Entrar en un bello lugar
Joanna Velayo-Munda, Filipinas
Antes de ser miembro de la Iglesia, vivía cerca del Templo de Manila, Filipinas. Cada vez que pasaba por allí, me maravillaba al ver la grandiosidad del hermoso edificio y, aunque nunca vi el nombre de la Iglesia, tuve el sentimiento de que deseaba entrar en ese lugar.
Años más tarde fui a Hawai, donde conocí a los misioneros, y me bauticé. Al regresar a Manila, me quedé sorprendida al enterarme de que el edificio en el que tanto había deseado entrar era uno en el que podría hacerlo si era digna. Me sentí muy feliz.
Cuando por fin entré en el templo, me sentí como si estuviera por encima de la superficie de la tierra; todo era hermoso, casi celestial. Me siento muy bendecida por tener el privilegio de entrar en el templo.