Principios de ministración
Ministración por medio de Ven, sígueme
¿Cómo puede Ven, sígueme ayudarte a marcar la diferencia para los demás?
Ya sea que estés con tu familia, en un salón de clase de la Escuela Dominical como maestro o alumno, en el trabajo o en otro lugar, Ven, sígueme brinda amplias oportunidades para ministrar a los demás. La enseñanza, después de todo, “implica mucho más que dirigir un análisis el domingo; implica ministrar con amor y ayudar a que otras personas reciban las bendiciones del Evangelio”1.
Establecer conexión con los alumnos
Cuando Ofelia Trejo de Cárdenas fue llamada para enseñar a los jóvenes adultos en su barrio de la Ciudad de México, sintió que tener una relación cercana con cada uno de sus alumnos de la Escuela Dominical aumentaría su capacidad de enseñarles y fortalecerlos.
“Si no tengo una relación cercana con mis alumnos y si no sienten mi amor, tal vez no me crean cuando esté enseñando una clase o expresando mi testimonio”, dice ella. “Podrían pensar que soy solo una maestra de la Escuela Dominical”.
Pero ¿cómo podría la hermana Cárdenas cultivar una relación así si solamente enseñaba una vez cada dos semanas? Encontró la respuesta a través de la tecnología. Usando la aplicación WhatsApp para teléfonos móviles, ella y sus alumnos no tardaron en conectarse a diario por medio de mensajes de texto y de voz. Ahora, todos los días anteriores a la siguiente lección de la Escuela Dominical, un voluntario de la clase envía a los demás miembros de la clase un versículo de las Escrituras de esa próxima lección, junto con una reflexión personal relacionada. Después de leer el versículo y la reflexión, los miembros de la clase responden con sus propias reflexiones.
“Cuando leen el pasaje de las Escrituras, envían una cara feliz para que yo sepa que han leído o estudiado ese pasaje y que han meditado en cuanto a él”, dice la hermana Cárdenas. Cuando llega la hora de la siguiente lección dominical, los alumnos están listos para participar.
Recientemente, esa conexión diaria bendijo a un joven adulto cuyos padres no están activos en la Iglesia.
“Me encanta cuando lo veo venir a la Iglesia porque sé que, para llegar allí, tuvo que pasar por varios desafíos”, dice la hermana Cárdenas. “Estoy segura de que los pasajes de las Escrituras y las reflexiones que han enviado sus compañeros de clase y los pasajes de las Escrituras y las reflexiones que él ha enviado cuando fue su turno lo han fortalecido mucho”.
La hermana Cárdenas dice que la ministración por medio de las Escrituras no termina con su lección dominical y la conexión diaria de su clase con las Escrituras.
“Mi preparación incluye orar por mis alumnos”, dice ella. “Pienso en ellos no solo los domingos, sino también todos los días de la semana. Cada uno de ellos tiene necesidades específicas y diferentes. Cada uno es hijo o hija de Dios. Pienso en ellos mientras preparo mis lecciones”.
Y cuando enseña, ella escucha, tanto a sus alumnos como al Espíritu Santo.
“El maestro es el Espíritu”, al cual ella a menudo escucha en las voces de sus alumnos. “Tengo que prestar atención porque lo que dicen es la revelación que el Espíritu les está dando”.
Nuestra clase es “como una noche de hogar”
Carla Gutiérrez Ortega Córdoba se siente bendecida de ser miembro de la clase de la Escuela Dominical de la hermana Cárdenas debido a su ambiente enriquecedor y de ministración. Carla atribuye ese ambiente a varios factores, entre ellos:
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Preparación: El compartir pasajes de las Escrituras y reflexiones ayuda a los alumnos a prepararse para la siguiente clase. “Los pasajes diarios de las Escrituras nos nutren y expanden nuestro conocimiento”, explica ella.
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Participación: “Todos participamos. Eso me permite conocer a mis compañeros de clase más profundamente, como amigos y como hermanos y hermanas”.
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Amor: “La hermana Cárdenas te lleva de la mano. Nuestra clase se siente como una noche de hogar, con varios hermanos y hermanas. Es muy especial”.
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El Espíritu Santo: “Tenemos un espíritu agradable y armonioso en nuestra clase porque estamos en sintonía con el Espíritu”.
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Testimonio: “Ven, sígueme me ha ayudado a estar lista para compartir mi testimonio. Tengo un conocimiento más profundo del Libro de Mormón y de la Biblia; eso me permite compartir lo que estoy aprendiendo con mis compañeros de clase en la escuela y con las personas en mi trabajo”.
La ministración en las necesidades espirituales
Cuando Greg y Nicky Christensen, de Kentucky, EE. UU., leyeron acerca del convenio de Abraham en las Escrituras con sus tres hijos, les resultó difícil explicárselo a ellos. Decidieron como familia que cada uno estudiaría el convenio de Abraham por su cuenta y que luego compartirían lo que encontraran.
“Obtuvimos algunos comentarios interesantes”, dice Greg. “Nuestro hijo de ocho años aprendió que el nombre de Abraham antes era Abram. Su nombre cambió porque hizo una promesa al Señor de apartarse del pecado y vivir una vida recta. Realmente me sorprendió que fuera capaz de descubrir eso”.
Todos aprendieron algo nuevo y tuvieron una buena conversación sobre lo que es el convenio de Abraham y lo que significa para los Santos de los Últimos Días en la actualidad.
“Para nuestro estudio de las Escrituras en familia, solíamos tan solo tomar turnos para leer los versículos de las Escrituras”, dice Nicky. “Ven, sígueme está más orientado hacia enseñar por el Espíritu. Ahora, cuando estudiamos juntos, siento pequeñas impresiones del Espíritu para llevar nuestras conversaciones en una dirección diferente según las necesidades de nuestra familia”.
El uso de Ven, sígueme no solo ha ayudado a su familia a participar más e interesarse en el estudio del Evangelio en familia, sino que también ha ayudado a Greg y a Nicky a atender las necesidades espirituales de sus hijos.
“Ven, sígueme me ayuda a enseñarles a mis hijos”, dice Nicky. “También me ayuda a manejar los diferentes desafíos que a veces tengo con mis hijos. Me siento más en sintonía con el Espíritu, escucho más atentamente y he recibido impresiones sobre cómo puedo ayudar a cada hijo”.
Greg disfruta de los análisis del Evangelio más largos que Ven, sígueme ayuda a generar en la familia. “Nuestros hijos son todos diferentes en el punto en el que se encuentran en su conocimiento del Evangelio”, dice él. “Ven, sígueme nos ha proporcionado una forma de ayudar a cada uno de ellos a aprender según sus necesidades. Verlos crecer en su amor por el Evangelio y verlos descubrir cómo pueden aplicar el conocimiento del Evangelio en sus vidas ha sido una bendición maravillosa.