Liahona
Los dos primeros mandamientos
Septiembre de 2024


Mensaje de los líderes del Área

Los dos primeros mandamientos

A quien reciba, le daré más

Hace muchos años, cuando yo prestaba servicio como misionero de tiempo completo en Francia, una bondadosa y fiel cristiana nos invitó a mi compañero y a mí a su casa. Durante una agradable conversación, aquella mujer expresó su preocupación por el declive de la fe en la sociedad. En su opinión, algunos términos religiosos, como “arrepentimiento” u “obediencia”, estaban contribuyendo a ese declive. “A la gente le asustan estas palabras”, insistía ella, “y eso los aleja de la religión”.

Desde entonces, he reflexionado a menudo sobre las palabras que utilizamos en nuestras conversaciones sobre el Evangelio. Si bien es cierto que, en general, la sociedad podría percibir de forma negativa algunos términos relacionados con el Evangelio, también es cierto que las palabras pueden tener un significado y un poder profundos. El estudio de las Escrituras revela que el Señor elige las palabras de manera deliberada y, cuando dedicamos tiempo a entender su significado, empezamos a entender Su mensaje y Sus propósitos de manera más profunda.

La obediencia tiene que ver con la confianza y el amor

Una de esas palabras, con un significado y un poder profundos, es la palabra “obediencia”. La ley de la obediencia se dio a Adán y Eva después de su caída. La ley fue el primer paso para acceder al poder redentor del Salvador. A diferencia de lo que el mundo cree, la obediencia no consiste en restringir, sino más bien en aprender a confiar en Dios y en Sus consejos: “Benditos son aquellos que escuchan mis preceptos y prestan atención a mis consejos, porque aprenderán sabiduría; pues a quien reciba, le daré más. Conforme aprendemos a confiar en el Señor, empezamos a desarrollar una relación personal con Él y a experimentar los efectos maravillosos de Sus bendiciones. La confianza en Él genera amor, y el amor, a su vez, fomenta la confianza. Al obedecer Su voz, nuestro amor se hace más profundo y nuestra relación con Él se vuelve firme y llena de gozo.

Un cambio de corazón

Me resulta interesante el hecho de que, antes de enseñar a los fariseos acerca de los dos grandes mandamientos, amar a Dios y al prójimo, el Salvador enseñó la parábola de la fiesta de bodas del hijo del rey, que concluyó diciendo: “Porque muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. En la revelación moderna, el Señor dio más detalles sobre esta frase cuando enseñó: “¿Y por qué no son escogidos? Porque a tal grado han puesto su corazón en las cosas de este mundo, y aspiran tanto a los honores de los hombres…”. Conforme obedecemos al Señor y aprendemos a confiar en Él y a amarlo, nuestro corazón va cambiando gradualmente y nuestros deseos empiezan a centrarse en nuestra relación por convenio con Él. A lo largo del proceso de aprender a ser obedientes, también aprendemos a valorar las cosas buenas y realmente importantes, y a ocuparnos de ellas.

Centrarse menos en uno mismo

A medida que cambia nuestro enfoque, va disminuyendo poco a poco nuestra tendencia natural al egocentrismo. El objetivo de la ley de la obediencia nunca fue crear marionetas, sino más bien desarrollar discípulos que, por elección personal, confiaran en el Señor y en los demás, y los amaran. Nuestro Padre Celestial es perfecto porque Su corazón ha cambiado. Dios es Dios porque, constantemente, elige lo bueno; Su corazón ya no alberga ningún deseo malo y opta constantemente por amar y por hacer lo mejor para nosotros. El élder Jeffrey R. Holland lo expresó así: “El primer gran mandamiento de toda la eternidad es amar a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Ese es el primer gran mandamiento; pero la primera gran verdad de toda la eternidad es que Dios nos ama con todo Su corazón, alma, mente y fuerza; ese amor es la piedra fundamental de la eternidad y debe ser la piedra fundamental de nuestra vida diaria”.

Ruego que podamos encontrar fortaleza para confiar en el Señor y amarlo obedeciendo Su voz. Entonces cambiará nuestro corazón y experimentaremos el profundo gozo que proviene de tener una relación personal con Él.

NOTAS

  1. 2 Nefi 28:30

  2. Mateo 22:36–40; Lucas 10:25–37

  3. Mateo 22:14

  4. D. y C. 121:34–35

  5. 2 Nefi 26:24

  6. Élder Jeffrey R. Holland, “Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”, Conferencia General de abril de 2016

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