Adicción
Paso 2: Creer que el poder de Dios puede restaurar nuestra salud espiritual por completo


“Paso 2: Creer que el poder de Dios puede restaurar nuestra salud espiritual por completo”, Sanación mediante el Salvador — Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos, 2023

“Paso 2”, Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos

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un hombre hablando a otras personas en un círculo

Paso 2: Creer que el poder de Dios puede restaurar nuestra salud espiritual por completo.

Principio clave: La esperanza

Tras percatarnos de nuestra impotencia frente a las adicciones, la mayoría de nosotros nos sentimos despojados de toda esperanza. Intentamos abandonarlas tantas veces. Algunos de nosotros habíamos orado a Dios incontables veces. Nos habíamos disculpado por nuestro comportamiento y habíamos prometido cambiar. Sin embargo, después de fallar una y otra vez, comenzamos a pensar que Dios estaba decepcionado de nosotros y que no nos ayudaría. Aquellos que crecimos sin el concepto de Dios, teníamos la certeza de que se habían agotado todos los medios de ayuda. De cualquier manera, mediante el paso 2 descubrimos una respuesta que habíamos dejado de lado o que nunca habíamos considerado: encontrar esperanza en Jesucristo y en el poder de Su Expiación.

Finalmente, y con humildad, pedimos ayuda. Siguiendo lo que nos parecía el más pequeño rayo de esperanza, comenzamos a asistir a las reuniones para recuperarse y a trabajar con los padrinos. La primera vez que asistimos, acudimos llenos de dudas y temores. Estábamos asustados y cansados, y quizás incluso escépticos, pero al menos asistimos.

En las reuniones para recuperarse, las personas describían con honestidad cómo habían sido sus vidas, lo que había hecho que cambiaran y cómo era vivir en recuperación. Descubrimos que muchas de las personas que conocimos en esas reuniones alguna vez se habían sentido tan desesperanzadas como nosotros. Sin embargo, a medida que continuamos asistiendo, vimos que muchos de ellos se reían genuinamente, hablaban, sonreían y se sentían optimistas sobre el futuro. Vimos que muchos habían experimentado un cambio poderoso en sus vidas, un cambio que nosotros también deseábamos.

Gradualmente, los principios que ellos compartían y practicaban comenzaron a darnos resultado. A medida que seguimos asistiendo, comenzamos a sentir algo que no habíamos sentido en años: esperanza. Si había esperanza para quienes habían estado al borde mismo de la destrucción, quizás también la hubiera para nosotros. Comenzamos a creer que, si acudíamos a Jesucristo, sabríamos que “no existe hábito, adicción, rebelión, transgresión, apostasía ni crimen en que no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo” (véase Boyd K. Packer, “La luminosa mañana del perdón”, Liahona, enero de 1996, pág. 22).

En ese ambiente de fe y testimonio hallamos la esperanza que nos despertó a la misericordia y al poder de Dios. Comenzamos a creer que Él podría liberarnos de la esclavitud de la adicción. Seguimos el ejemplo de nuestros amigos que estaban recuperándose. Comenzamos a trabajar en los pasos, obtuvimos apoyo de otras personas, incluidos nuestros padrinos, y asistimos a las reuniones para recuperarse. Al orar, meditar y poner en práctica las Escrituras, con el tiempo comenzamos a renovar nuestra actividad en la Iglesia. Comenzaron a suceder nuestros propios milagros y fuimos bendecidos con la gracia de Jesucristo para mantener nuestra abstinencia día tras día.

Al trabajar en el paso 2, nos dispusimos a reemplazar la confianza en nosotros mismos y nuestras adicciones con la fe en el amor y el poder de Jesucristo. Trabajamos en este paso con la mente y el corazón, junto con el apoyo de otros, y aprendimos que la base para recuperarse de la adicción debe ser espiritual. Luego, a medida que avanzamos y trabajamos en cada uno de los pasos recomendados en esta guía, se nos confirmó repetidas veces la índole espiritual de recuperarnos.

Este es un programa espiritual y de acción. Para nosotros y para incontables personas más, cada esfuerzo que hicimos para recuperarnos ha valido la pena. Cuando ponemos en práctica estos principios y permitimos que surtan efecto en nuestra vida, se nos restaura una mente sana y una salud espiritual completa. Encontramos una relación genuina con nosotros mismos, con los demás y con el Salvador Jesucristo.

Para algunos de nosotros, el milagro de recuperarnos pareció llegar rápido; para otros, recuperarse ha sido más gradual. De cualquier manera, lo importante es que seguimos practicando creer y confiar en que Dios haría por nosotros lo que no podíamos hacer por nosotros mismos. Con el tiempo, pudimos decir que, por medio de la “firmeza en Cristo”, hemos sido rescatados de la adicción y disfrutamos de “un fulgor perfecto de esperanza” (2 Nefi 31:20).

Nuestro amoroso Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo, están con nosotros en cada paso del proceso. Nos ayudan a nutrir y a expandir nuestra esperanza en Cristo. El presidente M. Russell Ballard enseñó:

“Y para todos los que sean víctimas de cualquier tipo de adicción: hay esperanza, porque Dios ama a todos Sus hijos y porque la Expiación y el amor del Señor Jesucristo hacen que todo sea posible.

“He visto la maravillosa bendición de la rehabilitación que puede librarnos de las cadenas de la adicción. El Señor es nuestro Pastor y nada nos faltará al confiar en el poder de [Su] Expiación. Sé que el Señor puede librar a los adictos del cautiverio y lo hará, porque como proclamó el apóstol Pablo: ‘Todo lo puedo en Cristo que me fortalece’ (Filipenses 4:13)” (“¡Oh ese sutil plan del maligno!”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 110).

Si recaemos, creemos que acudir a Dios y hablar con nuestros padrinos es muy valioso. Puede que nos sintamos tentados a perder toda esperanza. Sin embargo, una recaída no destruye el progreso que hemos logrado y no debe destruir nuestra esperanza. La recaída es un poderoso recordatorio de nuestra necesidad de seguir asistiendo a las reuniones para recuperarse, buscar apoyo en los padrinos y en otras personas, rendirnos ante Dios y trabajar en estos pasos. A medida que seguimos progresando, comenzamos a sentir el poder de Jesucristo en nuestra vida. Somos más capaces de abstenernos y nuestra esperanza aumenta.

El élder David A. Bednar enseñó: “Tal vez pensemos equivocadamente que esas bendiciones y esos dones están reservados para otras personas que parecen ser más rectas o que sirven en llamamientos de importancia en la Iglesia. Testifico que las entrañables misericordias del Señor están al alcance de todos nosotros y que el Redentor de Israel está ansioso por conferirnos esos dones” (“Las entrañables misericordias del Señor”, Liahona, mayo de 2005, pág. 101). Jesucristo nos dará muchas tiernas misericordias a lo largo de nuestro camino hacia la recuperación, de las cuales una de las más importantes es la esperanza en que el poder de Dios puede restaurar por completo nuestra salud espiritual.

Pasos a seguir

Este es un programa de acción. Nuestro progreso depende de poner en práctica los pasos de forma constante en nuestra vida diaria. Esto se conoce como “trabajar en los pasos”. Las siguientes acciones nos ayudan a venir a Cristo y a recibir la orientación y el poder necesarios para dar el siguiente paso para recuperarnos.

Desarrollar una comprensión correcta del carácter de Dios

A menudo, nuestra vergüenza nos impide comprender el carácter de Dios y Su amor por nosotros. Cuando estamos cegados por el dolor y las adicciones, solemos verlo a Él como alguien vengativo o creemos que está decepcionado de nosotros o enojado. El propósito de este paso a seguir es dejar de lado las ideas incorrectas sobre Dios y desarrollar una mejor comprensión de Su amor, misericordia e intención y deseo de bendecirnos.

En primer lugar, es importante comprender que Dios está a nuestro lado incluso si no sentimos Su presencia. Llegar a conocer a Dios es un trabajo arduo y requiere paciencia. Puede ser difícil cuando estamos acostumbrados a una gratificación instantánea; sin embargo, con el tiempo podemos comenzar a ver y experimentar Sus características divinas. Llegamos a conocer mejor a Dios.

Podemos pedirle al Padre Celestial que nos ayude a comprender mejor Su naturaleza. Podemos buscar la mano de Dios en nuestra vida y lo mucho que Él hace por nosotros. Podemos estudiar pasajes de las Escrituras sobre la misericordia y la gracia del Salvador y luego analizarlos con nuestros padrinos y con otras personas que nos apoyan.

A medida que comenzamos a comprender mejor el amor y la misericordia de Dios, empezamos a sentir una mayor confianza y esperanza en el poder de Dios para librarnos. El presidente J. Reuben Clark Jr. testificó de la misericordia de nuestro Padre Celestial cuando declaró: “Creo que nuestro Padre Celestial desea salvar a cada uno de Sus hijos […]. Creo que en Su justicia y misericordia, Él nos dará la máxima recompensa por nuestras acciones, nos dará todo lo que pueda darnos; y, por otro lado, creo que nos impondrá el castigo más leve que pueda imponernos” (en Conference Report, octubre de 1953, pág. 84).

Orar y estudiar las Escrituras

El presidente M. Russell Ballard declaró: “Si alguien adicto desea vencer la adicción, hay un camino a la libertad espiritual, una forma comprobada para escapar la esclavitud. Comienza con la oración, la comunicación sincera, ferviente y constante con el Creador de nuestros espíritus y cuerpos: nuestro Padre Celestial” (“¡Oh ese sutil plan del maligno!”, Liahona, noviembre de 2010, pág. 110).

Cuando nos deshacemos del orgullo y nos esforzamos por hacer lo mejor cada día, deseamos orar para recibir guía y orientación de un Padre Celestial amoroso. Algunos de nosotros nunca habíamos orado ni meditado en las Escrituras realmente. Algunos de nosotros fuimos tentados a dejar de orar o de estudiar. Pensábamos erróneamente que esos esfuerzos no funcionaban porque no nos sentíamos cerca de Dios o porque todavía luchábamos contra la adicción.

Descubrimos que una de las claves para el éxito era seguir utilizando estas herramientas espirituales. Orar en voz alta, orar sencillamente para expresar gratitud durante el día y orar por los demás fueron nuevas y poderosas prácticas para muchos de nosotros. Una de las maneras de aumentar el poder de la oración es expresar nuestras dificultades a Dios con más sinceridad. Incluso cuando compartimos con el Padre Celestial nuestra falta de voluntad para cambiar, nuestra voluntad se fortaleció. También experimentamos impresiones silenciosas y pequeñas del Espíritu Santo con más frecuencia. Comenzamos a preguntar a Dios qué pequeños pasos podíamos dar cada día, en lugar de solo pedirle que elimine al instante nuestros desafíos y adicciones.

Por último, el deseo de comunicarnos con Dios nos lleva a estudiar las palabras de los profetas antiguos y modernos. Estudiar las Escrituras con espíritu de oración, buscar respuestas a nuestras preguntas y registrar las impresiones del Espíritu puede ayudarnos a creer que Dios puede ayudarnos y lo hará.

Una buena manera de comenzar a estudiar la palabra de Dios es empleando los pasajes de las Escrituras y las citas que se hallan al final de cada capítulo de esta guía. Cada pasaje de las Escrituras y cada cita fueron seleccionados pensando en la recuperación, y cada pregunta está planteada con la esperanza de ayudarnos a aplicar los pasajes y las citas en nuestra vida. Hemos descubierto que dedicar unos minutos cada día a buscar lo que Dios desea comunicarnos genera grandes recompensas. Somos testigos de esta verdad: “Sí, vemos que todo aquel que quiera, puede asirse a la palabra de Dios, que es viva y poderosa, que partirá por medio toda la astucia, los lazos y las artimañas del diablo” (Helamán 3:29).

Estudio y comprensión

Los siguientes pasajes de las Escrituras y declaraciones de los líderes de la Iglesia pueden ayudarnos a recuperarnos de la adicción. Podemos utilizarlos para meditar, estudiar y escribir en un diario. Debemos recordar ser sinceros y específicos cuando escribimos para aprovechar al máximo los beneficios de ello.

Creer en Dios

“Creed en Dios; creed que él existe, y que creó todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra; creed que él tiene toda sabiduría y todo poder, tanto en el cielo como en la tierra; creed que el hombre no comprende todas las cosas que el Señor puede comprender” (Mosíah 4:9).

  • Muchos testigos en el cielo y en la tierra testifican de la existencia de Dios. ¿Qué evidencia he experimentado de Dios y de Su amor?

Aumentar la fe en Jesucristo

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “Comiencen hoy a aumentar su fe. Mediante su fe, Jesucristo aumentará la capacidad de ustedes para mover los montes que haya en su vida” (“Cristo ha resucitado; la fe en Él moverá montes”, Liahona, mayo de 2021, págs. 102–103).

Muchos tratamos de recuperarnos de nuestras adicciones únicamente mediante la fuerza de voluntad o mediante nuestra fe en un amigo o terapeuta. Tarde o temprano, nos dimos cuenta de que la fe en nosotros mismos o en los demás no nos habilitaba para superar nuestra adicción por completo. La fe en Jesucristo y Su capacidad de sanarnos es el fundamento para recuperarnos.

  • ¿Cómo me siento hoy en cuanto a acudir al Señor como parte de mis esfuerzos por recuperarme?

  • ¿Qué me ha ayudado a tener fe en Jesucristo?

  • ¿Qué sugieren mi padrino, los líderes de la Iglesia y otras personas que debo hacer para aumentar mi fe?

El poder y la fortaleza de la esperanza

Cuando tenemos esperanza en nuestro corazón y en nuestra mente, tenemos un enfoque claro sobre nuestras acciones futuras. La esperanza aporta una fortaleza y confianza estables, en lugar de un optimismo temporal. Además, la esperanza puede ser una fuente de paz, calma y estabilidad emocional a medida que progresamos para recuperarnos de la adicción.

Con respecto a este principio, el presidente Russell M. Nelson dijo: “La esperanza es más poderosa que un deseo melancólico. La esperanza, reforzada con la fe y la caridad, crea una fuerza tan fuerte como el acero. La esperanza se convierte en un ancla para el alma […]. Si nos aferramos al ancla de la esperanza, será nuestra protección para siempre” (“A More Excellent Hope”, devocional de la Universidad Brigham Young, 8 de enero de 1995, pág. 3, speeches.byu.edu).

  • ¿En qué ocasiones he sentido poder y confianza debido a la esperanza en Cristo?

  • ¿Qué prácticas y acciones espirituales diarias estaba realizando en ese tiempo?

  • ¿De qué manera el tener esperanza influyó en mi mente, en mi estado de ánimo y en mi espíritu? ¿De qué manera influyó en mis objetivos y planes a futuro?

  • ¿Cómo influyó en mis relaciones e interacciones con las personas que me aman y se preocupan por mí?

Lista de gratitud

Una manera de ver a Dios en nuestra vida es meditar y escribir sobre nuestras bendiciones con frecuencia. Podemos comprender mejor el amor del Padre Celestial por nosotros si buscamos evidencias de Su amor y poder en nuestra vida.

  • ¿Por qué cosas estoy agradecido?

  • ¿Qué cosas buenas han sucedido en mi vida?

  • ¿De qué maneras he visto la mano de Dios en mi vida?

Aferrarnos a la esperanza durante una recaída

El élder Dale G. Renlund enseñó: “‘Un santo es un pecador que sigue intentándolo’ […]. A Dios le importa mucho más quiénes somos y en quienes nos estamos convirtiendo, que quienes fuimos alguna vez; a Él le importa que sigamos intentándolo” (véase “Los Santos de los Últimos Días siguen intentándolo”, Liahona, mayo de 2015, págs. 56, 57). Todos experimentamos sentimientos de desesperanza de cuando en cuando a medida que nos esforzamos por recuperarnos. Esto es especialmente cierto cuando recaemos. No obstante, nuestra esperanza y recuperación se basan más en el progreso que en la perfección. Una recaída no borra nuestros esfuerzos previos o nuestro impulso por acudir a Jesucristo. Podemos aprender a mantener nuestra esperanza en Cristo, incluso cuando recaemos.

  • ¿De qué manera estoy tratando de cambiar, mejorar y progresar?

  • ¿Cuáles son algunas de las victorias o los éxitos recientes que he tenido en mi vida?

  • ¿Qué dicen mis padrinos, los líderes de la Iglesia, mis familiares y mis amigos sobre mis esfuerzos y progreso?

Él puede librarnos de la esclavitud

“Mas si os tornáis al Señor con íntegro propósito de corazón, y ponéis vuestra confianza en él, y le servís con toda la diligencia del alma, si hacéis esto, él, de acuerdo con su propia voluntad y deseo, os librará del cautiverio” (Mosíah 7:33).

  • ¿Qué cosas me ayudan a tener más fe en la promesa de que Jesucristo me librará?

  • ¿Cómo puedo acudir mejor a Jesucristo, depositar mi confianza en Él y servirle con toda la diligencia del alma? ¿Qué cosas específicas puedo mejorar?

  • ¿Qué significa para mí esperar a que Jesucristo me libre “de acuerdo con su propia voluntad y deseo”?

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