Liahona
Bendecido por mi honestidad
Agosto de 2024


“Bendecido por mi honestidad”, Liahona, agosto de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

Bendecido por mi honestidad

Me sentí tentado a conservar el dinero extra, pero entonces recordé un consejo de mi obispo.

Una mano sosteniendo billetes

Ilustración por Allen Garns

En 2012 perdí mi empleo. Mis esfuerzos por buscar trabajo resultaron inútiles. Con el tiempo, tuve que pedir un préstamo de unos $28 en moneda nigeriana para satisfacer mis necesidades temporales.

El monto se envió a mi cuenta en un banco local. Cuando recibí la alerta por la transacción, fui al banco. Llené una papeleta bancaria y la entregué a la cajera, quien revisó los detalles de la transacción en su computadora y me dijo amablemente que me sentara.

Unos cinco minutos después ella me llamó y utilizó una máquina para contar mi dinero. Luego, me entregó $280, ¡no $28! Confundido, hice una pausa por un momento y muchos pensamientos recorrieron mi mente.

Al notar mi titubeo, la cajera dijo: “Ahora tengo que atender a otro cliente”. Sonriendo, le respondí: “Me diste $252 de más” y luego le entregué el dinero que sobraba.

Ella se mostró muy agradecida. Me explicó que, si me hubiera ido con el dinero, la cantidad extra que me había dado se restaría de su propio salario.

Me despedí de ella, pero al salir del banco, me vino a la mente un pensamiento: “Eres un tonto. El dinero que devolviste podría haberte ayudado a pagar algunas de tus cuentas pendientes”.

Sin embargo, entonces recordé un consejo de mi obispo. Él dijo: “Cada vez que tengas un desafío o seas tentado, canta tus himnos favoritos”. Así que empecé a cantar “Oh Dios de Israel”, “Loor al Profeta” y “Soy un hijo de Dios”.

Unas semanas después, recibí una carta de una organización con la que había tenido una entrevista tres meses antes para el puesto de encargado de almacén. Habían decidido contratarme. Con el nuevo trabajo, pude saldar mis cuentas pendientes y atender mis necesidades temporales.

Jesús dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto” (Lucas 16:10). Testifico que la perseverancia, la fe en el Señor Jesucristo y la integridad nos hacen merecedores de recibir abundantes bendiciones.