Mensaje de los líderes del Área
Enseñar a la manera del Salvador
Hace unos meses, el presidente de mi cuórum de élderes me encargó la responsabilidad de capacitar a un maestro de catorce años recién ordenado de mi barrio en cuanto a cómo ministrar. Me sentí orgulloso de poder enseñarle todo lo que había aprendido en todos mis años de servicio, pero en realidad fue él quien me enseñó aquel día.
En aquellos momentos me sentía un poco abrumado por mis responsabilidades y tardé unas semanas en empezar a prestar servicio con él. Con el tiempo, concerté una cita con la familia a la que queríamos ministrar. Mientras nos dirigíamos a la casa de esa familia, aproveché la oportunidad para contarle todo lo que sabía sobre nuestras responsabilidades como poseedores del sacerdocio. Mientras charlábamos con esta familia, la madre se dirigió a mi joven compañero ministrante y le dijo: “Muchas gracias por cuidarnos estas últimas semanas, nos has llamado tres veces para saber cómo estábamos y hoy nos has hecho una tarta”. Me quedé de piedra, mi compañero no esperó a que yo le dijera o le mostrara lo que tenía que hacer, simplemente comenzó a prestar servicio. Había actuado por su cuenta, por amor a esta familia, y siguió las impresiones del Espíritu Santo. Me demostró que la edad no es una barrera para el servicio.
Aquel día me enseñó, como lo hizo el Salvador, “a actuar con el corazón y por amor, sin jactarse de nada; a hacer algo en lugar de solo hablar”.
El Salvador dijo: “… seguidme y haced las cosas que me habéis visto hacer”1. El hecho de que se bautizara a pesar de ser perfecto nos muestra lo importante que es enseñar con el ejemplo. Su mano, que se extendió para ayudar a la mujer enferma, nos muestra cuánto se preocupa por cada uno de nosotros. La forma en que protegió a la mujer a la que descubrieron cometiendo adulterio es un símbolo de lo que Su sacrificio expiatorio puede hacernos a cada uno de nosotros. El hecho de que tocara al leproso nos ayuda a comprender que, cuando nos preocupamos por los necesitados, enseñamos lo que es la caridad por medio de nuestras acciones.
En el manual Enseñar a la manera del Salvador leemos: “La meta de cada maestro del Evangelio —de cada padre, cada maestro llamado oficialmente, cada maestro orientador y maestra visitante, y cada seguidor de Cristo— es enseñar la doctrina pura del Evangelio, mediante el Espíritu, a fin de ayudar a los hijos de Dios a edificar su fe en el Salvador y llegar a ser más como Él”. “La doctrina pura de Cristo es poderosa; cambia la vida de todo aquel que la entiende y procura implementarla en su vida. La doctrina de Cristo nos ayuda a encontrar la senda de los convenios y a permanecer en ella. Mantenernos en ese camino estrecho pero bien definido nos hará merecedores, en última instancia, de recibir todo lo que Dios tiene. ¡Nada puede valer más que todo lo que tiene nuestro Padre!”2.
Enseñar como el Salvador enseñó requiere ponerlo en primer lugar en nuestras vidas, seguir Sus enseñanzas y difundir amor a nuestro alrededor. Enseñar como Él también implica aprovechar cada oportunidad que se presente para dar testimonio de Él, de Su sacrificio expiatorio y de Su amor, porque, como dice el Señor: “… este es mi evangelio; y vosotros sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, esas también las haréis; porque aquello que me habéis visto hacer, eso haréis vosotros”3.
Doy testimonio del amor que Él tiene por cada uno de nosotros; Él es el Salvador y el Redentor y nos guiará hacia la vida eterna. En el nombre de Jesucristo. Amén.