Liahona
Tres lecciones de mi misión sobre el establecimiento de metas
Enero de 2025


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Tres lecciones de mi misión sobre el establecimiento de metas

Centrarse en el esfuerzo, la flexibilidad y el gozo del trayecto —no en los números— puede brindarles verdadera felicidad y éxito a usted y a aquellos a quienes sirve.

Una flecha que señala la subida por escalones que conducen a una bombilla de luz

De joven, yo era terrible para establecer metas; realmente no entendía el propósito. Pero aprendí a fijar metas realistas y precisas mientras servía en una misión en Dallas, Texas, EE. UU. Desde que regresé a casa en 2018, he puesto en práctica tres valiosas lecciones sobre el establecimiento de metas.

Lección 1: Centrarse en el esfuerzo y el servicio

Como misionera, establecía con mi compañera metas diarias y semanales que se centraban en nuestros objetivos misionales. Esas metas comenzaron siendo números, pero a medida que fui creciendo y comprendiendo más acerca de por qué fijamos esas metas, los números fueron reemplazados por nombres por los que orábamos individualmente.

El Señor valora nuestros esfuerzos y desea que sirvamos a los demás. Céntrese en esforzarse y servir a los demás en el proceso, y deje los resultados en manos del Señor. Tal como el rey Limhi aconsejó a su pueblo: “Levantad vuestras cabezas y regocijaos, y poned vuestra confianza en Dios” (Mosíah 7:19). En lugar de fijarse la meta de leer cincuenta versículos a la semana, podría ser más eficaz fijarse la meta de estudiar las Escrituras diligentemente cada día y procurar compartir ideas con los demás.

Lección 2: Aceptar la flexibilidad y las impresiones del Espíritu

Muchas veces, en la misión, establecíamos metas que dependían no solo de nuestros esfuerzos, sino también de lo que otras personas estuvieran dispuestas a hacer. En el capítulo 8 de Predicad Mi Evangelio: Una guía para compartir el Evangelio de Jesucristo se enseña acerca de establecer este tipo de metas: “El que alcance [cierta] meta o no depende del albedrío de otras personas, pero haga todo lo que esté bajo su control para cumplirla”.

Aprendí a ser flexible y a seguir el Espíritu tanto con las metas como con las experiencias cotidianas. Hubo muchos días en los que esperábamos alcanzar ciertas metas, pero las cosas fallaban. En cada ocasión, el Espíritu nos guio a nuevas oportunidades para cumplir con nuestro objetivo misional y ayudar a los demás. Ocurren situaciones inesperadas y el Espíritu puede guiarlo para cambiar el curso en casi cualquier situación.

Lección 3: Encontrar gozo en el trayecto, no solo en el destino

Al comienzo de mi misión, sabía que las misiones tenían que ver con el progreso y el servicio, no con el número de bautismos. Sin embargo, interioricé esto solo después de aprender a ser feliz al trabajar para lograr una meta, en lugar de solo alegrarme cuando lograba esa meta. Las metas no solo deben traer satisfacción en la línea de llegada; el camino hacia el logro de metas también debe brindar gozo y propósito.

Un ejemplo de este tipo de meta sería procurar desarrollar un carácter semejante al de Cristo mediante actos diarios de servicio. Podría encontrar satisfacción en el efecto que tenga en los demás, no solo en marcar su casilla de “horas de servicio”. Eso lo aprendí mientras servía a la gente de Texas en mi misión.

El Señor espera que “est[emos] anhelosamente consagrados a una causa buena, y ha[gamos] muchas cosas de [nuestra] propia voluntad y efectu[emos] mucha justicia” (Doctrina y Convenios 58:27; véanse también los versículos 26–29). Esas lecciones me han ayudado a entender la manera de estar “anhelosamente consagrados a una causa buena” mediante el establecimiento y el logro de metas.