2019
Mi servicio en la Primaria
Marzo de 2019


Voces de los Santos de los Últimos Días

Mi servicio en la Primaria

Cada domingo en la Iglesia pueden escucharse las voces de los niños de la Primaria cuando cantan hermosos himnos. Uno de mis favoritos es “Yo trato de ser como Cristo”.

Tengo más de 20 años de servir en esta organización, y tanto esa letra como sus intérpretes enternecen mi corazón. Me he preguntado tantas veces, ¿qué estoy o qué estamos haciendo para que los niños se acerquen a Cristo?

Mi servicio en la Primaria ha sido tan gratificante que he podido ver a algunos de mis niños crecer (porque así los llamo, mis niños), los veo ir a la misión y algunos de ellos ya han regresado, se han casado y tienen hijos. Cuán rápido pasa el tiempo. Jacob, hermano de Nefi, en el Libro de Mormón dijo: “El tiempo se nos ha pasado, y nuestras vidas también han pasado como si fuera un sueño” (Jacob 7:26). Y así es, ¡un sueño! He tenido un hermoso sueño durante todos estos años en la Primaria.

Son incontables las experiencias que he tenido y las ocasiones en que he podido sentir el Espíritu al rodearme de pequeños ángeles a los que puedo abrazar y que me dicen que me aman. Me he sentido tan bendecida, porque a pesar de tener en mi hogar solo un hijo biológico —al que amo—, el Señor me ha permitido tener muchos hijos en la Primaria.

Alguien me dijo una vez que, tener hijos no es como comprar un pequeño jarroncito al que se le coloca en una esquina de la casa. Tenemos la sagrada responsabilidad de cuidarlos, amarlos y guiarlos de regreso al Padre Celestial. Como líderes apoyamos a los padres en la responsabilidad “del bienestar espiritual y físico de sus hijos” (Manual 2: Administración de la Iglesia 11.1), lo cual es una bendición en nuestras vidas.

He aprendido de hermanas muy queridas, de su gran dedicación al llamamiento de cuidar y enseñar a los hijos de Dios. Cada una de ellas ha podido sembrar la semilla de la conversión en el corazón de los pequeños. Sé con todo mi ser que el Señor no olvida nuestra obra.

Disfrutemos de la compañía de los niños, y atesoremos esos sagrados momentos que recibimos en su compañía. Lo que aprendemos de ellos tiene un valor incalculable. Mostremos nuestro amor por ellos, y démosles de nuestro tiempo, talentos y dones.

La Iglesia y sus programas son perfectos; lo sé porque un amoroso Padre Celestial me lo ha hecho sentir. Amo mi llamamiento en la Primaria. Los años que he servido y los que serviré en ella siempre serán de gran gozo en mi vida.

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