2015
Las heridas del divorcio
Agosto de 2015


Las heridas del divorcio

El autor vive en Columbia Británica, Canadá.

Como miembro de la Marina Real Canadiense, he recibido entrenamiento para realizar un “análisis posterior a la acción” después de un encuentro con el enemigo u otra calamidad. Es una evaluación cabal de cómo las personas involucradas pueden hacer mejoras con el fin de reducir o evitar lesiones o accidentes adicionales. A lo largo de la vida, y especialmente durante las dificultades como el divorcio, un análisis posterior a la acción abre muchos caminos para aprender y crecer.

Comienza al tomar la medida correcta de responsabilidad por lo ocurrido. Al hacer un análisis exacto de nuestras acciones, tal vez con la ayuda de un consejero, y reconocer dónde entró en juego nuestro albedrío y dónde entró en juego el albedrío del excónyuge, podemos observar cosas que podemos cambiar en nosotros mismos. Podemos, además, evaluar el nivel de nuestra salud mental, espiritual y emocional.

El hacer esfuerzos constructivos por cambiar a medida que ponemos en práctica las lecciones que aprendimos fomenta el proceso de recuperación mientras que al mismo tiempo abre el camino a un futuro más brillante.

Cómo acceder a la expiación del Salvador

En una guerra siempre hay heridas terribles que pueden ser profundas y dolorosas, pero aquellas personas que no las han experimentado no pueden entender verdaderamente lo que son. Las heridas que llegan a nuestro corazón y a nuestra alma debido al divorcio son igualmente dolorosas, y también pueden ser difíciles de entender para aquellos que no han pasado por algo similar.

Sin embargo, no estamos solos; el Salvador está listo para asistirnos. El poder sanador de Su expiación nos puede ayudar a recuperarnos. No le den la espalda a la Iglesia; pidan bendiciones del sacerdocio y asistan al templo con toda la frecuencia que les sea posible. El proceso de recuperación muchas veces es largo, pero el tener el Espíritu en su vida acelerará el proceso.

El primer año después del divorcio es difícil; hay un proceso de duelo por la pérdida de una relación que una vez fue el centro de nuestras esperanzas; es semejante a un sube y baja de emociones y desafíos. Nosotros hacemos nuestra parte en el proceso de recuperación al recordar que somos hijos preciados de nuestro Padre Celestial con un potencial divino, al asistir a nuestras reuniones de la Iglesia, leer las Escrituras, orar, prestar servicio y asistir al templo. Aunque el sendero parezca largo, la promesa es segura. Sigan al Señor, y podrán tener la vida eterna y todas las bendiciones que se les prometen, incluso paz y gozo en el alma.

Volverse a casar

Tengan cuidado cuando decidan empezar a salir con personas del sexo opuesto; asegúrense de que saben quiénes son ustedes y lo que desean; siéntanse bien estando solos (y con el Salvador). Cuando están felices con quienes son y hacia donde se dirigen, es más difícil que el adversario los desvíe o que terminen en una relación poco saludable, dependiendo de alguien más. La relación que cultivaron con su excónyuge tomó tiempo para llegar a ciertos niveles emocionales y románticos. Incluso las relaciones que no son buenas tienen aspectos de comodidad, de modo que puede ser tentador deslizarse demasiado rápido en una de ellas con alguna persona; avancen con cuidado.

Apoyar a los hombres divorciados

Aquellos que han pasado por un divorcio son semejantes a los veteranos en el campo de batalla de esta guerra por nuestras almas; necesitan nuestro respeto, amor, comprensión, apoyo y aceptación. Brinden guía amorosa y aliento, siempre y cuando ellos sean receptivos a recibirlos. Tengan fe en ellos y recuerden que el Salvador tiene Su tiempo para sanar las partes de un corazón y un espíritu quebrantados. La sanación y los milagros se llevarán a cabo, con el tiempo.