Adicción
Introducción


“Introducción”, Sanación mediante el Salvador — Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos, 2023

“Introducción”, Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos

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Introducción

En primer lugar, queremos que sepa que hay esperanza en recuperarse de una adicción. (“Nosotros” somos hombres y mujeres que hemos sufrido los efectos devastadores de varias adicciones y hemos experimentado una recuperación a largo plazo). Hemos sentido gran pesar, pero hemos visto que el poder del Salvador convierte las derrotas más devastadoras en victorias gloriosas. Alguna vez vivimos cada día con depresión, ansiedad, miedo y una ira debilitante, pero ahora sentimos gozo y paz. Hemos visto milagros en nuestra vida y en la vida de otras personas que estaban atrapadas en la adicción.

Hemos pagado un precio terrible de dolor y sufrimiento debido a nuestras adicciones. No obstante, Dios nos ha bendecido a medida que hemos dado cada uno de los pasos para recuperarnos. Hemos llegado a vernos a nosotros mismos como amados hijos de Dios. Después de haber tenido un despertar espiritual, nos esforzamos a diario para mejorar nuestra relación con el Padre Celestial, con Su Hijo Jesucristo, con nosotros mismos y con los demás. En resumen, el Salvador hizo por nosotros lo que no podíamos hacer por nosotros mismos.

Hay quienes creen que las adicciones son malos hábitos que podemos conquistar solo con fuerza de voluntad, pero nos volvimos tan dependientes de una conducta o de una sustancia, que ya no podíamos concebir la forma de abstenernos de ella. Perdimos la perspectiva y el sentido de otras prioridades en nuestra vida. Nada importaba más que satisfacer nuestra desesperada necesidad. Cuando intentábamos abstenernos, experimentábamos fuertes deseos físicos, psicológicos y emocionales. Cuando sucumbimos a nuestros deseos y adicciones, nuestra capacidad para utilizar el albedrío disminuyó o se restringió. El presidente Boyd K. Packer enseñó: “La adicción tiene la capacidad de desconectar la voluntad del ser humano y de anular su libertad moral individual” (“La revelación en un mundo inconstante”, Liahona, enero de 1990, pág. 14).

Para comenzar el proceso para recuperarnos fuimos humildes y honestos, acudimos a Dios y a otros para pedir ayuda, y realizamos las acciones descritas en esta guía. Los 12 pasos para lograr la recuperación nos enseñaron cómo poner en práctica el Evangelio de Jesucristo en nuestra vida. El presidente Jeffrey R. Holland dijo: “¿Luchan ustedes contra el demonio de la adicción del tabaco, de las drogas, de los juegos de azar o […] de la pornografía? […]. Sean cuales sean los otros pasos que deban dar para resolver esos problemas, vengan primero al Evangelio de Jesucristo” (“Las cosas destrozadas pueden repararse”, Liahona, mayo de 2006, pág. 70).

Los pasos del 1 al 3 nos enseñan cómo ejercer fe en el Padre Celestial y en Jesucristo. Los pasos del 4 al 9 nos conducen a través de un proceso de profundo arrepentimiento. Los pasos del 10 al 12 nos motivan a asumir la responsabilidad, a buscar orientación divina y el poder para permanecer en la senda de los convenios, a compartir con otros el milagro que ha tenido lugar en nuestra vida y a perseverar hasta el fin.

Muchos de nosotros que llevamos una vida en recuperación aún participamos en el Programa para recuperarse de las adicciones. Sentimos un gran apoyo en nuestro deseo de mantenernos libres de la adicción. Y somos bendecidos a medida que intentamos ayudar a otras personas que están esclavizadas por la adicción. Creemos firmemente que hemos sido transformados por la Expiación de Jesucristo. Al igual que los anti-nefi-lehitas en el Libro de Mormón (véase Alma 24:17–19), hemos experimentado la sanación y un cambio en nuestra naturaleza misma mediante la gracia y el poder de Jesucristo. No queremos perder esa dádiva, por lo que todos los días elegimos recordar que dependemos totalmente de Él. Al continuar participando en el Programa para recuperarse de las adicciones, se nos recuerda que la adicción es poderosa y que podríamos terminar regresando a ella, en lugar de a Dios, si perdemos de vista estas verdades. Nuestro deseo es mantener lo que Dios nos dio tan generosamente.

Si usted siente que tiene una adicción y tiene el deseo más mínimo de liberarse, y está dispuesto a “experimentar” la palabra de Dios (Alma 32:27), lo invitamos a que se una a nosotros para estudiar los principios del Evangelio de Jesucristo y ponerlos en práctica como se enseña en esta guía. Nuestra experiencia nos ha demostrado que si usted sigue este camino con un corazón sincero, hallará el poder necesario para recuperarse de la adicción. Este poder se llama gracia. “La gracia de Dios nos ayuda a diario. Nos fortalece para hacer las buenas obras que no podríamos hacer por nuestra propia cuenta” (Temas y preguntas, “Gracia”, Biblioteca del Evangelio). A medida que ponga en práctica cada uno de estos 12 pasos con fe, el Salvador lo fortalecerá y usted “conocer[á] la verdad, y la verdad [lo] hará libr[e]” (Juan 8:32).

Sabemos por nuestra propia experiencia que usted puede liberarse de las cadenas de la adicción. No importa cuán perdido y desesperanzado se sienta, usted es hijo de un amoroso Padre Celestial. Si ha sido incapaz de ver esta verdad, los principios que se explican en esta guía lo ayudarán a volver a descubrirla y a instaurarla en lo más profundo de su corazón. Estos principios pueden ayudarlo a venir a Cristo y permitir que Él produzca un cambio en usted. A medida que ponga en práctica los pasos, recurrirá al poder del Salvador y Él lo librará del cautiverio.

Aquellos de nosotros que estamos recuperándonos lo invitamos con toda nuestra empatía y amor a unirse a nosotros en una gloriosa vida de esperanza, libertad y gozo, estrechados entre los brazos de Jesucristo, nuestro Redentor. Así como nosotros nos hemos recuperado, usted también puede recuperarse y disfrutar de todas las bendiciones del Evangelio de Jesucristo.

Pasos a seguir

Este es un programa de acción. Nuestro progreso depende de poner en práctica los pasos de forma constante en nuestra vida diaria. Esto se conoce como “trabajar en los pasos”. Las siguientes acciones nos ayudan a venir a Cristo y a recibir la orientación y el poder necesarios para continuar recuperándonos. Recuerde trabajar con su padrino.

Centrarnos en nuestra identidad eterna

Cuando se le preguntó al presidente Russell M. Nelson cómo ayudar a aquellos que padecen una adicción, él respondió: “Enséñenles su identidad y su propósito” (en Tad R. Callister, “Our Identity and Our Destiny”, devocional de la Universidad Brigham Young, 14 de agosto de 2012, speeches.byu.edu). Cada uno de nosotros es un hijo o una hija de un Dios amoroso. Sabemos que Él nos ama y nos cuida de forma activa.

Sin embargo, no siempre pensamos de esta manera. Algunos de nosotros estábamos convencidos de que Él no estaba ahí. A algunos no nos importaba en absoluto. Algunos creíamos que Él estaba ahí, pero que estaba demasiado enojado con nosotros o demasiado decepcionado como para ayudarnos. Para casi todos nosotros, malinterpretar nuestra relación con Dios nos llevó a crear una barrera que nos impedía acudir a Él en busca de ayuda. En cambio, acudimos a sustancias o comportamientos adictivos para sobrellevar los desafíos de la vida. A menudo iniciábamos ciclos negativos. Nos comportábamos mal, lo que llevaba a sentimientos de culpa y vergüenza y a continuar comportándonos mal para ocultar el dolor de estas emociones. Comprender nuestra identidad y propósito como hijos de Dios nos ha permitido romper estos ciclos.

También aprendimos la diferencia entre la culpa y la vergüenza. Sentir culpa es sentirnos mal con algo que hemos hecho y sentir vergüenza es sentirnos mal con respecto a quiénes somos. El élder David A. Bednar explicó el valor de la culpa de esta forma: “La culpa es para nuestro espíritu lo que el dolor es para nuestro cuerpo: una advertencia de peligro y una protección contra daño adicional” (“Creemos en ser castos”, Liahona, mayo de 2013, pág. 44). Antes de recuperarnos, muchos de nosotros sentíamos vergüenza en vez de culpa, lo que nos llevaba a concluir que estábamos dañados para siempre y que no éramos dignos del amor de Dios ni de nadie.

Sin embargo, una vez que llegamos a ver nuestra naturaleza divina y admitimos nuestra necesidad de recibir ayuda del cielo para recuperarnos de la adicción, comenzamos a vernos como Jesucristo nos ve: hombres y mujeres espiritualmente enfermos que intentan sanar a través de Su gracia, en lugar de hombres y mujeres malos que intentan volverse lo suficientemente buenos como para ganarse Su amor.

Lo invitamos a practicar creer que usted es hijo de Dios y que Él lo ama, sin importar lo que haya hecho. Si bien es cierto que las elecciones dañinas limitan nuestras oportunidades, nuestro valor ante Dios nunca cambia. Él nos ama porque somos Sus hijos, no debido a nuestras decisiones: “Aunque estemos incompletos, Dios nos ama completamente; aunque seamos imperfectos, Él nos ama perfectamente; aunque nos sintamos perdidos y sin brújula ni guía, el amor de Dios nos rodea por completo” (Dieter F. Uchtdorf, “El amor de Dios”, Liahona, noviembre de 2009, págs. 22–23).

Desarrollar la voluntad de abstenernos

Finalmente estuvimos dispuestos a abstenernos cuando el dolor del problema llegó a ser peor que el dolor de la solución. ¿Ya ha llegado usted a ese punto? Si no lo ha hecho y prosigue con su adicción, ciertamente llegará, pues la adicción es un problema progresivo. Es una enfermedad degenerativa que elimina nuestra capacidad de vivir con normalidad.

Al principio, permanecer completamente sobrios parecía muy abrumador para nosotros. Sin embargo, a medida que continuamos escuchando a otros que encontraron la serenidad y la sobriedad que estábamos buscando, empezamos a creer que nosotros también podríamos recuperarnos.

Antes de comenzar el proceso para recuperarnos, primero necesitábamos el deseo de recuperarnos (véase Alma 32:27). La liberación de la adicción comienza con un pequeño impulso de voluntad. Aunque en este momento su deseo sea pequeño e inconsistente, no se preocupe. A medida que actúe, ¡crecerá! Aprendimos que una de las acciones más poderosas que podemos realizar es orar y pedirle a Dios que aumente nuestro deseo de abstenernos.

Si aún no tiene el deseo de comenzar a recuperarse, puede reconocer su falta de disposición y reflexionar sobre las consecuencias de su adicción. Haga una lista de lo que es importante para usted. Piense en su relación con sus familiares y amigos, su relación con Dios, su fortaleza espiritual, su capacidad para ayudar y bendecir a otras personas, y su salud. Después observe las contradicciones que hay entre lo que usted cree y espera, y su conducta. Considere cómo sus acciones atentan contra aquello que valora. Ore al Señor para que lo ayude a verse a usted mismo y a su vida tal y como Él los ve: con todo su potencial divino, pero también con el riesgo que corre si continúa con su adicción.

Reconocer lo que pierde si se deja llevar por su adicción puede ayudarlo a encontrar el deseo de detenerse. Aun el deseo más pequeño le permitirá comenzar. Y a medida que avance con los pasos de este programa y vea los cambios que tienen lugar en su vida, su deseo crecerá.

Nota: Según la naturaleza de su adicción, es posible que deba buscar ayuda médica antes de comenzar con su recuperación. Consulte con un profesional médico.

Obtener apoyo

El camino hacia la recuperación y la sanación es largo y difícil, pero no tenemos que hacerlo solos. Vivir en recuperación requiere una sinceridad absoluta. La negación, el autoengaño y el aislamiento dificultan el lograr un progreso estable y duradero para recuperarse. Es importante que obtengamos el apoyo de otros lo más pronto posible. Muchas personas están dispuestas a andar junto a nosotros y ayudarnos. El presidente Spencer W. Kimball dijo: “Dios nos tiene en cuenta y vela por nosotros; pero por lo general, es por medio de otra persona que atiende a nuestras necesidades” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2011, pág. 92).

Buscar ayuda de Dios y de otros no solo nos proporcionará el estímulo que necesitamos para continuar el viaje, sino que también nos permitirá recordar que somos dignos de recibir ayuda. Es posible que se sorprenda por la cantidad de amor y aceptación que encontrará cuando pida ayuda. Cuanto más se conecte con otras personas, más oportunidades tendrá de recibir amor y apoyo en el descubrimiento de la verdadera sanación y recuperación.

Considere las diferentes fuentes de apoyo disponibles para usted y cómo puede buscar ayuda. Recomendamos hallar a un padrino que haya aplicado correctamente los 12 pasos y trabajar con él. Los padrinos nunca se asignan. Lo alentamos a que considere con espíritu de oración a quién podría pedirle que sea su padrino lo antes posible. Un excelente lugar para encontrar a un padrino es en una reunión para recuperarse. Estas reuniones son un lugar seguro para compartir y aprender sobre la recuperación.

Otras fuentes importantes de apoyo son los familiares, amigos, líderes de la Iglesia y terapeutas. La fuente máxima de apoyo es el Padre Celestial. La decisión de cuándo y a quién pedirle apoyo es personal. En algunos casos, es posible que no sea seguro ni útil para nosotros confiar en determinados familiares o amigos, ni pedirles ayuda. Sin embargo, es importante que obtengamos la mayor cantidad de ayuda de tantas fuentes como sea posible. Para obtener más información, consulte la sección “Apoyo para recuperarse” que se encuentra en el apéndice de esta guía.

Pedir apoyo a los demás puede hacernos sentir incómodos o avergonzados. Es posible que no queramos que nadie más sepa sobre nuestros problemas o fallas. Es posible que no queramos ser una carga o quizás no sintamos que somos dignos de recibir ayuda. Sin embargo, hemos descubierto que las personas son bendecidas cuando les pedimos ayuda. El doceavo paso consiste en brindar servicio y ayudar a otros. Cuando quienes están recuperándose sirven a los demás, se fortalecen en su propia recuperación.

Estudio y comprensión

Los siguientes pasajes de las Escrituras y declaraciones de los líderes de la Iglesia lo ayudarán a comenzar su recuperación. Utilícelos al meditar, estudiar y escribir en su diario. Recuerde ser sincero y específico en lo que escriba.

Mi identidad divina

“Miren atrás y recuerden que ustedes demostraron su dignidad en su estado preterrenal. Ustedes son valientes hijos e hijas de Dios y, con Su ayuda, pueden salir triunfantes en las batallas de este mundo caído. Lo han hecho antes y pueden hacerlo otra vez.

“Miren hacia adelante. Sus problemas y pesares son muy reales, pero no durarán para siempre” (Neil L. Andersen, “Heridos”, Liahona, noviembre de 2018, pág. 85, cursiva agregada).

  • Al mirar atrás, ¿qué batallas he luchado y ganado?

  • ¿Cuándo recibí ayuda del Señor en mi vida?

“En la Iglesia oigo a muchos que luchan con este asunto, diciendo: ‘No soy lo suficientemente bueno’. ‘Tengo tanto que mejorar’. ‘Nunca estaré a la altura’ […].

“También sé que, como hijos de Dios, no debemos menospreciarnos ni vilipendiarnos, como si el hecho de castigarnos a nosotros mismos de alguna manera va a convertirnos en las personas que Dios desea que seamos. ¡No!” (Jeffrey R. Holland, “Sed, pues, vosotros perfectos… con el tiempo”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 40).

  • ¿Cómo puedo aprender de mis errores y a la vez recordar mi valor como hijo de Dios?

  • ¿Cuáles son mis pensamientos en cuanto al uso que el presidente Holland le da a las palabras con el tiempo en el título de su discurso?

Mi relación con Jesucristo

“Y se habían visto a sí mismos en su propio estado carnal, aún menos que el polvo de la tierra. Y todos a una voz clamaron, diciendo: ¡Oh, ten misericordia, y aplica la sangre expiatoria de Cristo para que recibamos el perdón de nuestros pecados, y sean purificados nuestros corazones; porque creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios, que creó el cielo y la tierra y todas las cosas; el cual bajará entre los hijos de los hombres!” (Mosíah 4:2).

El proceso para recuperarse ocurre cuando nos centramos en la solución, en lugar de en el problema. Cuando fortalecemos nuestra relación con Jesucristo, Él nos da el poder y la paz que necesitamos para vivir en recuperación.

  • ¿Cuál es mi relación con Jesucristo? ¿Confío en que Él me ayudará?

  • Cuando reconozco mis debilidades, ¿tengo el valor de recurrir a mi Salvador para acceder a Su poder redentor? ¿Por qué sí o por qué no? Si la respuesta es no, ¿cómo comenzaré?

“Las Escrituras definen la doctrina de Cristo como ejercer la fe en Jesucristo y en Su Expiación, arrepentirse, bautizarse, recibir el don del Espíritu Santo y perseverar hasta el fin [véase 2 Nefi 31].

“La expiación de Cristo crea las condiciones que nos permiten confiar en ‘los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías’ [2 Nefi 2:8], [ser perfeccionados] en Cristo [Moroni 10:32], obtener todo lo bueno y lograr la vida eterna.

“Por otro lado, la doctrina de Cristo es el medio —el único medio— por el que podemos obtener todas las bendiciones que están disponibles a través de la expiación de Jesús” (Brian K. Ashton, “La doctrina de Cristo”, Liahona, noviembre de 2016, pág. 106).

  • A veces, los 12 pasos para recuperarse se denominan “pequeños pasos”, debido a que son pasos graduales en el proceso de aplicar la doctrina de Jesucristo al problema de la adicción. ¿De qué manera el dar estos “pequeños pasos” puede ayudarme a recibir las bendiciones de la Expiación de Jesucristo?

Mi deseo de abstenerme de la adicción

“Conforme alejen su atención de las distracciones mundanas, algunas cosas que les parecen importantes ahora dejarán de ser una prioridad. Tendrán que decir que no a algunas cosas, aunque parezcan inofensivas. Al embarcarse en este proceso permanente de consagrar su vida al Señor durante toda la vida, ¡los cambios en su perspectiva, sentimientos y fortaleza espiritual las sorprenderán!” (Russell M. Nelson, “Tesoros espirituales”, Liahona, noviembre de 2019, pág. 77).

En esta promesa, hecha por un profeta de Dios, se describen los increíbles cambios que son posibles cuando dirigimos nuestra atención al Señor.

  • ¿Qué medidas diarias adoptaré para centrarme en Jesucristo?

  • ¿Qué distracciones mundanas rechazaré, confiando en que “dejarán de ser una prioridad”?

“Y el Señor [le] dijo [a Alma]: No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas” (Mosíah 27:25).

  • Mi voluntad de cambiar es clave para ser redimido de mi “estado caído”. ¿Tengo el deseo de abstenerme de mi adicción? ¿No me siento dispuesto? Si es así, ¿por qué?

  • La voluntad nace cuando considero las consecuencias que mis adicciones tienen para mí y para los demás. ¿Cuáles son las consecuencias de mi adicción?

  • ¿Cuál es la consecuencia para mi salud?

  • ¿Cuál es el consecuencia para mi familia, mis relaciones y mi capacidad de ayudar a los demás?

  • ¿Cómo influye mi adicción en mi relación con Dios?

Buscar ayuda

“Como seguidores de Cristo, no se nos libra de los desafíos y pruebas de la vida. A menudo se nos requiere hacer cosas difíciles, las cuales, si las realizáramos solos, serían abrumadoras y tal vez imposibles. Al aceptar la invitación del Salvador de ‘[v]enid a mí’ [Mateo 11:28], Él proveerá el apoyo, el consuelo y la paz que son necesarios, tal como lo hizo con Nefi y con José” (John A. McCune, “Venir a Cristo: vivir como Santos de los Últimos Días”, Liahona, mayo de 2020, pág. 36).

  • El Salvador proporciona el apoyo, el bienestar y la paz que necesitamos para hacer cosas abrumadoras o imposibles. ¿Cómo puedo encontrar el apoyo y el bienestar que Él prometió?

  • ¿Recuperarme parece abrumador o tal vez imposible si intento hacerlo solo?

  • ¿Cómo me ayuda el saber que nadie está exento de las pruebas de la vida y que todos necesitamos apoyo para abandonar nuestra renuencia a pedir ayuda a otras personas?

  • ¿He orado para saber a quién pedirle que sea mi padrino? ¿Se me vino algún nombre a la mente?

“Es igualmente mediante la gracia del Señor que las personas, por medio de la fe en la Expiación de Jesucristo y el arrepentimiento de sus pecados, reciben fortaleza y ayuda para hacer buenas obras que de otro modo no podrían hacer por sí mismas. Esta gracia es un poder habilitador que permite que los hombres y las mujeres alcancen la vida eterna y la exaltación después de haberse esforzado al máximo” (Bible Dictionary, “Grace”).

  • Hubo ocasiones en las que he podido renunciar a mi adicción por un tiempo. ¿Cómo puedo mantenerme libre de adicciones de manera constante, incluso cuando estoy estresado o desanimado?

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