Liahona
¿De verdad desea Dios mi ayuda?
Enero de 2025


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¿De verdad desea Dios mi ayuda?

Cuando se sienta incapaz, el Salvador puede elevarlo y magnificar sus esfuerzos.

Un grupo de personas que se reúnen para deliberar en consejo

¿Alguna vez ha sentido que no estaba a la altura de algo? Tal vez recibió un llamamiento que pensó que no podría cumplir, o tal vez sintió que no estaba a la altura de sus responsabilidades. Todos hemos pasado por eso en algún momento. Estas son tres cosas que he aprendido para ayudarme a adquirir confianza.

Dios llama a los débiles y sencillos

En mi misión, me sentía incapaz de enseñar el Evangelio a otras personas.

Me sentía demasiado joven, inexperta e imperfecta para marcar una diferencia real en la vida de alguien. Quería dirigir a mis amigos hacia Jesucristo, pero ¿cómo?

Un día, estaba estudiando Doctrina y Convenios y encontré este versículo: “Para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes” (Doctrina y Convenios 1:23).

Ese versículo llenó mi alma de esperanza y gozo. El Señor no dijo que Él quería que personas perfectas hicieran Su obra. En vez de ello, llama a personas imperfectas con un potencial infinito, personas como usted y yo.

Dios puede magnificarlo

He llegado a amar la historia del hermano de Jared. El Señor le dio al hermano de Jared la oportunidad de ejercer el albedrío y la creatividad al preguntarle cómo los jareditas podrían tener luz en sus oscuras barcas mientras viajaban hacia la tierra prometida. De una roca, el hermano de Jared formó piedras lisas y le pidió al Señor que iluminara las piedras. El Salvador tocó cada piedra y las hizo brillar (Éter 2:25; 3:1–6).

De manera similar, cuando le brindamos a Dios nuestros mejores esfuerzos, Él puede magnificarlos y hacer cosas aún mayores de lo que imaginábamos. Dios realiza el milagro, no nosotros.

El élder Vern P. Stanfill, de los Setenta, dijo: “Debemos recordar que sea cual fuere nuestra mejor, aunque imperfecta, ofrenda, el Salvador puede hacerla perfecta. Sin importar cuán insignificantes puedan parecer nuestros esfuerzos, nunca debemos subestimar el poder del Salvador”.

Está haciendo las cosas mejor de lo que cree

Le contaré un secreto: probablemente lo esté haciendo mucho mejor de lo que cree. El presidente Russell M. Nelson dijo: “Es preciso que recordemos lo siguiente: existen los hombres para que tengan gozo, ¡sin sentimientos de culpabilidad! [véase 2 Nefi 2:25]”.

Una manera de evitar los sentimientos de culpa es buscar la perfección mediante la gracia de Jesucristo (véase Moroni 10:32) en lugar de mediante nuestros esfuerzos.

“Ser perfeccionados en Cristo […]”, dijo el élder Stanfill, “nos libera de las cargas de los sentimientos de culpa e insuficiencia, y siempre hace hincapié en quiénes somos a los ojos de Dios”.

Aunque todavía lucho con sentimientos de ineptitud, estoy aprendiendo a hacer partícipe al Señor en mi superación personal. Al yo humillarme, Él ha convertido mis debilidades en fortalezas (véase Éter 12:27).