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Vida eterna


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Guía para el estudio del Evangelio

Vida eterna

Vivir con Dios y llegar a ser como Él

Usted tiene un potencial y destino divinos como hija o hijo de padres celestiales. Cuando reconoce su identidad eterna, puede ver que Dios desea que se prepare para la vida venidera. Gracias a que Jesucristo venció la muerte, todos resucitaremos y lograremos la inmortalidad en la vida venidera. Sin embargo, el Padre Celestial tiene aún más reservado para aquellos que procuran seguir a Jesucristo, se arrepienten, y hacen convenios con Él y los guardan. Dios el Padre hace posible que Sus hijos lleguen a ser semejantes a Él y vivan de nuevo en Su presencia (véase Mosíah 2:41). Eso es lo que las Escrituras llaman “exaltación” y “vida eterna”. La vida eterna es el mayor de todos los dones de Dios y es el propósito mismo del Plan de Salvación (véase Doctrina y Convenios 14:7). Todo lo que hace Dios es para preparar a Sus hijos para obtener la vida eterna (véase Moisés 1:39).

¿Qué es la vida eterna?

Obtener la vida eterna es lograr la salvación, las bendiciones de la familia eterna y la exaltación, que es el “máximo estado de felicidad y gloria”1. Mediante el amor y la gracia de Dios, todos Sus hijos resucitarán después de morir y disfrutarán de la inmortalidad (véase Moroni 7:41). La vida eterna va más allá de la inmortalidad e incluye heredar el grado más alto del Reino Celestial, continuar formando parte de una familia eterna, ser semejante a Dios y vivir en Su presencia. La vida eterna es el don más grande que podemos recibir de Dios (véanse Romanos 6:23; Doctrina y Convenios 14:7).

Reseña del tema: Vida eterna

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Sección 1

El plan de Dios le ayudará a obtener la exaltación y la vida eterna

jóvenes caminando cerca de un templo

¿Alguna vez ha sentido que tal vez nunca podrá ser merecedor de la exaltación? Todos estamos lejos de ser perfectos en nuestros esfuerzos por seguir a Jesucristo. Sin embargo, el Padre Celestial era consciente de que en nuestra experiencia terrenal habría desafíos y desánimo. El Nuevo Testamento nos enseña que “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Podemos confiar en que el plan del Padre Celestial para nuestra salvación y exaltación realmente funciona porque Él envió a Jesucristo para que fuera nuestro Salvador y Redentor. No obtenemos ni podemos obtener el don de la vida eterna por nosotros mismos. Necesitamos a Jesucristo, y mediante nuestra fe en Él, el arrepentimiento y nuestros esfuerzos por hacer y guardar convenios, nos preparamos para recibir la exaltación (véanse Doctrina y Convenios 59:23; Moisés 6:59–60).

Como hijos de Dios, tenemos la capacidad y la oportunidad de progresar y llegar a ser semejantes a Él (véanse Mateo 5:48; 2 Pedro 1:2–4; 1 Juan 3:1–2). El Padre Celestial nos promete que algún día podremos llegar a ser “coherederos con Cristo” (Romanos 8:17) y recibir todo lo que Dios el Padre tiene (véase Doctrina y Convenios 84:36–38). El don de la vida eterna incluye la bendición de vivir en la presencia de Dios y seguir viviendo como familias (véase Doctrina y Convenios 131:1–4).

Algo en qué pensar

  • Escuche o lea la letra de “Santos, avanzad2. Anote sus sentimientos al hacerlo. ¿Parece la vida eterna más alcanzable de lo que pensaba? Lea 2 Nefi 31:20. ¿Qué significa seguir adelante con “un fulgor perfecto de esperanza”?

Actividad para aprender con otras personas

  • Hagan una lista de las circunstancias en las que demorar o dejar cosas para más adelante traería resultados no deseados. Lean juntos Alma 34:32–34 y analicen las verdades que nos ayudan a entender por qué no debemos demorar ni dejar para más adelante nuestro arrepentimiento. ¿Por qué es esta vida el momento de prepararse para la vida venidera?

Más información

Sección 2

Dios ha preparado diferentes reinos de gloria para Sus hijos

ilustración del sol, la luna y las estrellas

Jesús enseñó que hay diferentes recompensas en la vida venidera: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay” (véase Juan 14:2–3). El profeta José Smith vio una visión de los tres grados o reinos de gloria en los cielos (véase Doctrina y Convenios 76:50–98). Estos son los reinos Celestial, Terrestre y Telestial. Cada uno de ellos es posible para nosotros mediante el sacrificio expiatorio de Jesucristo (véase Doctrina y Convenios 76:40–43). José aprendió que el reino que heredaremos algún día depende del grado en que escojamos seguir a Jesucristo. El Reino Celestial es la gloria más alta y el lugar donde Dios mora (véase Doctrina y Convenios 76:62). El evangelio de Jesucristo traza un camino diseñado para ayudarnos a prepararnos para recibir la gloria del Reino Celestial.

Algo en qué pensar

Actividad para aprender con otras personas

Invite a los miembros de su grupo a repasar el breve artículo “Reinos de gloria” en Temas y preguntas. Hablen juntos sobre algunas de las diferencias entre los reinos. ¿Cómo influyen en nuestra recompensa eterna nuestros deseos y esfuerzos por seguir a Jesucristo en esta vida?

Más información

Otros recursos sobre la vida eterna

Notas

  1. Guía para el Estudio de las Escrituras, “Exaltación”, Biblioteca del Evangelio.

  2. Santos, avanzad”, Himnos, nro. 38.