2010
Mi experimento de fe
Abril de 2010


Jóvenes

Mi experimento de fe

Cuando tenía 13 años, empecé a leer el Libro de Mormón todos los días, y desde entonces he sido bendecido cada día.

A nuestra clase de la escuela dominical de jóvenes de 13 años no se la conocía precisamente por su reverencia. Sin embargo, teníamos una maestra excelente que hacía todo lo posible por enseñar cada clase mediante el Espíritu. Una vez el tema de la clase fue sobre la lectura de las Escrituras.

Al terminar la lección, nos dio un desafío; era para todos, pero por alguna razón me miró directamente a mí al momento que decía: “¡Los desafío a leer el Libro de Mormón todos los días!”; y yo pensé: “Ya lo verá; ¡lo voy a hacer!”.

Esa misma noche empecé en 1 Nefi, capítulo 1, y seguí leyendo todos los días. Lo más probable es que cuando comencé no tuviera la debida actitud, pero con el tiempo me empezó a gustar la forma en que me sentía al leer el Libro de Mormón; el leerlo todas las noches se volvió una costumbre agradable.

Meses después llegué a Alma 32 y me impresionó la idea de hacer un experimento de fe. En el colegio nos acababan de enseñar sobre los experimentos científicos, así que me puse de rodillas y le dije al Padre Celestial que estaba empezando mi experimento; pedí llegar a saber si el Libro de Mormón era verdadero.

En retrospectiva, sé que el Padre Celestial contestó mis oraciones muchas veces. La lectura diaria del Libro de Mormón aumentó mi capacidad para vencer el mal; me sentí más cerca de mi Padre Celestial; me sentí fortalecido por el poder del Espíritu Santo para vencer los obstáculos. Lo que dijo Alma sobre experimentar con la palabra de Dios es verdad: “…empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí” (Alma 32:28).