“Costumbres funerarias judías”, Liahona, marzo de 2023.
Costumbres funerarias judías
Lázaro, Marta y María eran hermanos y vivían en la ciudad de Betania. Eran amigos del Salvador y Él los visitó en varias ocasiones. En cierto momento de Su ministerio, Jesús salió de Judea, donde se encontraba Betania, porque los judíos de la región deseaban matarlo (véase Juan 10:39–40). Mientras Jesús estaba de viaje, Lázaro enfermó, murió y fue sepultado según la costumbre judía (véase Juan 11:1–17).
Las siguientes son algunas de las costumbres que probablemente se hayan observado al momento de la muerte y sepultura de Lázaro.
El cuerpo se envolvía en un lienzo y se llevaba a la casa de la familia, que los parientes y vecinos podían visitar (véase Hechos 9:37).
Por lo general, dentro de las ocho horas posteriores a la muerte, se llevaba el cuerpo al sepulcro sobre una camilla de modo que todos los visitantes pudieran verlo (véase Lucas 7:12–14). Las mujeres encabezaban la procesión. Los miembros de la familia se rasgaban la ropa en señal de duelo.
Algunas tumbas eran excavadas en roca (véase Mateo 27:58–60). Las tumbas tenían pequeñas aberturas que obligaban a las personas a inclinarse para entrar.
El cuerpo se colocaba en un lecho labrado en la roca. El sepulcro se cerraba con una piedra redonda grande para evitar que entraran ladrones o animales1.
Después que Jesús levantó a Lázaro de entre los muertos, Sus discípulos tuvieron una poderosa razón para albergar esperanza en lugar de limitarse a lamentar la pérdida de seres queridos. No podían negar que, gracias a Jesucristo, “el sepulcro no [tendría] victoria, ni la muerte aguijón” (Mosíah 16:7).