Liahona
Cómo hallar resiliencia emocional en Cristo durante mis problemas crónicos de salud
Septiembre de 2024


Solo para la versión digital: Jóvenes adultos

Cómo hallar resiliencia emocional en Cristo durante mis problemas crónicos de salud

El autor vive en Chile.

Cuando me diagnosticaron una enfermedad incurable, acudí a Cristo en busca de paz.

Ilustración de un joven sonriente abrazando un gran corazón rojo.

Fui bautizado cuando era adolescente y me encantaba el Evangelio de Jesucristo. Sin embargo, con el tiempo, comencé a sentirme menos motivado a vivir el Evangelio porque ningún miembro de mi familia era miembro de la Iglesia y era difícil conservar mis hábitos espirituales solo.

Siempre supe que la Iglesia es verdadera, pero no quería entregarle todo el corazón, pues era un compromiso muy grande. Mi asistencia a la iglesia se volvió inconstante. Luego comencé a dar prioridad a mi vida social en lugar de vivir el Evangelio y, con el tiempo, dejé de vivir los mandamientos; justifiqué mis acciones diciéndome que estaba bien hacer lo que quisiera, siempre y cuando tratara de ser buena persona.

Sin embargo, esa decisión me costó mucho.

Después de vivir fuera de la Iglesia por mucho tiempo, se me diagnosticó positivo en una prueba del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Esa afección es crónica, progresiva y no tiene cura. Estaba desolado.

Me hacía las mismas preguntas que estoy seguro de que muchos de nosotros nos hacemos cuando nos enfrentamos a diagnósticos graves u otros problemas crónicos: ¿Cómo iba a volver a disfrutar de la vida? ¿Cómo podía tener esperanza alguna?

¿Cuál es la respuesta?

Jesucristo.

Depositar todo el corazón en el Evangelio

En ese momento de oscuridad, al recibir el diagnóstico y suplicar alivio, sentí que el Padre Celestial y Jesucristo tenían muy presente cómo me sentía yo. El Espíritu me brindó una claridad que me ayudó a reflexionar sobre mis decisiones.

Me di cuenta de que necesitaba invitar al Salvador a mi vida de nuevo si quería encontrar paz duradera, así que concerté una cita con mi obispo y mi presidente de estaca para comenzar el proceso de arrepentimiento.

Al esforzarme junto con esos maravillosos líderes, sentí su amor y apoyo, y el poder habilitador de Jesucristo volvió a entrar en mi vida. Mis líderes me ayudaron a fijar metas; comencé a progresar en la senda de los convenios; entregué todo el corazón al Evangelio por primera vez en la vida, y pude ver la diferencia en mí al poner en primer lugar mi relación con el Padre Celestial y el Salvador.

La hermana Amy A. Wright, Primera Consejera de la Presidencia General de la Primaria, enseñó recientemente acerca de cómo el Salvador puede ayudarnos a encontrar esperanza y gozo a pesar de nuestras circunstancias difíciles:

“Jesucristo es la ‘esperanza […] para tu porvenir’. Nada que hayamos o no hayamos hecho está más allá del alcance de Su infinito y eterno sacrificio. Él es la razón por la cual nunca es el fin de nuestra historia […].

“La vida eterna es el gozo eterno. Gozo en esta vida, ahora mismo —no a pesar de los desafíos de nuestro tiempo, sino gracias a la ayuda del Señor para aprender de ellos y finalmente superarlos— y gozo incalculable en la vida venidera”.

Esa verdad sobre el gozo se ha manifestado en mi vida a medida que he continuado centrándome en Él y, una vez más, aferrándome a la barra de hierro —la palabra de Dios— cada día (véase 1 Nefi 15:23–24).

Hallar resiliencia emocional en tiempos difíciles

Mientras seguía buscando solaz y sobrellevando la enfermedad, el obispo me habló del curso de autosuficiencia de la Iglesia “Hallar fortaleza en el Señor: Resiliencia emocional”.

Creo que ese curso proviene de Dios, y es inspirado y milagroso. Aprendí cómo transformar esta enfermedad, que hacía que la vida pareciera sombría, en una experiencia de aprendizaje; el curso me enseñó cómo desarrollar una fe profunda en el Salvador, aprender patrones de pensamiento saludables, controlar el estrés y la ansiedad y, finalmente, seguir adelante en mi vida con esperanza.

Incluso con materiales como este, algunos días son difíciles y agotadores; la ansiedad y la tristeza que a veces acompañan a esos momentos son devastadoras, pero seguir el consejo del profeta me ha ayudado a encontrar mi camino en estos tiempos difíciles.

El presidente Russell M. Nelson explicó la importancia de “pensar de manera celestial” cuando afrontamos desafíos difíciles, diciendo: “Piensen en la respuesta del Señor a José Smith cuando él suplicó alivio en la cárcel de Liberty. El Señor enseñó al Profeta que el trato inhumano que estaba recibiendo le serviría de experiencia y sería para su bien [véase Doctrina y Convenios 122:7]. ‘Si lo sobrellevas bien’, prometió el Señor, ‘Dios te exaltará’ [Doctrina y Convenios 121:8]. El Señor estaba enseñando a José a pensar de manera celestial y a visualizar una recompensa eterna en lugar de centrarse en las insoportables dificultades de aquel momento”.

Así que, siguiendo el consejo del presidente Nelson, eso es lo que hago para mejorar mi salud mental: me centro en lo bueno. Hago todo lo posible por cuidar de mi salud mental valiéndome tanto de recursos espirituales como temporales; miro el panorama completo: la perspectiva eterna. Recuerdo y guardo mis convenios.

Sobre todo, acudo a mi Salvador, Jesucristo, en busca de esperanza y fortaleza.

Si luchas con algún desafío crónico, ya sea que provenga de decisiones pasadas, de las decisiones de otras personas o simplemente del hecho de que vivimos en un mundo imperfecto, recuerda las promesas de paz, descanso y gozo que nuestro Padre Celestial y Jesucristo nos ofrecen cuando acudimos a Ellos.

Doy gracias al Padre Celestial todos los días por ayudarme a ser más resiliente en mis problemas crónicos de salud. Nunca pensé que daría gracias por un desafío como este, pero agradezco que esa dificultad me haya ayudado a darme cuenta de cuánto necesito a mi Salvador en mi vida. Siento que mi corazón está más en armonía con el corazón de Él cada día.