Una canción muy querida cumple 50 años
El himno “Soy un hijo de Dios” (Himnos, N° 196) se ha escuchado en toda la tierra. A partir de 1957, tanto adultos como niños de la Primaria alrededor del mundo han tocado su música y han cantado su letra.
Al aproximarse su quincuagésimo aniversario, esta canción, publicada en más de 90 idiomas, sigue conmoviendo el corazón de muchas personas.
El mensaje de este himno de tres estrofas enseña las verdades del Evangelio de que toda persona es un hijo o una hija de Dios que ha sido enviada a esta tierra con un potencial eterno. Se pide a los padres y a los maestros que ayuden a todo niño a tomar decisiones rectas, en esta experiencia terrenal, que lo lleven a la vida y a la felicidad eternas.
La letra del himno dice así:
1. Soy un hijo de Dios;
Él me envió aquí.
Me ha dado un hogar
y padres buenos para mí.
[Estribillo]
Guíenme; enséñenme
la senda a seguir
para que algún día
yo con Él pueda vivir.
2. Soy un hijo de Dios;
me deben ayudar
a entender Su voluntad;
no puedo demorar.
3. Soy un hijo de Dios;
Él me bendecirá.
Yo obedeceré Su ley;
Haré Su voluntad.
A petición de la mesa directiva general de la Primaria, Naomi W. Randall, quien sirvió como miembro de dicha mesa y también como consejera de la presidencia general de dicha organización, escribió la letra de “Soy un hijo de Dios”; y Mildred T. Pettit, quien también había servido como miembro de la mesa directiva general de la Primaria, compuso la música.
La hermana Randall describió el proceso que siguió al escribir la letra de la canción:
“Esa noche, me arrodillé y oré en voz alta, suplicando a nuestro Padre Celestial que me diera a conocer las palabras correctas. Alrededor de las dos de la mañana, desperté y comencé a pensar de nuevo en la canción. Palabras acudieron a mi mente… e inmediatamente me levanté y comencé a escribirlas conforme las iba recibiendo. Pronto escribí tres estrofas y un estribillo. Con agradecimiento revisé la obra, absorbí el mensaje de las palabras y regresé a mi recámara, en donde me arrodillé ante mi Padre Celestial para decirle: ‘¡Gracias!’ ” (en Karen Lynn Davidson, Our Latter-day Hymns, 1988, págs. 303–304).
La hermana Randall le envió las palabras a la hermana Pettit, quien pasó muchas horas componiendo la música.
En el texto original, en inglés, la letra de una línea del estribillo decía: “Enséñenme todo lo que debo saber”. Tiempo después el presidente Spencer W. Kimball asistió a una conferencia en la que los niños de la Primaria cantaron la canción. Posteriormente le preguntó a la hermana Randall si estaría dispuesta a cambiar esa frase a “Enséñenme todo lo que debo hacer”, y ésa es la letra de la canción actualmente.
“No basta con saber”, dijo el presidente Kimball. “El diablo sabe y tiembla; los diablos lo saben todo. Tenemos que hacer algo” (“New Verse Is Written for Popular Song”, Church News, 1º de abril de 1978, pág. 16).
Se escribió una cuarta estrofa de la canción para que la cantara un coro de la Primaria en la conferencia general de abril de 1957. Cuando se preparó el himnario actual, el Comité General de Música y el Departamento de Correlación decidieron que la estrofa extra no formaba parte oficial de la canción y no la incluyeron.
Más adelante, cuando se creó Canciones para los niños, la mesa directiva general de la Primaria decidió incluirla. La versión de cuatro estrofas se ha publicado en 20 idiomas diferentes en la versión internacional. La cuarta estrofa dice:
4. Soy un hijo de Dios;
con Él feliz seré.
Aprenderé Su voluntad,
y seguiré con fe.
El himno se incluyó primeramente en el himnario para niños Canta conmigo, publicado en 1969, y después en Canciones para los niños en 1989, con el arreglo musical de Darwin Wolford.
“Soy un hijo de Dios” es uno de los 45 himnos y canciones para niños que se han publicado en el manual Principios del Evangelio. Eso significa que cuando se publica por primera vez el material de la Iglesia en un nuevo idioma, “Soy un hijo de Dios” es uno de los primeros himnos que la gente recibe en ese idioma muy al inicio del proceso.
Hay Escrituras; manuales; adaptaciones instrumentales, para coro y otras; CDs; discursos de Autoridades Generales; adhesivos y otros materiales que proclaman el mensaje que contienen la letra y la música del querido himno, el cual ha cruzado las barreras de culturas, de formación y de tradiciones para infundir en todas las personas la verdad del Evangelio de que toda persona es un hijo de Dios.
En 1978, el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, en ese entonces miembro de los Setenta, explicó con más detalle el tema de la canción: “Nuestro Padre Celestial nos ama con más profundidad de lo que podemos comprender. Él ha dicho que ‘tiene contado a su pueblo’ (Alma 26:37) y que cada uno de nosotros es importante para Él. Desea que regresemos a vivir de nuevo con Él y con Jesús. Quiere que nos comuniquemos con Él a través de la oración, que le hablemos de nuestro amor y le demostremos ese amor al obedecer Sus mandamientos. Mediante la obediencia, podemos llegar a ser más semejantes a Él y cultivar las cualidades que Él desea que tengan Sus hijos” (“I Am a Child of God”, Friend, marzo de 1978, pág. 7).