2022
“Ricardo, debes servir en una misión”
Marzo de 2022


Mensaje del Área

“Ricardo, debes servir en una misión”

Algo que comencé a admirar, desde el día de mi bautismo eran los jóvenes y señoritas que dedicaban 24 o 18 meses de su vida para compartir el Evangelio con los demás. Llegué a sentir que era algo que yo también quería hacer.

Los años pasaron y mientras se acercaba la edad, los temores crecían. Había terminado la enseñanza media y una de mis metas era estudiar en la universidad. No pasaron muchos meses para darme cuenta de que ser un profesional requeriría mi mejor esfuerzo; por lo tanto, esos temores se afianzaron en mí. Eso hizo que mis planes de servir una misión fueran relegados “para un mejor momento”, creyendo que ese momento llegaría más adelante. De repente, estaba inmerso en mi temor y eso me había alejado del Salvador y de todo lo que me recordaba la meta que había establecido cuando tenía 11 años.

Un domingo decidí asistir al barrio en la ciudad en la que estudiaba. Solamente iría a la reunión sacramental porque tenía un examen que rendir ese día. Así que, aun luchando con mi temor, me senté en una de las bancas del salón sacramental y permanecí ahí hasta que la reunión terminó. Salí rápidamente del edificio y a unos diez metros de la entrada a la capilla, escuché mi nombre. Era mi obispo quien me llamaba para que conversáramos. Le dije que tenía un examen y que por eso no podía quedarme, así que fijamos una conversación para el martes siguiente.

Aún recuerdo esa entrevista. Estaba sentado en el obispado frente a él y la primera frase que escuché salir de su boca fue: “Ricardo, siento que debo decirte esto; debes servir en una misión”. Traté de explicarle todas las razones por las cuales no me podía ir aún, pero con bondad, mi obispo me respondió: “No necesitas darme explicaciones. Debes conversarlo con el Señor”. Salí de esa oficina camino a casa tratando de reflexionar, pero era difícil. ¿Cómo iba a congelar mis estudios? ¿Y si no recordaba nada al regresar de la misión?, ¿qué iba a hacer si perdía mi carrera? Sufrí los próximos dos días, incluso sin poder dormir.

En ese momento de agobio, recordé el pasaje de Escrituras en Santiago 1:5–6, que había sido transcendental en el inicio de la Restauración a través del profeta José Smith: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra”.

Esos versículos finalmente tuvieron una connotación personal para mí. Yo necesitaba sabiduría, debía aumentar mi fe y debía despojarme del temor. Así que, por primera vez en mi vida, me arrodillé a los pies de mi cama para derramar mi alma a Dios. Esa fue mi primera experiencia espiritual significativa. Mis temores desaparecieron, mi corazón y mente estaban en paz y supe con seguridad absoluta que debía servir en una misión.

La sección 15 de Doctrina y Convenios registra una revelación del profeta José Smith para John Whitmer y que muy bien podría ser dirigida a cada varón joven de la Iglesia: “Pues he aquí, te hablo con claridad y con poder, porque mi brazo cubre toda la tierra.

“Y te declararé lo que ningún hombre sabe, sino tú y yo únicamente,

“porque muchas veces has deseado saber de mí lo que para ti sería de mayor valor…

“Y ahora bien, he aquí, te digo que lo que será de mayor valor para ti será declarar el arrepentimiento a este pueblo, a fin de que traigas almas a mí, para que con ellas reposes en el reino de mi Padre” (D. y C. 15:2–4, 6).

En la Conferencia General de octubre de 2005, el élder David A. Bednar enseñó: “Mis queridos y jóvenes hermanos, lo más importante que pueden hacer para prepararse para el llamamiento a servir es llegar a ser misioneros antes de ir a la misión. Tengan a bien notar que en mi respuesta recalqué llegar a ser en vez de ir. Permítanme explicar lo que quiero decir… La cuestión no es ir a la misión; más bien, es llegar a ser misioneros y servir a lo largo de nuestra vida con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Es posible para un joven ir a la misión y no llegar a ser misionero, y eso no es lo que el Señor requiere ni lo que la Iglesia necesita”1.

Compartir el Evangelio durante dos años en mi amado Uruguay no solo cambió la vida de las personas a las que conocí, también cambió mi propia vida. Llegué a entender que no tan solo debía dedicar dos años al servicio de los demás, sino que debía dedicar mi vida entera. Era el propósito por el que estaba en la tierra.

Hablándonos del contexto actual que estamos viviendo, el élder Uchtdorf compartió: “El Señor ha prometido ‘apresurar [Su] obra’ (D. y C. 88:73) para bendición de todos los hijos de Dios. Siento que estamos en medio de este proceso mientras vivimos en estos tiempos difíciles. Nuestros preciados misioneros son los pioneros de nuestros días, que abren el camino para compartir el mensaje del Evangelio en maneras nuevas que se adaptan a nuestras circunstancias para que la Iglesia de Jesucristo continúe avanzando hasta llenar toda la tierra”2.

Mis queridos jóvenes y señoritas, aun cuando sus pruebas y desafíos no son los que yo viví, el amor y disposición de nuestro Padre Celestial al darnos a conocer Su voluntad, sigue siendo el mismo. Los invito a embarcarse en esta extraordinaria obra. No se pierdan la maravillosa oportunidad de ser parte del recogimiento de Israel. Tal como enseña el presidente Russell M. Nelson: “Ese recogimiento es lo más importante que se está llevando a cabo hoy en la tierra. Nada se le compara en magnitud, nada se le compara en importancia, nada se le compara en majestad”3. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Referencias

  1. David A. Bednar, “Llegar a ser misioneros”, Liahona, nov. de 2005, pág. 45.

  2. Sarah Jane Weaver, “La obra misional continuará avanzado a pesar de la pandemia del COVID-19, afirma el élder Uchtdorf”, Un mensaje especial para tiempos inquietantes, COVID-19: Mensajes de fe, Liahona, 2020.

  3. Russell M. Nelson, “Juventud de Israel”, Devocional mundial con el presidente y la hermana Nelson, junio de 2018.