Ven, sígueme: Libro de Mormón
¿Cómo puedo ser yo la sal de la tierra?
21 – 27 septiembre
Bajo la ley de Moisés, la carne tenía que sazonarse antes de utilizarla como ofrenda (véase Levítico 2:13). Del mismo modo que la sal preparaba la carne para ser una ofrenda, nosotros podemos ayudar a preparar al mundo para el Señor convirtiéndonos en “la sal de la tierra” (3 Nefi 12:13).
“De cierto, de cierto os digo que os doy a vosotros ser la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada la tierra? De allí en adelante la sal no servirá para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (3 Nefi 12:13; cursiva agregada).
Sal de la tierra: Cuando hacemos convenios con Jesucristo, prometemos preparar al mundo para Su segunda venida (véase Doctrina y Convenios 34:5–7).
Pierde su sabor: Debemos ser una “luz al mundo” y ayudar a los demás a venir a Cristo. Si descuidamos el hacer eso, podríamos llegar a ser “como la sal que ha perdido su sabor” (Doctrina y Convenios 103:9–10).
No servirá para nada: La sal que pierde su sabor no sirve para nada. Somos la sal de la tierra cuando somos “testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que est[emos]” (Mosíah 18:9).