“Recordar por qué vivo el Evangelio”, Liahona, enero de 2025.
Jóvenes adultos
Recordar por qué vivo el Evangelio
Recordarme a mí misma mi “porqué” me motiva a acercarme más al Salvador y a lograr mis metas espirituales.
A veces, mi vida parece un caos, pero me encanta el consuelo que siento cuando entro en el salón sacramental. ¡Es una de las razones por las que me encanta ir a la iglesia!
Y cuando recuerdo lo que amo del Evangelio, como sentir el Espíritu Santo, por ejemplo, me siento más inspirada a lograr mis hábitos espirituales, como ir al templo, leer las Escrituras y orar al Padre Celestial.
Debido a que la vida puede ser muy ajetreada, puede ser fácil olvidar esas cosas simples que amamos, pero el recordarme a mí misma con regularidad las razones por las que vivo y amo el Evangelio de Jesucristo me ayuda a renovar las metas espirituales que me acercarán más a Él y al Padre Celestial.
Establecer nuevas metas espirituales
Al comienzo de cada año, me gusta volver a evaluar mis metas espirituales al escribir los propósitos de Año Nuevo. Si también están haciendo un poco de autorreflexión y considerando cómo quieren mejorar su relación con Cristo durante este nuevo año, háganse esta pregunta:
“¿Por qué amo el Evangelio de Jesucristo?”.
La hermana Ann M. Dibb, quien prestó servicio como Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, explicó que “nuestro amor por el Evangelio aumenta al experimentar el amor del Padre Celestial y la paz que promete el Salvador si le mostramos que estamos dispuestos a obedecerlo y seguirlo”.
Saber por qué aman el Evangelio les ayudará a sentir y reconocer el amor que el Padre Celestial y Jesucristo les tienen. Esa forma de pensar también les ayudará a sentirse menos abrumados cuando se esfuercen por establecer y alcanzar sus metas espirituales.
Mi “porqué” en cuanto a vivir y amar el Evangelio de Jesucristo incluye el conocimiento de que las familias pueden estar juntas para siempre y la paz que siento después de alguna oración desesperada al Padre Celestial.
Sean cuales sean sus “porqué”, aférrense a él; les dará el ímpetu espiritual que necesitan para llegar a ser mejores discípulos de Jesucristo.
Vivir sus “porqué”
Después de que reconocí el porqué vivía el Evangelio, la forma en que fijaba mis metas espirituales cambió. Dejé de pensar en lo que no lograba hacer y me centré más en lo que sí podía hacer. Recordé que vivo el Evangelio porque amo a mi Salvador.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Tenemos que aceptar que los mandamientos de Dios no son solo una larga lista de buenas ideas, […] son consejos divinos, basados en verdades eternas, que se dieron para traer ‘paz en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero’ [Doctrina y Convenios 59:23]”.
Cumplir con mis metas espirituales me recuerda quién soy: una hija divina de padres celestiales. Ese principio me da el valor para afrontar mis ansiedades y debilidades por medio de Jesucristo (véase Éter 12:27).
El presidente Russell M. Nelson enseñó que “el Señor no espera la perfección de nuestra parte en este punto de nuestro progreso eterno; pero sí espera que seamos cada vez más puros”. Así que intento hacer mi máximo esfuerzo cada día para mantenerme cerca de Jesucristo y recordar por qué elijo seguirlo.