2010
El domingo, temprano por la mañana
Abril de 2010


El domingo, tempranopor la mañana

Estos jóvenes de Fiyi se levantan temprano y recorren un largo camino, pero cumplen su deber con entusiasmo.

Charles W. Dahlquist

Es sábado por la noche en el Barrio Waila, de la Estaca Nausori, Fiyi. Se ha cumplido con las responsabilidades del día, y los poseedores del Sacerdocio Aarónico se han preparado para el día de reposo y ahora están reunidos en casa de los hermanos Maiwiriwiri. Tienen la oportunidad de participar de una pequeña comida antes de comenzar su ayuno, tras lo cual dormirán sobre esteras en el hogar de los Maiwiriwiri.

La mañana comienza muy temprano para estos jovencitos del Sacerdocio Aarónico. Mucho antes del amanecer, se levantan deprisa, se ponen camisa blanca, corbata y pantalones oscuros y, para las seis de la mañana, ya habrán salido de casa de los hermanos Maiwiriwiri en parejas, tal como lo hacen los misioneros. Cada pareja tiene una ruta específica a fin de llegar a la capilla a las diez de la mañana, cuando comienza la reunión del sacerdocio; tienen la responsabilidad de pasar por la casa de cada uno de los miembros del barrio que se encuentren en su ruta e invitarlos a donar ofrendas de ayuno.

Estos jóvenes caminan cinco kilómetros desde la casa de los Maiwiriwiri, que se encuentra en un extremo del barrio, hasta el centro de reuniones, al otro extremo de la unidad. Ésa es una oportunidad de cumplir con su deber y de invitar a los miembros de la Iglesia a participar en la gran obra de cuidar de las viudas y de sus hermanos y hermanas al donar ofrendas de ayuno. El presidente Alipate Tagidugu, de la Estaca Nausori, Fiyi, comentó que, como resultado de este esfuerzo que realiza el Sacerdocio Aarónico, las donaciones de ofrendas de ayuno han aumentado un veinte por ciento.

Igualmente importante es la oportunidad que tienen estos jóvenes de cumplir con su deber y ayudar a los miembros del barrio a guardar los convenios que hicieron al bautizarse:

“Ya que deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras;

“sí, y estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo, y ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis, aun hasta la muerte, para que seáis redimidos por Dios, y seáis contados con los de la primera resurrección, para que tengáis vida eterna” (Mosíah 18:8–9).

Para estos grandiosos jovencitos, el recolectar las ofrendas de ayuno no es una carga, sino una bendición. Con alegría se ponen camisas blancas y corbatas; con entusiasmo se levantan temprano; y de buena gana llaman a las puertas de los miembros durante las primeras horas de la mañana para invitarlos a participar de las bendiciones que resultan del dar una ofrenda de ayuno generosa.

Mientras observaba a esos jóvenes prepararse para su deber y cumplir con él como poseedores del sacerdocio, pensé en la gran bendición que esto será para ellos a lo largo de su vida a fin de comprender la importancia de la labor de invitar a los miembros de la Iglesia a acercarse más al Salvador al donar ofrendas de ayuno. Cuánto mejores serán como misioneros y cuánto mejores serán como esposos y padres a causa de su trabajo en el sacerdocio.

Tendrán una mejor comprensión de este pasaje de las Escrituras que habla acerca del pueblo del Señor: “El Señor llamó Sión a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en rectitud; y no había pobres entre ellos” (Moisés 7:18).

Qué bendición es para estos poseedores del sacerdocio saber que han invitado a los miembros a acercarse más al Salvador.

El día comienza temprano, pero estos jóvenes caminan sonrientes desde un extremo del barrio al otro, recolectando ofrendas de ayuno a lo largo del camino.

Fiyi

Nueva Zelanda

Australia

Borde: fotografía © Dynamic Graphics, Inc.; fotografías por Talat Mehmood; mapa adaptado de Map Resources.