“Cuando mi mundo se oscureció, me volví a Cristo”, Liahona, marzo de 2023.
Jóvenes adultos
Cuando mi mundo se oscureció, me volví a Cristo
Con tantas cosas oscuras a mi alrededor, no estaba segura de lo que significaba tener un fundamento en Cristo.
En un mensaje reciente de la conferencia general, el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, habló acerca de los tiempos peligrosos en el mundo: “El apóstol Pablo escribió a Timoteo: ‘Esto también debes saber: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos’ (2 Timoteo 3:1).
“[…] y, por eso, se va a volver más difícil, y no más fácil, honrar los convenios que debemos hacer y guardar para vivir el evangelio de Jesucristo”1.
Al oír esas palabras, sentí ansiedad. Ya afrontaba desafíos en mi hogar en Venezuela. Así que, en ese momento, tenía en el corazón preguntas como: “¿Cómo puedo mantenerme optimista cuando el mundo es tan oscuro?” y “¿Cómo puedo esperar con anhelo un futuro prometedor en un presente tan lúgubre?”.
Sin embargo, el presidente Eyring ofreció la solución. Citó Helamán 5:12, que habla acerca de edificar nuestro fundamento “sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo”.
Siempre he creído que ese pasaje de las Escrituras es verdadero, pero edificar mi fundamento sobre el Salvador parecía ser mucho más fácil de decir que de hacer. No obstante, al acercarme más a Cristo, he visto que todo obra para nuestro bien cuando nuestra fe en Él es firme (véase Doctrina y Convenios 90:24).
Sentirse abandonado
Hace un par de meses, recibí noticias devastadoras de mi familia. El mundo parecía desmoronarse ante mí. ¡Me sentía insensibilizada, confundida y con tanta ansiedad que incluso me enfermé!
No entendía por qué afrontábamos esas dificultades cuando trataba de ser fiel. Me preguntaba si acaso había hecho algo malo. El futuro parecía sombrío, y sentía que el Padre Celestial y Jesucristo me habían abandonado.
En medio de mi aflicción, hablé con un buen amigo. Me dijo algo que nunca olvidaré: “Creo que esta situación es una buena oportunidad para que reflexiones en cuanto a tu relación personal con el Señor. Sin importar lo que suceda, depende de ti acudir a Él en busca de ayuda. Si lo haces, Él te brindará el amor y el alivio que necesitas en este momento”.
Esas palabras me cambiaron la perspectiva. Estaba enojada, herida y confundida por mis circunstancias, pero tenía una alternativa. Sin importar lo que estemos pasando, los temores que tengamos o las dificultades que afrontemos, Jesucristo siempre está a nuestro lado. Tenemos la opción de volvernos hacia Él con fe, y no alejarnos de Él en los tiempos de tribulación.
Así es como fortalecemos nuestro fundamento de fe en Él y resistimos las dificultades del mundo; al elegirlo a Él.
Como enseñó el élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “[E]n medio de este fuego purificador, en lugar de enojarte con Dios, acércate a Él. Invoca al Padre en el nombre del Hijo. Camina con Ellos en el Espíritu, día a día. Permite que Ellos con el tiempo te manifiesten Su fidelidad a ti. Llega a conocerlos a Ellos de verdad y a conocerte a ti mismo verdaderamente”2.
Cristo estaba esperando que acudiera a Él en busca de ayuda. Aquello no significaba que Él haría que todos mis problemas desaparecieran ni que arreglaría todo en mi vida y en mi familia al instante, pero sí me ayudó a ser mejor, a encontrar gozo y a refinarme más.
Y con el tiempo, al buscar al Salvador por medio de la oración, el estudio de las Escrituras y la fe, Él me ayudó a perdonar a los miembros de mi familia y a invitar el gozo a mi vida otra vez, aun cuando todavía no se hayan resuelto algunos desafíos.
Una promesa de seguridad
Estos ciertamente son los peligrosos últimos días. Escuchamos de guerras y rumores de guerras, de pandemias, de desastres naturales, y estoy segura de que habrá momentos aun más difíciles por delante. Sin embargo, edificar sobre la roca, que es Jesucristo, y confiar en Él siempre nos brindará paz y gozo, sin importar a qué nos enfrentemos. El presidente Eyring también enseñó que “[p]ara quienes estamos preocupados tanto por nosotros mismos como por nuestros seres queridos, hay esperanza en la promesa que nos ha hecho Dios de contar con un lugar seguro en medio de las tormentas futuras”3.
Qué promesa tan poderosa y hermosa, y la he visto cumplirse en mi vida. Sé que este es el evangelio restaurado de Jesucristo y que Él es la fuente de toda bendición. Él es la luz, Él es nuestro Salvador y nosotros somos Sus ovejas. Que podamos elegirlo a Él y escoger la fe.
La autora vive en Zulia, Venezuela.