Danna y la prueba de matemáticas
¿Podría un versículo de las Escrituras ayudar a Danna con las matemáticas?
“Ora siempre para que salgas triunfante” (Doctrina y Convenios 10:5).
“Danna”, llamó la mamá. “¿Lista para la escuela? ¡Es la hora de las Escrituras!”.
“¡Ya voy!”. Danna metió el libro de matemáticas en su mochila de colores brillantes y se la colgó en el hombro.
Danna y su familia memorizaban un nuevo versículo de las Escrituras cada semana. Todos los días, antes de irse a la escuela, lo repetían juntos para practicar. La mamá decía que aprender un nuevo pasaje de las Escrituras era como hacer un nuevo amigo. “Una vez que lo memorizas, lo tienes siempre que lo necesitas”.
Danna y sus hermanas pequeñas se pararon junto a la puerta y repitieron el versículo de esa semana. Estaba en Doctrina y Convenios.
“Ora siempre para que salgas triunfante”, recitaron juntas.
“¿Qué significa ‘sal[ir] triunfante’?”, preguntó Tatianna, la hermana de Danna.
“¡Significa que puedes hacer cosas difíciles!”, dijo Danna.
La mamá asintió. “Cuando oramos, el Padre Celestial nos ayudará”.
Danna repitió en su mente el pasaje de las Escrituras una y otra vez mientras se apresuraba a llegar a la escuela.
Ese mismo día, la maestra de Danna se puso enfrente de la clase junto a la bandera azul y blanca de Guatemala. “Es hora de la prueba de matemáticas”, dijo la señora Morales, y comenzó a distribuir un montón de hojas.
A Danna le gustaban las matemáticas, ¡y ella era buena en eso! Había estudiado mucho para la prueba, y sabía que podía hacerla bien.
Danna tomó el lápiz y se puso manos a la obra. Se sentía bien con sus respuestas. Entonces llegó a la última serie de problemas; eran muy difíciles. ¡No se acordaba cómo se resolvían!
Danna sintió una ola de pánico. ¿Cómo iba a acabar la prueba de matemáticas? Agarró el lápiz y volvió a leer el siguiente problema.
Entonces le vino un pensamiento a la mente. “Ora siempre para que salgas triunfante […]”.
Danna respiró hondo; cerró los ojos e hizo una oración en su corazón. Padre Celestial, por favor, ayúdame a recordar lo que he aprendido. Por favor, ayúdame a hacer esta prueba bien.
Danna volvió a mirar al papel. Miró los problemas que ya había resuelto y luego volvió a mirar los difíciles. ¡Comenzó a recordar cómo resolverlos! Sus nervios se disiparon. Respiró hondo otra vez y se puso a trabajar.
Después de clase, Danna estaba deseando explicarle a su familia lo que había pasado.
“Al principio, no podía recordar cómo se resolvían algunos de los problemas”, dijo Danna. “Pero entonces pensé en el pasaje de las Escrituras que estamos memorizando. Hice una oración y el Padre Celestial me ayudó”.
“¡Bien hecho!”, exclamó la mamá.
“¡Saliste triunfante!”, añadió Tatianna.
Danna sonrió. “¡Lo hice! No importa la calificación que obtenga, sé que hice lo mejor que pude”. Les dio a su mamá y a Tatianna un gran abrazo. ¡Estaba deseando saber qué pasaje de las Escrituras se convertiría en su amigo la semana siguiente! ●