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Tan solo un “hola”
Un día me encontré meditando acerca de la importancia de la ministración. Recordé la experiencia de cómo, por el simple hecho de decir un “hola” a otra hermana, pude entender la preocupación y el amor del Padre Celestial hacia cada uno de nosotros.
Esto sucedió hace unos meses, cuando una hermana que solía ir todos los domingos no estaba asistiendo y con la nueva normalidad pudimos regresar a la capilla. Dicha hermana no había asistido en varios domingos, así que me di la tarea de pedir su teléfono y decirle “hola, ¿cómo estás?”. Le pregunté por qué no había asistido y me comentó que no se había enterado de que ya podíamos asistir de nuevo a la capilla.
Esto me hizo meditar que muchas veces pensamos que los miembros inactivos no asisten porque no quieren, pero simplemente necesitan escuchar un “hola, ¿cómo estás?”. Esas palabras suenan simples, pero conllevan a que un alma pueda regresar al reino de Dios. Cada vez que veamos una silla vacía en el salón sacramental debemos recordar que esas personas son nuestros hermanos también. No los abandonemos, ministrémoslos.