Mensaje de la presidencia de área
Los lugares altos
Hace un tiempo tuve la oportunidad de hacer senderismo a una montaña muy alta, donde recordé algunos principios que me gustaría compartirles.
Fueron dos días de caminar y escalar, yo no sabía que era capaz de caminar tantas horas cargando una mochila pesada, la experiencia fue desafiante, abrumadora y extenuante.
El primer principio aprendido es: nuestro potencial es tan grande, como lo sea nuestra fe con acciones.
No conoceremos nuestro verdadero potencial hasta que lo intentamos. Somos hijos de un Dios todopoderoso y amoroso, nuestro potencial es divino. Somos seres eternos, pasando por experiencias temporales.
El precio que se paga por alcanzar una cumbre se compone de energía y preparación. En el montañismo no puedes pedir prestada la energía o la preparación de otros para hacerla tuya. Lo mismo ocurre en la vida, nuestro esfuerzo para alcanzar nuestras metas debe ser cultivado en forma personal y honesta.
Unos días antes de subir la montaña había habido mal tiempo, que hizo que muchos árboles del bosque se cayeran, además nos cayó una lluvia muy fría y nos cubrió la neblina.
El segundo principio es: todo lo que vale la pena se encuentra “cuesta arriba”, no es gratuito ni se obtiene fácilmente. Pero lo lograremos, caminando a nuestro ritmo, en la dirección correcta, siempre hacia arriba.
Así es la vida, hay obstáculos que hay que superar, hay problemas que debemos enfrentar, hay situaciones en las que quizá debemos detener nuestro ritmo un momento, meditar sobre cuál es la mejor manera de enfrentarla y resolverlo.
El segundo día llegamos a la cumbre y ahí me di cuenta de mi verdadero potencial, que mis músculos, aunque viejos, aun podían moverse hasta lograr hazañas como esa. Al estar arriba por supuesto la vista es espectacular, pero me di cuenta de algo especial, ya no hay nada que se interponga entre uno y el cielo. Todo obstáculo ha sido vencido, no hay más árboles caídos, todo esfuerzo ha valido la pena.
Un lugar alto siempre trae una paz espiritual y gozo. Al estar ahí, me embargo un sentimiento profundo de identificación con mi creador.
El tercer principio es: las experiencias en los lugares altos nos permiten acercarnos a Dios.
Casarse, procrear una familia, nuestro hogar, el templo, cumplir una misión, lograr un título universitario, todos esos puntos relevantes de nuestra vida son nuestros lugares altos.
En los lugares altos tenemos cambios trascendentales. La experiencia terrenal NO es fácil, el escalar montañas no es fácil, pero es posible superar todo obstáculo, todo dolor, toda adversidad y ver la inmensidad de nuestro legado.
No se conformen con vivir en el valle, exploren los lugares altos. El lugar más alto al que aspiramos es la exaltación, subamos con mucho ánimo. Algún día, ahí en ese lugar alto, el más alto de todos, tendremos un encuentro con Nuestro Padre Eterno y con nuestro Señor Jesucristo, y quizá nos permitirán quedarnos en su presencia. Dios nos bendiga para que así suceda.