De Cañete a Londres
Fui con el hermano Luis Acevedo a visitar algunos miembros que necesitaban inscribir sus terrenos en Registros Públicos para que la Iglesia les construyera nuevas viviendas, ya que las suyas se habían destruido con el terremoto. Esto ocurría un año después del terrible sismo que asoló la zona del sur de Lima, desde Ica hasta Cañete, en el año 2007.
Corría el mes de julio del año 2008 y se estaba haciendo realidad este Programa de Emergencias. Esa tarde, recorríamos el asentamiento humano Las Viñas, en Cañete, cuando vimos, en una zona donde hace un tiempo atrás era un basural, el hermoso modelo de una casa recién construida por el programa antes indicado. La construcción era de un color granate y sobresalía, en ese entorno de bastante pobreza, de las pequeñas casas de la población. Nos costaba subir hasta dicha casa a causa de la superficie que se hundía a cada paso. Estaba como a la altura de un tercer piso y fue difícil llegar hasta la entrada. Luego de unos minutos, llegó Romaina, la dueña de casa, quien venía de estar acarreando agua durante varias horas a su nueva casa. Se le notaba muy cansada, sin zapatos, pero con una amplia sonrisa al hablarnos de este regalo del Señor. Luego de felicitarla le pregunté por su familia y me contó que tenía dos hijos pequeños y una hija mayor, quien se encontraba en Londres, Inglaterra.
Me interesó saber qué hacía su hija tan lejos. Ella había ganado un concurso, en el Instituto de Inglés donde estudiaba, que le permitía viajar a Inglaterra por 15 días. Como madre, vio el esfuerzo de su hija para ganar ese viaje, pero sufría por no contar con los medios para darle a su hija ropa, bolsa de viaje y tantas cosas que sabía iba a necesitar. Al ganar el concurso, ella llegó muy contenta, lloraba de felicidad. La hermana Romaina también lloraba, pero de tristeza. Cuando la hija salió para visitar a sus amigas y contarles la buena nueva del viaje, la madre decidió hacer algo, a la par que oraba a su Padre Celestial para obtener el apoyo necesario. Habló primero con un doctor que había atendido a su hija desde pequeña. Él, al enterarse de la situación, se comprometió a ayudar en todo lo que necesitara. Igualmente, en el Instituto donde ganó el concurso se interesaron por su situación. Finalmente, ella pudo viajar con la comodidad y tranquilidad requeridas. La madre, por su lado, había ganado el testimonio de que Dios escucha sus oraciones.
Sin embargo, la historia de la hija de Romaina recién se estaba tejiendo. A los pocos días de estar en Londres, viajando por un ferrocarril subterráneo, vio frente a ella a un hombre con su esposa. Como aquel la miraba fijamente, ella se inquietó. De pronto, la hija de Romaina reconoció al misionero que hace unos años, bautizó a su familia. Grande fue su alegría en ese momento: “¡De Cañete a Londres!” repetía el ex misionero, sorprendiendo al público que en ese momento les rodeaba.
Como resultado de este encuentro, ella, junto a la pareja que la “adoptó” en ese tiempo, viajaron dos veces a los Estados Unidos y una vez a Sudáfrica. En la actualidad, la hija de la hermana Romaina trabaja en Londres, habiéndose establecido en esa ciudad, pero siempre con el profundo deseo de regresar a Cañete.