Adicción
Paso 9: En lo posible, realizar una restitución directa a todas las personas que hayamos lastimado


“Paso 9: En lo posible, realizar una restitución directa a todas las personas que hayamos lastimado”, Sanación mediante el Salvador — Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos, 2023

“Paso 9”, Programa para recuperarse de las adicciones: Guía para recuperarse en 12 pasos

Imagen
un hombre hablando a otras personas en un círculo

Paso 9: En lo posible, realizar una restitución directa a todas las personas que hayamos lastimado.

Principio clave: El enmendar errores

Al llegar al paso 9, estábamos listos para buscar el perdón. Al igual que los arrepentidos hijos de Mosíah, que viajaron “esforzándose celosamente por reparar todos los daños que habían causado” (Mosíah 27:35), también nosotros deseábamos reparar nuestros agravios. Sin embargo, al afrontar el paso 9, supimos que no podríamos llevar a cabo nuestros deseos a menos que Dios nos bendijera con Su Espíritu. Necesitábamos valor, buen juicio, tacto, prudencia y actuar en el momento adecuado. La mayoría de nosotros no poseía estas cualidades en ese momento. Nos dimos cuenta de que el paso 9 pondría a prueba una vez más nuestra disposición a humillarnos y procurar la ayuda y la gracia del Señor.

Ofrecemos algunas sugerencias basadas en nuestra experiencia en este desafiante proceso. Es de suma importancia que no seamos impulsivos ni descuidados en nuestro intento de reparar los agravios, y es igual de importante que no lo pospongamos. Muchas personas en recuperación han recaído al permitir que el miedo les impidiera enmendar sus errores. Debemos orar para obtener la guía del Señor en cuanto a cuándo y cómo reparar los daños. Además, es útil hablar con nuestros padrinos, líderes de la Iglesia u otras personas en las que confiamos.

Es probable que a veces nos veamos tentados a evitar encontrarnos con una de las personas de nuestra lista; sin embargo, le recomendamos que no ceda a esa tentación, a menos que, naturalmente, exista alguna restricción legal que le impida reunirse con alguien. Cuando somos humildes y honestos, y hacemos esfuerzos razonables para reunirnos en persona, podemos reparar las relaciones dañadas. Le hacemos saber a dichas personas que nuestra intención es la de reparar el daño causado. Respetamos sus deseos si expresan que prefieren no tratar el tema. Si nos dan la oportunidad de disculparnos, debemos ser breves y específicos en cuanto a la situación. Tenemos cuidado de no poner excusas ni manipular a las personas a quienes nos acercamos. El propósito de enmendar los errores no es justificar nuestro comportamiento ni criticar a las personas, sino admitir nuestros errores, disculparnos y hacer restitución siempre que sea posible. No discutimos con las personas, incluso si no aceptan nuestra disculpa o si su respuesta no es favorable. Nos acercamos con humildad a cada persona y ofrecemos reconciliación, no justificaciones.

Es posible que sea particularmente difícil disculparse por determinadas acciones. Por ejemplo, quizás tengamos que abordar asuntos que podrían acarrear consecuencias legales, como el robo o el abuso. Puede que nos sintamos tentados a reaccionar de forma exagerada, a buscar excusas o a evitar reparar el daño causado. Antes de tomar cualquier acción en estos casos tan graves, buscamos consejo eclesiástico o profesional con espíritu de oración.

En otros casos, es posible que no podamos enmendar nuestros errores de forma directa. La persona puede haber muerto o puede que no sepamos dónde vive. En tales casos, todavía podemos enmendar el daño indirectamente. Podemos escribir una carta manifestando nuestro arrepentimiento y nuestro deseo de reconciliación, aún si fuera imposible entregar la carta. Podríamos buscar a alguien que nos recuerde a esa persona y hacer algo para ayudarla, o podemos hacer algo de forma anónima para ayudar a un miembro de la familia de esa persona.

En algunos casos, es posible que hayamos hecho un daño que no podemos reparar. El élder Neil L. Andersen enseñó:

“Hay muchos errores que la persona que haya hecho daño u ofendido no podrá rectificar, y hay dolores y sufrimientos que no podrán repararse por completo. No obstante, nunca deje de lado la restitución generosa que pueda hacer ni el sufrimiento que pueda aliviar, aun cuando el amor, la pureza, la virtud, la confianza y el respeto sean imposibles de restaurar sin la intervención del Señor […]. En el caso de algunos pecados, la única manera de hacer restitución puede provenir de bendecir la vida de los demás y de ser un instrumento en las manos del Señor para llevar Su bondad y Su gracia a otras personas” (El don divino del perdón, 2019, págs. 234, 238).

Desde el momento en que decidimos adoptar estos principios verdaderos en nuestra nueva forma de vida, comenzamos a reparar agravios. Enmendamos la forma en que vivimos y, debido a que vivimos en recuperación, eso bendice a todos los que nos rodean.

Habrá situaciones en las que acercarse a alguien con el fin de reparar un daño resulte doloroso o hasta perjudicial para dicha persona. Si cree que podría ser así, analice la situación con su padrino o con un consejero de su confianza. Este paso para recuperarse nunca debería causar más daño ni angustia a otras personas.

Tras reparar la mayor parte de nuestras acciones pasadas, es posible que todavía haya una o dos personas que sintamos que no podemos enfrentar. Muchos de nosotros lidiamos con esa realidad. Le recomendamos que acuda al Señor a través de la oración sincera. Si aun así siente miedo o enojo hacia alguien, tal vez deba posponer el encuentro con esa persona. Podemos superar los sentimientos negativos al orar para tener caridad a fin de ver a esa persona como el Señor la ve. Podemos buscar razones positivas por las cuales la reconciliación y la restitución serán de ayuda. Si hacemos estas cosas y somos pacientes, el Señor, a Su manera y en Su debido tiempo, nos concederá la milagrosa oportunidad de buscar el perdón de cada una de las personas de nuestra lista.

En algunos casos, la persona no querrá o no podrá perdonarnos. Es posible que otras personas nos perdonen, pero no quieran reconciliarse o tener una relación con nosotros. Si bien esto puede ser desalentador o doloroso para nosotros, es importante respetar sus sentimientos y honrar su albedrío. El paso 9 consiste en hacer nuestra parte para reparar el daño. Este paso no requiere que la otra persona nos perdone o que se reconcilie con nosotros. A medida que hacemos nuestra parte, que consiste en esforzarnos con honestidad para reparar el daño, trabajamos en el paso 9 y avanzamos en nuestro progreso hacia la recuperación.

Pasos a seguir

Este es un programa de acción. Nuestro progreso depende de poner en práctica los pasos de forma constante en nuestra vida diaria. Esto se conoce como “trabajar en los pasos”. Las siguientes acciones nos ayudan a venir a Cristo y a recibir la orientación y el poder necesarios para dar el siguiente paso para recuperarnos.

Acercarnos a los demás

En el paso 8, elaboramos una lista y consideramos con espíritu de oración cuándo y cómo acercarnos a las personas de la lista. Analizamos nuestros planes con nuestros padrinos o asesores de confianza y luego estuvimos listos para el paso 9: comunicarnos con las personas de la lista (de ser posible y apropiado). Cuando nos comunicamos con ellas para enmendar nuestros errores, no es necesario que demos muchos detalles sobre nuestras adicciones. No obstante, debemos ofrecer suficientes detalles para ayudarlos a comprender mejor la razón por la que necesitamos hablar con ellos.

Reconocemos nuestros errores y preguntamos qué podemos hacer para enmendar la situación. Si ellos nos perdonan o no, es asunto suyo. Es posible que las personas a las que nos acerquemos tengan preguntas que sea necesario responder. Recuerde contestar sus preguntas de un modo que no dañe aún más la relación. Si tiene alguna duda, solo dígales que le gustaría pensar más al respecto y que volverá a comunicarse con ellos más adelante. Luego puede hablar con su padrino o consejero de confianza sobre cómo y cuándo responder esas preguntas.

Es posible que a veces nos emocionemos durante este proceso. Oremos y pidamos al Señor que nos ayude a permanecer calmados y centrados en el propósito de nuestra visita. Es posible que nos sintamos tentados a justificar o explicar nuestras acciones al mencionar algo que otra persona hizo o al enfocarnos en eso, pero debemos resistir esa tentación. Debemos permanecer centrados en enmendar nuestras acciones.

Analizamos lo que podemos hacer para restituir a la persona que hemos lastimado. Por ejemplo, si para restituir necesitamos devolver dinero, es posible que la persona perdone la deuda, que pida el monto original o que pida intereses. Tal vez no tengamos que cumplir con sus expectativas; sin embargo, es importante comprender lo que la persona siente que debemos hacer para llevar a cabo la restitución, y debemos considerarlo con espíritu de oración.

Después de enmendar nuestros errores, completaremos las últimas dos columnas de la tabla que creamos en el paso 4 (consulte el apéndice para ver un ejemplo de una tabla). Anotamos la fecha de cada contacto, lo que hicimos para reparar el daño y los resultados. Luego, analizamos los resultados con nuestro padrino. Reconocemos que estamos esforzándonos por hacer todo lo posible para estar en armonía con las personas de nuestra lista. Hemos hecho todo lo posible para hacer lo correcto y podemos confiar en que el Señor sanará lo que nosotros no podemos sanar. La paz viene mediante nuestra relación con el Señor. Otras personas tienen su albedrío para responder según lo deseen.

Reconocer las bendiciones de recuperarse

A medida que reunimos el valor para enmendar nuestros errores, fue alentador realizar un inventario de las bendiciones que recibimos por trabajar en los pasos hasta este punto. Comenzamos a reconocer que las bendiciones de la recuperación superaron con creces nuestras expectativas. Le recomendamos que comience una lista de los cambios en su vida. Estos son algunos de los cambios que notamos en nosotros mismos cuando llegamos a este punto de nuestra recuperación:

  • Sentimos el amor perfecto de Dios por nosotros.

  • Sentimos nuevo gozo, felicidad y libertad en nuestra vida.

  • Entendemos a las personas, las relaciones y las situaciones con una perspectiva más profunda y tenemos una mayor empatía por los demás.

  • Tenemos un nuevo rumbo y propósito para nuestra vida.

  • Sentimos una aceptación más profunda por nosotros mismos y por los demás.

  • Pensamos menos en nosotros mismos y nos concentramos más en servir a las personas que necesitan nuestra ayuda.

  • Sentimos la infinita Expiación de Jesucristo con mayor intensidad y de forma más personal.

  • Sentimos más esperanza y fe por nuestro futuro eterno.

  • Sentimos menos miedo por la vida y las situaciones económicas.

  • Nos sentimos perdonados, y es más fácil para nosotros perdonar a los demás.

  • Confiamos en que, con el poder de Dios, podemos hacer cosas que no podemos hacer por cuenta propia.

Estudio y comprensión

Los siguientes pasajes de las Escrituras y declaraciones de los líderes de la Iglesia pueden ayudarnos a recuperarnos. Podemos utilizarlos para meditar, estudiar y escribir en un diario. Debemos recordar ser sinceros y específicos cuando escribimos para aprovechar al máximo los beneficios de ello.

Una influencia para bien en los demás

“El Espíritu del Señor me dice: Manda a tus hijos que hagan lo bueno, no sea que desvíen el corazón de muchos hasta la destrucción. Por tanto, hijo mío, te mando, en el temor de Dios, que te abstengas de tus iniquidades;

“que te vuelvas al Señor con toda tu mente, poder y fuerza; que no induzcas más el corazón de los demás a hacer lo malo, sino más bien, vuelve a ellos, y reconoce tus faltas y la maldad que hayas cometido” (Alma 39:12–13).

Una de las consecuencias más dañinas de nuestro comportamiento adictivo es que posiblemente hayamos influido en otros para que desarrollen adicciones.

  • ¿A quién en mi vida he influido de esta manera?

  • Según las enseñanzas de Alma en estos versículos, ¿dónde puedo encontrar el valor para reparar los agravios causados a esas personas?

Ser persuadidos, no obligados

“El que quiera venir, puede venir a beber libremente de las aguas de la vida; y quien no quiera venir, no está obligado a venir; pero en el postrer día le será restaurado según sus hechos” (Alma 42:27).

Hay muchas y poderosas razones para trabajar en el paso 9, pero nunca debemos caer en la justificación o en la mentira de que no tenemos otra elección. El Programa para recuperarse de las adicciones es un programa de persuasión, no de coacción.

  • ¿Me siento persuadido u obligado a enmendar mis errores?

  • De acuerdo con este versículo, ¿cuáles son algunas de las razones por las que puedo ser persuadido?

Prepararse para comparecer ante Dios

“Sí, quisiera que vinieseis y no endurecieseis más vuestros corazones; porque he aquí, hoy es el tiempo y el día de vuestra salvación; y por tanto, si os arrepentís y no endurecéis vuestros corazones, inmediatamente obrará para vosotros el gran plan de redención.

“Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra” (Alma 34:31–32).

  • ¿Qué logro cuando ablando mi corazón y enmiendo mis errores?

  • ¿Cómo aumenta mi disposición a reparar mis agravios cuando me doy cuenta de que también me estoy preparando para presentarme ante Dios?

La actividad en la Iglesia

“Y [Alma, hijo, y los hijos de Mosíah] viajaron por toda la tierra […] esforzándose celosamente por reparar todos los daños que habían causado a la iglesia, confesando todos sus pecados, proclamando todas las cosas que habían visto y explicando las profecías y las Escrituras a cuantos deseaban oírlos” (Mosíah 27:35).

A causa de las adicciones, muchas personas dejan de asistir a la iglesia. Algunas personas utilizan las fallas de otros para justificar su participación limitada en la Iglesia.

  • ¿Cómo ha sido mi actividad en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?

  • ¿De qué manera el acercarme al Salvador mediante la recuperación me ayudó a reintegrarme a Su Iglesia?

  • ¿De qué manera el ser activo en la Iglesia me ayuda a reparar mis agravios y recuperarme más plenamente?

La restitución voluntaria

“Debes restaurar en todo lo posible lo que hayas robado, dañado o deshonrado. La restitución voluntaria demuestra al Señor que estás dispuesto a hacer todo lo que puedas por arrepentirte” (véase Richard G. Scott, “Busquemos el perdón”, Liahona, julio de 1995, pág. 86).

  • ¿De qué modo el enmendar mis errores le demuestra al Señor, a mí mismo y a los demás que me he comprometido a vivir una vida de humildad y honradez?

Las intenciones de nuestro corazón

“El que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor será perdonado” (Doctrina y Convenios 1:32).

Al tratar de reparar los agravios, tal vez nos encontremos con personas que no nos perdonen. Es posible que sus corazones aún estén endurecidos hacia nosotros o que no confíen en nuestras intenciones.

  • ¿En qué me ayuda saber que el Señor comprende la verdadera intención de mi corazón y que Él aceptará mi ofrenda de arrepentimiento y restitución, aunque los demás la rechacen?

Lo que el Salvador puede hacer por nosotros

“Los hombres no pueden perdonarse sus propios pecados; no pueden limpiarse de las consecuencias de sus pecados. Pueden dejar de pecar y pueden actuar rectamente en el futuro, y a tal punto sus hechos serán aceptables ante el Señor y dignos de consideración. Pero, ¿quién reparará los agravios que se hayan ocasionado a sí mismos y a otras personas, los cuales parece imposible que ellos mismos reparen? Mediante la Expiación de Jesucristo serán lavados los pecados de aquel que se arrepienta, y aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Esa es la promesa que se les ha hecho” (Joseph F. Smith, en Conference Report, octubre de 1899, pág. 41).

A medida que enmiende sus errores, no se desanime por pensamientos como: “¡Es imposible! No puedo compensar adecuadamente el mal que le he causado a esa persona”. Aunque ese fuera el caso, reflexione sobre el poder de Jesucristo para reparar aquello que usted no puede. Debemos confiar en que Jesucristo hará lo que nosotros no podemos hacer.

  • ¿Cómo puedo mostrarle al Señor que confío en Él? ¿Cómo puedo incrementar esa confianza?

Imprimir