“Seguir el ejemplo de Cristo: Cuidar de los necesitados”, Liahona, marzo de 2023.
Seguir el ejemplo de Cristo: Cuidar de los necesitados
Desde la producción de alimentos pasando por la respuesta ante emergencias hasta la ministración, hay muchas maneras en que podemos mostrar amor a nuestro prójimo.
Como seguidores de Jesucristo, los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nos esforzamos por vivir los dos grandes mandamientos: amar a Dios y amar a nuestro prójimo (véase Mateo 22:37–39). Seguir esos dos grandes mandamientos y el ejemplo de Jesucristo es lo que lleva a la Iglesia y a sus miembros a cuidar de los necesitados.
Entonces, ¿de qué modo ayuda la Iglesia a cuidar de los necesitados? ¿Y cómo pueden los miembros participar en esa gran labor?
Maneras de ayudar
Como miembros de la Iglesia, tratamos de buscar a los necesitados y brindar ayuda a todos los hijos de Dios, sin distinción de raza, nacionalidad ni religión.
Cuidamos de los necesitados de muchas maneras, entre ellas:
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El ayuno y el uso de las ofrendas de ayuno.
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El ministrarse los unos a los otros.
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Los programas de autosuficiencia.
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Los programas mundiales de alimentación, educación, agua potable y atención médica.
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La respuesta ante emergencias.
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Las actividades de voluntarios en la comunidad.
Aunque algunos esfuerzos humanitarios de la Iglesia se realizan a gran escala, incluso los pequeños actos pueden, en conjunto, tener un gran impacto. Estos son algunos ejemplos del modo en que los miembros de la Iglesia ayudan a los necesitados.
Ministrar en medio del conflicto
RaeAnn y Sterling Jarvis, miembros de la Iglesia de Varsovia, Polonia, no sabían qué esperar cuando decidieron acoger a refugiados en su hogar, pero estaban dispuestos a ayudar de cualquier manera que pudieran.
Poco después del comienzo del conflicto en Europa, una familia ucraniana de cinco integrantes llegó a su puerta a la 1:00 de la madrugada. Habían viajado casi 800 km [500 millas] para ponerse a salvo. La familia Jarvis recibió a Maryna y Serhii Bovt y a sus tres hijos en casa. Con el tiempo, llegaron a sentir genuino amor y preocupación por la familia Bovt. “Cuando lo compartes, el amor crece”, dijo Maryna sobre el ejemplo de servicio de la familia Jarvis. “Nos acerca más el uno al otro y al Señor”.
Como miembros de la Iglesia, nos esforzamos por seguir el ejemplo del Salvador al ministrar a quienes nos rodean. No es necesario que las personas huyan de la guerra y la persecución para que necesiten ayuda. Cada acto de bondad de nuestra parte, por pequeño que sea, puede influir para bien en la vida de alguien.
Una comunidad que comparte
En Laie Hawaii Crops Farm, la finca agrícola que la Iglesia tiene en Laie, Hawái, más de trescientas diez familias cultivan la tierra a fin de proveer para los suyos. En parcelas de media hectárea [1,25 acres], las familias cultivan taro (malanga), tapioca, camote [batatas], fruta del pan, guayaba y otros cultivos de la isla.
La finca está administrada por un matrimonio misionero y recibe el apoyo de otros misioneros y miembros. Estos voluntarios ayudan a desmalezar la tierra, a preparar el suelo para la siembra y a enseñar técnicas agrícolas básicas.
Gracias a los misioneros, miembros y voluntarios, muchas personas de Hawái que necesitan alimentos pueden proveer mejor para sí mismas cuando el empleo escasea. La comunidad es más fuerte cuando las personas trabajan en conjunto para cuidar la finca y comparten lo que cultivan.
Los proyectos humanitarios de la Iglesia ayudan a proporcionar seguridad alimentaria, educación, agua potable y servicios de atención médica a millones de personas en todo el mundo. La Iglesia también brinda muchos recursos para aumentar la autosuficiencia, entre ellos, los almacenes del obispo, los centros de empleo, las tiendas de Deseret Industries, la asesoría de Servicios para la Familia, los cursos de autosuficiencia, y las granjas y huertos de la Iglesia, como la finca agrícola Laie Hawaii Crops Farm. A menudo, estos proyectos cuentan con la ayuda de miembros y misioneros, cuyos generosos donativos de tiempo, talentos y otros recursos marcan una gran diferencia para los necesitados.
Una muestra de amistad
En 2021, unos doscientos miembros de la Iglesia respondieron a un llamado de ayuda. Fueron a centros de Alemania, Estados Unidos y otros lugares para ayudar a organizar a unos 55 000 refugiados de Afganistán.
Muchos voluntarios prestaron servicio en los centros durante dos o tres semanas, y algunos permanecieron aún más tiempo. Los miembros de la Iglesia atendieron las necesidades inmediatas de las personas que buscaban refugio al proporcionarles alimento, ropa y otros suministros.
Las hermanas de la Sociedad de Socorro de Alemania se dieron cuenta de que algunas mujeres afganas usaban las camisas de sus maridos para cubrirse la cabeza en vez de sus pañuelos tradicionales, que se habían perdido o dañado en medio del caos en el aeropuerto. Las hermanas de la Sociedad de Socorro se reunieron para confeccionar ropa tradicional musulmana para aquellas mujeres necesitadas, mostrando así bondad y respeto por los demás y dejando a un lado la diferencia de credos.
La hermana Sharon Eubank, directora de Latter-day Saint Charities, dijo: “Nuestros esfuerzos individuales no requieren necesariamente dinero o viajes a lugares muy lejanos; requieren la guía del Espíritu Santo y un corazón dispuesto a decirle al Señor: ‘Heme aquí, envíame a mí’ [Isaías 6:8]”1.
El deseo de servir cuando ocurren catástrofes es la razón por la que la Iglesia es a menudo uno de los primeros grupos en responder, tanto con ayuda temporal como con ayuda a largo plazo. La labor de los miembros y los misioneros de la Iglesia ayuda a los necesitados a sentirse a salvo, a recibir atención física y mental, y a sentir el amor de Dios por medio de la bondad de los demás.
Llamados a la obra
En Doctrina y Convenios 4:3 leemos: “[S]i tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra”. Dado todo lo que hace la Iglesia, hay muchas maneras de servir.
Muchas de las labores organizadas de la Iglesia para ayudar a los necesitados solo son posibles por el servicio de los misioneros y miembros. No todos pueden alojar a una familia de refugiados, proveer para las necesidades físicas de los demás o dejarlo todo para ayudar en una catástrofe, pero cada persona tiene una función que desempeñar, y cada contribución se siente y se valora.
Una de las maneras más importantes en que los miembros colaboran con esta obra es por medio de las ofrendas de ayuno y los donativos al fondo de ayuda humanitaria. Esos donativos sagrados se utilizan para ayudar a los más necesitados y producir un profundo impacto en la vida de aquellos a quienes se ayuda. Los miembros de la Iglesia pueden servir en misiones humanitarias, facilitar cursos de autosuficiencia y ser voluntarios en algún almacén del obispo o en las tiendas de Deseret Industries. También pueden cuidar de los necesitados por medio del servicio local, las donaciones de sangre, las asignaciones de ministración, la oración y más.
Todos somos llamados a la obra. Se nos llama a seguir el ejemplo de Jesucristo y a amar a Dios y a nuestro prójimo. Todo lo que necesitamos es un corazón dispuesto.