2019
Sin limitantes
Marzo de 2019


Voces de los Santos de los Últimos Días

Sin limitantes

Tengo mucha autodisciplina, y no permito que nadie me limite o me diga que no puedo hacer algo. Nací con sinbraquidactilia, una enfermedad poco común que evita la formación completa de una extremidad, en mi caso, mi mano izquierda. Para mi familia, especialmente para mi madre, fue muy difícil ver que se me complicaba gatear, sostener un biberón, o hacer cosas que para la mayoría de niños es natural hacer. A los seis años no podía amarrar las agujetas de mis zapatos. Me equivoqué una y otra vez, pero con mucha práctica logré hacerlo. Siempre me enseñaron a creer en mí, a tener la esperanza de que lograré cualquier cosa que me proponga.

A mis 16 años he conocido todo tipo de personas. Hay quienes que, por ignorancia, se han burlado de mí. Otras me hacen todo tipo de preguntas. Incluso hay quienes me ven y llegan a sentir lástima. Para mí, todas sus opiniones pueden tener cierto sentido, pero ninguna tiene la razón.

Mientras crecía intentaba esconder mi mano, para evitar que los curiosos me hicieran sentir mal. Gracias a mis maestros, mis padres y líderes en la Iglesia he superado completamente estas dificultades. Sus palabras me han ayudado a saber el inmenso valor que tengo para el Padre Celestial. Me he llenado de mucho valor y esperanza.

Es cierto, no soy un joven normal; soy un joven especial. Tengo mucha autodisciplina, y no permito que nadie me limite o me diga que no puedo hacer algo. Toda mi rutina comienza a las cinco de la mañana. Leo las Escrituras, soy un alumno con excelencia académica, me gustan las finanzas, soy campeón de tenis de mesa y me traslado de un lugar a otro en bicicleta. Asisto a seminario, trabajo en historia familiar, cumplo con mis deberes en el sacerdocio, sirvo en mi barrio y estoy dispuesto a practicar cualquier deporte o aventura extrema, como canopy, escalar, etc.

Me gusta motivar a las personas, hacerles ver su propósito en esta tierra, demostrarles que no hay nada imposible y que si tenemos esperanza en el Evangelio y la disciplina de no darnos por vencidos, cumpliremos cada una de las metas que tengamos. La mayor limitante está dentro de nosotros y por esa razón somos los únicos responsables de eliminarlas.

Sueño con ir a una misión y me estoy preparando para ello. Sueño con alcanzar grandes logros profesionales y desarrollar fuentes de empleo. Desde que tengo una perspectiva eterna siento como si nunca me hubiera faltado una mano, porque tengo a mis padres y a mis tres hermanos que siempre me brindan su apoyo.

Amo al Salvador; Él es mi máximo ejemplo. Sé que Su plan es perfecto y aunque no entendamos muchas cosas que nos suceden, estoy seguro de que un día veremos todo con claridad. Entonces, sabremos con un conocimiento perfecto para qué fuimos preparados.

Imprimir