¿Quiere fijar mejores metas este año? Siga el ejemplo de los profetas
Los líderes de la Iglesia han demostrado que las metas se pueden lograr con perseverancia, con paciencia, con el establecer prioridades y con la ayuda del Señor.
Enero es un buen momento de hacer planes para aprender y progresar durante los próximos doce meses. Al considerar sus metas con espíritu de oración, recuerde estas cuatro lecciones de la vida de profetas y apóstoles que han fijado y alcanzado con éxito sus metas.
Practicar y persistir
Cuando el presidente Heber J. Grant era niño, su madre trató sin éxito de enseñarle a cantar, por lo que Heber se unió a una clase de canto a los diez años, pero ni siquiera podía “cantar una melodía sencilla”. El maestro de música “se dio por vencido en su desesperación” y dijo que Heber “nunca, en este mundo, podría aprender a cantar”.
Pero Heber estaba decidido y puso su enfoque en la meta de aprender a cantar. Practicó durante horas cada vez que viajaba solo y fuera del alcance del oído de cualquiera que pudiera escucharlo. Él reconocía que las cosas buenas a menudo requieren mucho trabajo para lograrse y dijo: “Gustosamente daría dos o tres meses de mi tiempo libre si al hacerlo lograra cantar uno o dos himnos”.
Con mucha perseverancia y práctica, Heber mejoró gradualmente. La clave es que siguió intentándolo. Cantó cientos de veces el primer himno que aprendió. Con el tiempo, gracias a su esfuerzo persistente, aprendió a cantar.
Fijarse metas desafiantes
El presidente Spencer W. Kimball también reconoció los beneficios de fijarse una meta difícil. Contó esta historia de una meta que se puso cuando tenía catorce años:
“Al oír a una de las autoridades de la Iglesia decirnos que debíamos leer las Escrituras, […] me fui a casa […] y leí los primeros capítulos de Génesis […].
“Descubrí que esa Biblia que estaba leyendo contenía sesenta y seis libros y luego estuve a punto de desanimarme cuando vi que contenía 1189 capítulos comprendidos en 1519 páginas. Era una tarea grandísima, pero yo sabía que si otros lo habían hecho, yo también podría hacerlo”.
No fue fácil para un adolescente leer tanto, pero el presidente Kimball perseveró y completó su meta. Ya siendo adulto, él dijo: “Siempre he sentido gozo por haber leído la Biblia de tapa a tapa”.
El presidente Kimball se benefició de haberse tomado el tiempo para pensar en la logística de su meta. Aunque parecía una tarea desalentadora, la información lo preparó para tener éxito. Al igual que sucedió con el presidente Kimball, el alcanzar y lograr una meta desafiante a una edad temprana puede brindarnos sentimientos de confianza y satisfacción que nos servirán a lo largo de la vida.
No permitir que las cosas menos importantes se interpongan en el camino
El élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, cuenta la historia de cómo su padre le enseñó a fijarse metas al sentarse con sus hijos uno por uno y ofrecerles ayuda.
“Tenía el deseo de participar en esta práctica con mis hijos”, dijo el élder Cook. “Cuando nuestro hijo Larry tenía cinco años, le pregunté qué ocupación quería tener cuando creciera. Dijo que quería ser médico, como su tío Joe […].
“Varios meses después, le pregunté de nuevo lo que le gustaría ser cuando fuera grande. Esta vez dijo que quería ser piloto de avión […]. Le dije: ‘Larry, la última vez que hablamos querías ser médico. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?’. Él respondió: ‘Todavía me gusta la idea de ser médico, pero me he dado cuenta de que el tío Joe trabaja los sábados por la mañana, y no me gustaría perderme los dibujos animados de los sábados’.
“Desde ese momento, nuestra familia ha catalogado cualquier distracción de una buena meta como un dibujo animado de los sábados por la mañana.
“¿Cuáles son algunos ‘dibujos animados de los sábados por la mañana’ que nos hacen desatender el verdadero gozo que anhelamos? […]. Si examinamos las razones por las que no hacemos lo que deberíamos hacer, encontramos que la lista de dibujos animados de los sábados por la mañana es casi interminable”.
Las enseñanzas del élder Cook nos muestran que debemos reflexionar sobre cómo lo estamos haciendo, evitar distracciones y mantenernos enfocados mientras procuramos alcanzar nuestras metas.
Fijar metas basadas en el consejo del profeta
A los cincuenta y cuatro años, antes de ser llamado como Autoridad General, el presidente Russell M. Nelson asistió a una reunión en la que el presidente Spencer W. Kimball desafió a los asistentes a “estar al servicio del pueblo chino” y “aprender su idioma”.
Aunque en ese momento era un atareado cardiocirujano, el presidente Nelson tomó ese consejo muy en serio y buscó un tutor para que le ayudara a aprender el idioma mandarín.
No pasó mucho tiempo antes de que el presidente Nelson se encontrara sentado junto a un distinguido cirujano chino, el Dr. Wu Yingkai, en una convención médica. Gracias a sus estudios del idioma chino, el presidente Nelson pudo conversar con el Dr. Wu. A partir de ahí, los dos médicos formaron una amistad duradera e incluso visitaron sus respectivos países.
La meta del presidente Nelson de aprender mandarín dio lugar a intercambios positivos con China, tal como el presidente Kimball había esperado. Tras ser llamado al Cuórum de los Doce Apóstoles, el presidente Nelson incluso realizó su última operación de corazón a la cantante de ópera más famosa de China por petición especial.
El presidente Nelson también ha dado el ejemplo de fijar metas mediante su estudio de las Escrituras. Cuando escuchó la súplica del presidente Thomas S. Monson (1927–2018) en 2017 de que cada uno de nosotros leyera y estudiara el Libro de Mormón todos los días, el presidente Nelson se puso la meta de hacerlo, tal como lo había hecho cuando contrató a un tutor de mandarín.
Al estudiarlo, el presidente Nelson “h[izo] listas de lo que es el Libro de Mormón, lo que afirma, lo que refuta, lo que cumple, lo que aclara y lo que revela”. Nos mostró que las palabras de los profetas pueden motivar las metas que fijamos y que podemos seguir aprendiendo y mejorando a lo largo de nuestra vida.
Hallar gozo
Estos modelos para fijar metas forman parte del principio eterno de progresar y mejorar a lo largo de nuestra vida. El Padre Celestial y Jesucristo desean que lleguemos a ser más semejantes a Ellos para que encontremos gozo y satisfacción y podamos morar eternamente con Ellos.