómo podemos adoptar una perspectiva más amplia y recordar al Salvador?
Una idea es convertirnos en nuestros propios detectives. Podemos tratar de comprender las emociones que hay detrás de la ofensa. ¿Hay mala comunicación? ¿Pensamos con emociones acumuladas o con la cabeza despejada? ¿A qué estamos respondiendo?
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Demasiadas veces justificamos nuestro enojo como justo y nuestro juicio como fidedigno y apropiado. […] Cuando se trata de nuestra propia amargura, hacemos excepciones porque pensamos que, en nuestro caso, tenemos toda la información necesaria para considerar a alguien con desdén”.
Aunque convertirnos en nuestros propios detectives podría requerir práctica, comprender mejor la situación y nuestras propias emociones puede ayudarnos a recordar al Salvador, en lugar de sentir emociones negativas que podrían alejarnos más.
Después de probar esta táctica, a veces lo que se dijo o se hizo sigue siendo doloroso. Si es así, el élder Bednar dice: “Nuestra primera obligación es negarnos a sentirnos ofendidos y, en seguida, comunicarnos en privado, con sinceridad y directamente con esa persona. Ese modo de actuar invita a la inspiración del Espíritu Santo y permite que se aclaren los conceptos erróneos, y que, al mismo tiempo, se comprendan las verdaderas intenciones”.
Para obtener más ayuda, lea “La resiliencia emocional nos ayuda a prepararnos para las emergencias” y las subsecciones siguientes del manual Preparación para emergencias, y consulte el curso de Resiliencia emocional de Servicios de autosuficiencia.
Encuentre paz hoy
Cuando alguien dice o hace algo que podría considerarse ofensivo, podemos apoyarnos en este recordatorio del élder Uchtdorf:
“Debemos reconocer que todos somos imperfectos, que somos mendigos ante Dios. […]
“Ya que todos dependemos de la misericordia de Dios, ¿cómo podemos negar a los demás toda porción de esa gracia que tan desesperadamente deseamos para nosotros? Mis queridos hermanos y hermanas, ¿no deberíamos perdonar así como deseamos que se nos perdone?”.
En última instancia, la verdadera sanación viene por el Salvador y a través de Él, y nos brinda paz para seguir adelante.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo” (Juan 14:27).