“Este es tu don”, Liahona, enero de 2025.
Voces de los Santos de los Últimos Días
Este es tu don
“Padre Celestial”, oré, “¿qué don puedo desarrollar que bendiga a Tus hijos?”.
Cuando el presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) visitó Ecuador en 1999, le oí decir: “Sea lo que sea que decidas hacer, haz lo mejor que puedas”.
Cuando era niña, aprendí que Dios nos da dones que nos permiten bendecir a los demás (véase Moroni 10:8–18). Oré: “Padre Celestial, ¿qué don puedo desarrollar que bendiga a Tus hijos?”.
A los dieciséis años, animada por la directora del conservatorio local, comencé a estudiar canto. “Tienes una voz hermosa”, me dijo ella.
Cuando el público aplaudió después de mi primera interpretación vocal, una frase me vino claramente a la mente: “Este es tu don”. Lloré, pues supe que mi oración había sido contestada. Sin embargo, en mi país puede ser difícil ganarse la vida como músico, pero yo sabía que el Señor prepara la vía. Por lo tanto, seguí estudiando canto, tratando de llegar a ser lo mejor que pudiera ser.
Cuando tenía diecinueve años, me dieron una beca para estudiar en el extranjero. Sin embargo, esa oportunidad y otras similares no se materializaron. En retrospectiva, puedo ver que el Señor quería que me quedara en Ecuador.
La gente me decía que no tenía futuro en la música porque no tenía ninguna formación prestigiosa en el extranjero, ni riqueza ni fama. No obstante, sabía que Dios tenía un plan para mí, así que puse mi talento al servicio de la Iglesia, donde formé coros, dirigí música y traté de inspirar a los demás a desarrollar sus dones y talentos.
Más adelante, cuando me ofrecieron trabajo en un canal de televisión, me preocupé en cuanto a las tentaciones relacionadas con la industria del entretenimiento, pero la respuesta a mis oraciones fue: “Acepta el trabajo y demuestra que puedes ser artista sin transigir en tus normas”.
He trabajado como asistente de producción artística de televisión, como asistente de dirección coral del Coro Sinfónico de Guayaquil y en el directorio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de la provincia de Guayas.
Testifico que es posible cumplir nuestros sueños sin sacrificar nuestros principios. Hoy mi nombre es reconocido en mi país y en mi profesión gracias a mi compromiso de vivir el Evangelio y desarrollar los dones que el Padre Celestial me ha dado.
Cuando obedecemos la voluntad de nuestro Padre, lo imposible se vuelve posible (véase Mateo 19:26). Sé que Él nos ama y quiere ayudarnos a desarrollar nuestros dones para bendecir a los demás.